El año toca a su fin y no hay ninguna clase de activo acaba en positivo, lo que demuestra que ha sido un 2018 bastante complicado. Para Joaquín García Huerga, director de estrategias global de BBVA AM, no solo ha sido difícil, sino atípico: “Ha sido excepcional porque siempre que han caído las bolsas, los bonos de estados han dado resultados positivos, pero en esta ocasión no ha sido así”.
En términos generales, García apunta que lograr rentabilidad positivas en 2018 fue complicado y que estrategias tan básicas como la diversificación no han dado el resultado esperado, no al menos en comparación con otros años. “Esta situación en la práctica impide que las carteras más conservadoras se beneficien de la diversificación. Esto ha supuesto que nuestras carteras hayan tomado menos riesgo y que nos hayamos centrado más en preservar el capital de nuestros clientes”, añade.
La renta fija sigue sumergida en un entorno de tipos bajos y la renta variable no brilló con la intensidad que se esperaba. En este sentido, a la hora de analizar qué ha ocurrido, explica los malos rendimientos en la bolsa no se deben a factores estructurales, sino a cuatro factores clave que han provocado la caída de las valoraciones: la subida de los tipos por parte de la Fed, el anticipo de una desaceleración económica, que parte de los beneficios empresariales del S&P 500 se deben a las políticas fiscales y la fuerte inestabilidad geopolítica. Aún así considera que presentan unas valoraciones más atractivas y que tienen un recorrido potencial interesante.
De cara a 2019, apunta que “si el ciclo no se da la vuelta, las bolsas podrían subir un 6% y si le añadimos la rentabilidad por dividendos, podríamos llegar al 10%. Una cifra que está condicionada por el menor crecimiento económico, los márgenes estables, la amenaza de la guerra comercial y el rango más débil en el que se sitúa el petróleo”.
Eso sí, advierte que aunque la renta variable sea mucho más atractiva para 2019, el entorno será más volátil y, por lo tanto, habrá que medir bien el riesgo. “Creemos que hay que ser prudente a la hora de poner riesgo en las carteras hasta que el entorno se aclare, y eso que pensamos que en la bolsa hay oportunidades, en particular en Europa, y que el ciclo no está agotado, ya que no estamos en la antesala de una recesión”, afirma.
Este tipo de análisis no debe llevar, en opinión de García, a construir las carteras mirando solo la valoración. Por ejemplo, para la gestora, esto no quiere decir que en sus carteras tengan más exposición a la renta europea que a la estadounidense. Simplemente, consideran que la renta variable estadounidense tiene más capacidad de capear la volatilidad y el ruido del mercado porque tienen empresas con más calidad y más fuertes.
En cuanto a la renta fija, aunque el final de los programas de estímulo cuantitativo presiona al alza los tipos de interés, la gestora señala que las previsiones para 2019 apuntan a un tipo a diez años en Estados Unidos en la zona del 3%, “debido al crecimiento y a una inflación moderada”. Para el tipo de bono alemán a 10 años, el nivel estimado por BBVA AM es del 0,6%, “influenciado por un crecimiento moderado, una inflación lejos del objetivo del BCE y por su carácter de activo refugio”.
En crédito, considera que el análisis rentabilidad/riesgo sigue sin ser favorable. Aunque las recientes ampliaciones de los diferenciales de crédito dejan la valoración más atractiva, “la subida progresiva de los niveles de endeudamiento de las compañías y la madurez del ciclo económico provocan señales incipientes del deterioro estructural del activo”, explica.
Visión macro
Según el estratega global de la gestora, una primera aproximación al escenario general muestra que la tendencia tanto estructural como cíclica de las economías es a la baja, por el envejecimiento de la población y el menor crecimiento de la productividad. Pero la fase actual de crecimiento económico, todavía tiene recorrido “aunque es cierto que el ciclo muestra signos de madurez”, matiza.
De cara al escenario macroeconómico del próximo año, BBVA AM descarta una recesión, pero si considera que el crecimiento será menor. Para Estados Unidos prevé un crecimiento algo inferior al 2,5%, apoyado en la solidez del consumo, para Europa un 1,5% y para América Latina un crecimiento inferior al 2%.
La gestora considera que en 2019, habrá menos estímulo monetario y fiscal, algo que marcará el contexto del mercado. “El primero va a suponer menos liquidez como soporte de los activos financieros, en especial de los que tienen más riesgo, y el segundo, que nos son sostenibles programas fiscales expansivos con las deudas públicas sobre el PIB en los niveles tan elevados de ahora.