El 1 de abril de 1994 el Banco de México (Banxico), inició de manera formal su vida autónoma; solamente 8 meses después enfrentaría el que hasta ahora ha sido su mayor desafío: la crisis del tequila.
Pero dicha crisis, en medio de su gravedad, fue también la primera prueba superada y la confirmación de que el camino era el correcto, proporcionar autonomía al banco central mexicano redundó con el tiempo en un factor esencial para los mercados y la economía en general: certidumbre y confianza.
En el mundo inició durante las décadas de 1970 y 1980 una tendencia generalizada a dotar de autonomía a los bancos centrales
como consecuencia, en gran medida, de dos eventos estrechamente relacionados.
Por un lado diversos países experimentaban episodios de inflación persistentemente elevada, con costos económicos significativos.
Asimismo, durante dichos periodos, y en parte como resultado de la situación descrita, la literatura académica comenzó a prestar creciente atención a la solución del problema de “inconsistencia temporal” inherente a la política monetaria, es decir, el riesgo de que los encargados de su implementación le asignen una mayor importancia, por razones políticas, a los beneficios de corto plazo que podrían derivarse de la adopción de posturas expansivas, en virtud de que los costos correspondientes no serían evidentes sino hasta más adelante.
Con esto en mente, en 1994 el Banco de México se sumó a la ola de instituciones monetarias autónomas que hasta la fecha se han consolidado como garantes de la estabilidad económica en México.
Crisis recurrentes previas
Una característica en México hasta el año 1994 eran las crisis recurrentes, como señalamos tan solo ocho meses después del inicio de su autonomía el propio Banxico enfrentó el llamado «efecto tequila», la crisis más devastadora en la era moderna para la economía mexicana, sus efectos se padecen hasta la fecha con el pago del Fobaproa, derivado del rescate bancario que debió llevarse a cabo para evitar el colapso total de la economía.
Las crisis recurrentes se acompañaban de profundas devaluaciones, esa era una característica en los mercados financieros mexicanos y la economía. El peso era la válvula de escape de las presiones financieras, tan solo entre los años 1987 y 1988 se estima que la devaluación de la moneda rebasó el 1,000% y las tasas de interés se ubicaron en triple dígito, hasta alcanzar niveles de 300% anual.
Autonomía es el pilar económico
Desde el inicio de su autonomía, el Banco de México tiene como mandato único el de preservar el poder adquisitivo de nuestra moneda, de ahí su férrea lucha contra la inflacion, aunque esta es inherente casi a cualquier instituto monetario central.
En entrevista, Jorge Gordillo, director de análisis económico y bursátil de CIBanco, nos platica a pregunta expresa sobre este viejo debate respecto a cambiar el mandato único del Banco de México por uno dual, así como el de la Fed, que consiste en preservar el poder adquisitivo de la moneda y al mismo tiempo impulsar el crecimiento económico.
El experto señala que en algún momento sucederá, pero todavía es demasiado temprano para eso.
«Es un debate que se presenta de vez en vez; yo creo que en algún momento sucederá, pero no en el corto plazo. Lo que sucede es que a la economía de México le falta por un lado un mayor nivel de bancarizacion, de inclusión financiera, para que la tarea de nuestro instituto central sea más eficiente; pero además, el propio Banxico todavía tiene más camino por recorrer en el logro de su meta de inflación, está cerca pero le falta, el promedio de inflación de los últimos 10 años es de 4 por ciento y su objetivo es de 3 por ciento», explicó.
Sin duda Banxico ha hecho las cosas bien, es un garante para la estabilidad económica, pero todavía hay cosas por hacer antes de que en algún momento que finalmente llegará con el tiempo le sea modificado su mandato.
No obstante Jorge Gordillo destacó el papel relevante de la autonomía del banco central y dejó claro que sin esa autonomía México no hubiera tenido la fortaleza para enfrentar las crisis provenientes del exterior como las que se han registrado a lo largo de estas tres décadas, a excepción de la crisis del tequila.
«Todos sabemos cómo funcionaba antes; la impresión de dinero sin sustento económico llevó al país a graves problemas y la autonomía de Banxico fue la solución; definitivamente un Banxico autónomo es un factor de estabilidad y un pilar fundamental otra la economía del país», señaló el directivo.
Por su parte, Gabriela Siller, directora de análisis de Banco Base también destacó la autonomía de Banxico como un factor para la estabilidad económica en el país.
«La autonomía del Banco de México es uno de los grandes pilares que sostiene a la economía mexicana; por ejemplo, sin esa autonomía no sería posible un régimen cambiario de libre flotación y no se tendría confianza sobre la economía del país para invertir en instrumentos del gobierno (bonos), ni en otras opciones como lo es actualmente el nearshoring», explicó.
Otro analista bursátil que pidió omitir su nombre dijo que la autonomía de Banxico explica el mexican moment actual, desde el superpeso hasta los niveles de consumo que mantienen con cierto crecimiento al país y la han colocado en entre las mejores 15 del mundo.
«Fue una decisión trascendental que incluso no se ha dimensionado del todo por factores políticos», señaló.