A nivel mundial, las expectativas de crecimiento de las principales economías del mundo están empeorando fundamentalmente debido a la crisis de suministros, la guerra de Ucrania y la elevada tasa de inflación.
La recesión, que implica que la tasa de variación del PIB sea negativa durante dos trimestres consecutivos, está apareciendo cada vez más en las perspectivas de los expertos. Para Pedro del Pozo, director de Inversiones Financieras de Mutualidad de la Abogacía: “No se puede decir, a ciencia cierta, que vamos directos a una recesión. Pero sí parece que va a ser difícil gestionar un “aterrizaje suave” de las economías, lo que incrementa ciertas alarmas acerca del ciclo”. En este caso, del Pozo recuerda que “la prudencia debe ser aún mayor, cuando está muy por definir la evolución del crecimiento”.
Por su parte, Francisco Quintana, director de Estrategia de Inversión en ING, considera que el dato de inflación “hace menos probable que se pueda evitar una recesión”. Chris Iggo, CIO Core Investment Managers en la gestora de fondos AXA Investment Managers, también advierte del riesgo de recesión, al tiempo que señala que los inversores deben “estar preparados para el riesgo de pérdidas más sustanciales” en los mercados. “Los riesgos de recesión están aumentando y los precios de los activos de riesgo han caído considerablemente durante la última semana”, recuerda.
Deutsche Bank pone fecha y hora y prevé una recesión técnica en EE. UU. en el primer semestre de 2023. Mientras que en Europa también ve riesgos de recesión, aunque no es su escenario base, dado que, según ha comentado Rosa Duce, CIO de la entidad, “la mayor demanda deprimida tras el COVID-19, un contexto fiscal más favorable gracias al fondo NGEU de la UE, y la fortaleza laboral permitirían compensar en parte los efectos negativos de las subidas de los tipos de interés previstas por parte del BCE”. La entidad destaca, eso sí, que la zona euro corre el riesgo de caer en recesión si las importaciones de gas natural de Rusia se detienen próximamente, algo que consideran poco probable.
La inflación más elevada de los últimos 40 años
La inflación está siendo el principal elemento desestabilizador. Después de años sin saborearla, ha vuelto con fuerza, primero camuflada como una fenómeno transitorio para confirmar más tarde que ha venido para quedarse.
El primer semestre de 2022 ha finalizado con la inflación más elevada de los últimos 40 años y la confianza de los inversores en el nivel más bajo de las tres últimas décadas. Desde Deutsche Bank consideran que la inflación tal vez ya haya tocado techo en Estados Unidos, pero es probable que aún repunte en la zona euro por una materialización posterior de los efectos base. No obstante, creen que las tensiones provocadas por las alzas de precios de la energía deberían de moderarse en el segundo semestre de 2022. De cara a 2023, se prevé que la inflación disminuya considerablemente con respecto a sus elevados niveles actuales.
En España, el incremento del IPC del 10,2% en tasa interanual en el mes de junio es el mayor dato desde el año 1985, mientras que la inflación subyacente se ha situado en el 5,5%, la más alta desde 1993.
Añadiendo una nota positiva, los expertos del CGE señalan que, de momento, no se está produciendo el efecto de segunda ronda de la inflación dado que los salarios se están manteniendo a pesar del incremento de los precios, pero, de incrementarse estos al nivel de la inflación, podría generar el efecto peligroso de que se retroalimente y se genere una espiral alcista con difíciles consecuencias.
Por su parte, los analistas de ING esperan que la inflación media española este año sea algo superior al 7%, lo que implicaría que cayera de manera clara en el último trimestre del año, por debajo del 5% incluso en los meses finales.
Políticas monetarias duras para frenar la inflación (y el crecimiento)
Una de las principales funciones del Banco Central Europeo es controlar la inflación, a través de la política monetaria, y mantenerla en torno al 2%. Un mandato que no ha logrado durante los últimos años, con inflaciones muy bajas, y que ahora tampoco está consiguiendo. De hecho, según apunta Duce, no veremos cifras del 2% hasta 2024.
La inflación se ha originado por el lado de la oferta, lo que limita la influencia que pueden ejercer sobre ella los bancos centrales. “Si se tratara de una inflación de demanda, las políticas de los bancos centrales podrían ser efectivas; pero, al tratarse de un problema de oferta a nivel mundial, estas medidas palían la pérdida del poder adquisitivo, pero no tienen un efecto transcendente en el control de la inflación”, explican desde el CGE.
“La inflación es el enfoque clave de los bancos centrales. Al mismo tiempo, los mercados de tipos de interés e inflación están considerando que lo que se cotiza en términos de ajuste monetario será suficiente para reducir la inflación, pero para que eso suceda, también debe haber un coste para el crecimiento”, advierte Iggo.
Este es precisamente el principal dilema al que se enfrentan las autoridades monetarias, ya que deben subir tipos para luchar contra la inflación, pero esa subida podría comprometer el crecimiento económico haciendo realidad los temores de recesión.
Prudencia, mirada en el largo plazo y apuesta por la diversificación
Todos estos aspectos comentados generan una enorme volatilidad. Los mercados han reaccionado a este escenario, cerrando el peor primer semestre desde 1962 para el índice S&P 500, y el peor de la historia para el Nasdaq. Además, los temores ante una recesión aceleran las caídas en los mercados de renta variable.
Tampoco la renta fija se ha salvado, el mercado de bonos, habitual refugio de los inversores ante caídas bursátiles, ha vivido el peor semestre de su historia. Sin embargo, desde la gestora Welzia Management recuerdan que realizar operaciones de entradas y salidas en momentos de alta volatilidad como el actual puede tener un importante coste.
En este escenario, recomienda alejarse del ruido y las emociones para mantenerse fieles a los objetivos a largo plazo y no tomar decisiones de inversión de forma reactiva, contar con una cartera diversificada y confiar la gestión del patrimonio a gestores experimentados.
“Ante una situación de desaceleración económica como la actual, y la sombra de la recesión planeando sobre los mercados, suele ser frecuente observar flujos de salida, a pesar de que la volatilidad es habitual cuando se invierte en renta variable. Pero los datos demuestran que intentar sincronizarse con el mercado puede incidir negativamente en la rentabilidad de las carteras”, advierte Carlos González Carreira, director general de Welzia Management. “Cuando estamos preparados desde el comienzo para los episodios de volatilidad, tenemos más probabilidades de reaccionar racionalmente y seguir centrados en nuestros objetivos a largo plazo”, añade.