El panorama económico y financiero sigue siendo positivo a nivel global, sin embargo en 2019 ya se verán las consecuencias de los distintos factores geopolíticos que han asolado el año que estamos a punto de dejar atrás. Según las previsiones de Aurelio García del Barrio, director del MBA con especialización en Finanzas del IEB, no habrá una recesión importante, pero sí una clara desaceleración del crecimiento económico mundial. En este sentido, prevé que la economía mundial crecerá en 2019 un 3,1%, y la estadounidense lo hará un 2,1%.
Entre los factores a los que habrá que prestar atención en EE.UU. está, precisamente, la solidez del crecimiento económico, la elevada rigidez del mercado laboral y una inflación acorde con el objetivo fijado. “Estos factores hacen improbable que la Reserva Federal se desvíe de la senda de endurecimiento de tipos que prometió”, afirma García del Barrio. En su opinión, esto incrementará la presión que ya sufren los agentes económicos más vulnerables, aunque el mayor riesgo afecta a los países emergentes con amplios desajustes monetarios y a las empresas fuertemente endeudadas.
En segundo lugar, la guerra comercial. La medida anunciada en septiembre por la administración Trump del arancel del 10% sobre la mayoría de los productos chinos superó las expectativas, pese a que el nivel del arancel era inferior a lo que cabía temer y esto limitó el efecto negativo inmediato sobre los mercados financieros. No obstante, tras las represalias que tomó China, a ojos de este economista, esta cifra podría aumentar al 25% en enero en más productos chinos. Aún así, después de la reunión del G20 en Buenos Aires, estas medidas han quedado en suspenso y se abre un periodo de negociación.
Las expectativas de crecimiento en la zona euro están en un 1,8% para 2019.
En Europa se espera el fin del QE y una ralentización de la economía. “El crecimiento económico se ha ralentizado en 2018, pero sus bases continúan siendo sólidas y todos los países participan en el ciclo expansivo, muy por encima del crecimiento potencial. Dada la correlación positiva que existe entre el crecimiento de los salarios y el índice de precios de consumo subyacente, es posible que nos encontremos al fin ante un cambio de tendencia de la inflación en la zona euro” aclara García del Barrio. En este sentido, estima que la inflación se situará en el 1,7% en 2019 con unas expectativas a largo plazo “bien ancladas”. En cuanto a los tipos de interés, se espera que se mantengan en el 0% al menos hasta mediados de 2019.
La economía española crecerá en 2019 un 2,2%, dos décimas menos de lo esperado
A pesar de que esta cifra ya pone de manifiesto el inicio de una desaceleración, España crecerá por encima del resto de la zona euro. Además, según este economista, permanecen las fuerzas internas que impulsaron la recuperación de España: desendeudamiento del sector privado, superávit externo, competitividad restaurada desde la óptica de los costes de producción y un sector financiero saneado. “El principal factor es un entorno externo menos favorable” ha aclarado García del Barrio. Así, algunos de los principales mercados de exportación, sobre todo Italia y Reino Unido, apenas crecen y los mercados emergentes experimentan fuertes turbulencias, en especial en Argentina y Turquía, afectados por crisis financieras.
Además, la tasa de ahorro parece haber alcanzado un mínimo, lo que deja poco margen para que las familias incrementen su gasto en consumo por encima de los ingresos. Las previsiones tienen en cuenta el reciente acuerdo salarial y los ajustes en las pensiones, pero, según García del Barrio, «estos cambios son insuficientes para invertir la moderación del consumo».
García del Barrio cree necesario retomar la senda de reformas estructurales que impulse el potencial de crecimiento de la actividad y el empleo de la economía española. «Factores como la situación de los mercados emergentes, el auge del proteccionismo, el elevado nivel de endeudamiento de la economía a nivel global, las posibles burbujas que pueden existir en determinados mercados financieros o el ascenso de los populismos antieuropeos, podrían desencadenar crisis de confianza y correcciones en los mercados y trasladarse a la economía real. En tales circunstancias, el elevado nivel de nuestro déficit estructural (2,5% del PIB en 2019) y el endeudamiento público no dejarían margen para desarrollar una política fiscal anticíclica», concluye en su informe este economista.