Los bancos centrales mundiales se encuentran entre la espada y la pared. Con un crecimiento sólido y una inflación que repunta, su principal espada de Damocles es la fortaleza de sus respectivos mercados de trabajo.
En EE.UU., la Reserva Federal ha vuelto a subir los tipos de interés al tiempo que anunciaba sus planes para reducir su balance de deuda, a pesar de la caída de su indicador preferido de inflación al 1,4 %. La reserva Federal está centrada en un mercado laboral que cada vez está más ajustado: las tasas de desempleo y subempleo se encuentran en sus mínimos de los últimos 10 años.
Además, el dinero en sentido estricto lidera la economía y ha repuntado desde comienzos de 2017, lo que sugiere un crecimiento más fuerte durante la segunda mitad del año. El préstamo bancario también está reviviendo tras la debilidad previa. Una continuidad en estas tendencias podría apuntar a una necesidad de ajuste más rápido por parte de la Reserva Federal, explican desde Janus Henderson.
En China, las noticias económicas han seguido siendo en su mayoría optimistas, a pesar de una reducción en el respaldo a nivel de políticas. La confianza de empresarios y los banqueros se encuentra en su nivel más alto desde 2013-14, según las encuestas de los bancos centrales. Los precios de las viviendas se han ralentizado pero las ventas y la construcción han seguido creciendo.
“Los tipos de interés de los mercados aumentaron significativamente durante la primera mitad, pero la inflación y las presiones monetarias se han reducido, lo que da a las autoridades margen para revertir el endurecimiento de la política monetaria”, sostiene la gestora.
En Japón, la rigidez del mercado de trabajo continúa, pero todavía tiene que concretarse en una mayor presión sobre los salarios. La escasez de trabajadores es la más generalizada desde 1992, según la encuesta empresarial realizada por Tankan.
La caída de las rentabilidades de los bonos globales permitió al Banco de Japón una expansión cuantitativa lenta manteniendo a su vez las rentabilidades nacionales próximas a cero. “Un repunte en las rentabilidades globales podría forzarlo a acelerar las compras, atrayendo las críticas en el país, a menos que se eleve el límite de rentabilidad”, explican.
Por su parte, la confianza en la zona Euro ha mejorado tras la elección del eurófilo reformista Emmanuel Macron como presidente de Francia. El indicador compuesto de confianza económica de la zona euro de la Comisión Europea ha alcanzado un máximo de diez años.
El desempleo se encuentra bien encaminado para alcanzar las estimaciones de la tasa de “equilibrio” en 2018, argumentando que el Banco Central Europeo debería retirar su política de estímulos. Según Janus Henderson, “la inflación subyacente sigue siendo baja, pero se ha recuperado y un nuevo aumento podría desencadenar una salida más rápida de la expansión cuantitativa”.
En Reino Unido, la inflación ha subido al 2,9 %, por encima de la estimación del Comité de Política Monetaria, lo que contribuyó a que tres de los ocho miembros votasen a favor de una subida de tipos. La economía se ralentizó a comienzos de 2017 pero la tasa de desempleo siguió cayendo hasta el 4,6 %, su nivel más bajo desde 1975.
El Ministro de Economía se ve presionado para abandonar la “austeridad” y permitir un crecimiento más rápido de los salarios en el sector público. “Ya estaba previsto que el déficit fiscal subiese este año y una relajación de la disciplina sería un argumento a favor del aumento de los tipos bancarios”, explican.
En las economías emergentes, la inflación del grupo E7 (China, India, Brasil, México, Rusia, Indonesia y Turquía) ha caído significativamente en el último año, en contraste con un aumento en las economías desarrolladas del G7. El descenso del E7 refleja grandes caídas en Brasil, India y Rusia debido a la debilidad económica y a la fortaleza de la divisa.
El crecimiento real (es decir, ajustado a la inflación) del dinero en el sentido estricto para el E7, ajustado al impacto negativo de la “desmonetización” de la India, estuvo por encima del nivel del G7 entre finales de 2015 y comienzos de 2017. “Una reciente reducción de la brecha podría señalar perspectivas económicas relativas menos favorables”.
Ante este escenario, la asignación de activos de Janus Henderson para la segunda mitad del año contempla una mayor asignación a renta variable europea, a deuda de mercados emergentes y una infraponderación de bonos gubernamentales globales y dentro de activos alternativos, en oro.