El value investing se basa en la inversión a largo plazo, y eso lo entiende muy bien Agustina, la partícipe más longeva de azValor, que acaba de cumplir 100 años. También comparten esta filosofía los padres de Ana (nombre figurado), una bebé que antes de cumplir sus primeros ocho meses de vida ya forma parte de la familia de coinversores de la gestora que fundaron, en 2015, Álvaro Guzmán de Lázaro, Fernando Bernad, Beltrán Parages y Sergio Fernández-Pacheco.
Una de las ventajas de la inversión en valor reside en el comportamiento del interés compuesto que permite aumentar significativamente el volumen de efectivo en función de la capitalización de la rentabilidad obtenida.
Un ejemplo: si Ana mantuviera su inversión hasta alcanzar la edad de Agustina (es decir, 99 años de inversión), y consiguiera la rentabilidad media del índice Standard and Poor’s 500, un 7% anual, el beneficio que obtendría seria tal que cada 1.000 euros se convertirían en 810.000.
Si la rentabilidad obtenida alcanzara el 14%, cada 1.000 euros de Ana se convertirían en 430.110.735.
Si Ana quisiera utilizar su inversión para jubilarse a los 65 años (64 años de inversión), los ejemplos anteriores se convertirían en 75.955 euros por cada 1.000 euros, en el caso de rentabilidades medias del 7%, y en 4.384.403 euros por cada 1.000 en el caso de rentabilidades del 14%.
Es la magia del interés compuesto.