En su primer día en el cargo como presidente de Estados Unidos, Joe Biden tomó medidas para reincorporar al país al Acuerdo de París. Esta decisión podría parecer un guiño a su electorado o una forma de visualizar que llegan cambios, pero unas semanas después firmó una serie de órdenes ejecutivas orientadas a elevar el compromiso de EE.UU. con el cambio climático. Esto ha demostrado que la convicción de Biden es real y supone una oportunidad para atraer inversión sostenible.
En opinión de Marouane Bouchriha, Fund Manager International Equities en Edmond de Rothschild AM, las medidas que se anunciaron no son nuevas y están en línea con los compromisos de campaña de Biden. Sin embargo, la rapidez de estos anuncios y el nuevo enfoque de «todo el gobierno» son la prueba de una administración que no sólo pretende volver a las prácticas de la era Obama, sino que también da mucha más prioridad al clima.
“El clima ocupa el segundo lugar entre las siete prioridades definidas por la nueva administración, sólo por detrás de la gestión de la crisis del COVID-19. Su enfoque pide que el clima se convierta en un componente esencial de la elaboración de políticas a nivel federal. Los primeros indicios de este enfoque son la creación de una oficina dentro de la Casa Blanca encargada de coordinar la política medioambiental nacional y, un puesto de enviado especial para el clima en el extranjero. El Departamento del Tesoro tendrá que integrar ahora los riesgos financieros relacionados con el cambio climático y se incorporará un coste social de las emisiones de gases de efecto invernadero – potencialmente de unos 50 dólares/tonelada – en la toma de decisiones de las distintas agencias federales. Además, Estados Unidos se reincorporará al Acuerdo de París y tiene previsto celebrar una cumbre de líderes climáticos en abril para anunciar, presumiblemente, un objetivo de neutralidad de carbono para 2050. Por sectores, las medidas anunciadas marcan la pauta para el resto de su mandato”, explica Bouchriha.
Otro aspecto relevante, según Matthew Jennings, director de inversiones en Fidelity, es que la nueva administración podría transformar la normativa de sostenibilidad en EE.UU., lo cual sería muy positivo para las inversiones sostenibles. En su opinión, las diferencias entre la regulación de la inversión sostenible en EE.UU. y Europa son considerables. “Mientras que Europa está introduciendo nuevas normas para impedir el marketing verde engañoso o greenwashing, las leyes estadounidenses han puesto límites a las inversiones sostenibles de los fondos de pensiones. Sin embargo, los nuevos líderes políticos podrían dar un vuelco al marco normativo y crear un incentivo adicional para que los inversores y empresas estadounidenses integren la sostenibilidad en sus modelos de negocio”, explica Jennings.
En este sentido, Europa presenta un porcentaje mayor de empresas consideradas “líderes en sostenibilidad” que EE.UU., de acuerdo con el sistema propio de calificaciones de sostenibilidad de Fidelity International. Según explica Jennings, las razones para ello son complejas y están incerconectadas: cultura, estructura del mercado y entorno jurídico y normativo.” Desde hace algunos años, la Unión Europea ha sacado adelante reglamentos para fomentar los comportamientos sostenibles de las empresas cotizadas y, con ello, la inversión sostenible. Por el contrario, la administración Trump intentó limitarla”, añade.
Una realidad que puede equilibrarse a favor de EE.UU. con una mejora de su regulación y que generará un paulatino cambio. “El presidente Biden cuenta con políticas ambiciosas en materia climática que reciben un apoyo tácito de la Reserva Federal, que recientemente se unió a la iniciativa Network for Greening the Financial System, formada por bancos centrales de todo el mundo. Serán necesarios cambios normativos en materia de medio ambiente, sociedad y gobierno corporativo para impulsarlo. Estos no se producirán de un día para otro, pero lo cierto es que un Senado controlado por los Demócratas (aunque con una exigua mayoría) aumenta las probabilidades de que se nombren más candidatos progresistas para puestos legislativos y regulatorios clave, incluida la presidencia de la SEC”, explica Jennings.
Y advierte: “Estos cambios tendrían implicaciones de consideración para la inversión. Ya se observan las primeras señales de que la implantación del SFRD europeo está aumentando la demanda de estrategias que integren plenamente la dimensión ESG. Si en EE.UU. arraiga una tendencia similar, aumentará el conjunto de capitales a disposición de las empresas más sostenibles, lo que creará nuevos incentivos para que las empresas y los inversores coloquen las consideraciones sociales y medioambientales en el centro de su toma de decisiones”.
Por su parte, Hamish Chamberlayne, responsable de ISR en Janus Henderson, destaca que esta decisión de Joe Biden se suma a los esfuerzos anunciados por EU y China, generando un “contexto propicio para que tenga lugar un auge de la inversión en energía limpia y tecnología de forma sincronizada a escala mundial”. Este entorno hace que el responsable de ISR de Janus Henderson se muestre muy optimista para los próximos años e identifique diversas tendencias de inversión.
“Esperamos que se produzca un cierto regreso al modo de vida anterior a la pandemia conforme las vacunas se vayan administrando, pero creemos que esta crisis ha acelerado y consolidado algunas tendencias de tal forma que muchos de los cambios sociales y económicos que hemos experimentado perdurarán. Si bien la presidencia de Donald Trump no resultó tan perjudicial para la tendencia de la descarbonización como se temía en un principio, no cabe duda de que su hostilidad hacia el cambio climático y sus esfuerzos por derogar normativas medioambientales y socavar la cooperación política a escala mundial no han contribuido a realizar progresos en este ámbito. Los cambios del nuevo Gobierno en el plano medioambiental son ineludibles: si bien en 2020 las emisiones de gases de efecto invernadero protagonizaron la disminución más marcada de la historia, también es un año que va camino de convertirse en uno de los más calurosos”, señala Chamberlayne.
Esta visión de un “impulso global” también la comparte Michele Morganti, Head of Insurance & AM Research, Senior Equity Strategist de Generali Investments. Y es que, si hacemos cálculos, según indica Morganti, en los últimos meses se ha producido un importante compromiso político hacia la reducción de las emisiones de CO2: Estados Unidos acaba de reincorporarse al Acuerdo de París, los líderes de la UE han fijado un nuevo objetivo de reducción de emisiones del 40% al 55% para 2030, Corea, Japón y China están ahora en la misma línea que la UE, estableciendo un objetivo de neutralidad de las emisiones de CO2 para 2050 (2060 para China).
A esto, Morganti añade algo más: “Los reguladores financieros están introduciendo la divulgación obligatoria del riesgo climático y los inversores institucionales están haciendo de la sostenibilidad el nuevo criterio de inversión. Al mismo tiempo, las empresas están fijando objetivos ESG más ambiciosos, centrándose cada vez más en la dimensión social”.
En su opinión, este cambio de actitud impulsará aún más el mercado ESG, tras un 2020 ya positivo. “De hecho, en términos de flujos, todos los fondos de renta variable ESG registraron un aumento del 33,4%, y los fondos de renta variable ESG Global del 60,6%. Estados Unidos sigue estando rezagado, ya que los activos de los fondos ESG representan poco más del 2% del total de activos de renta variable, pero con la nueva Administración esperamos que Estados Unidos se ponga al día”, concluye Morganti.
Para cerrar este análisis, recordamos que en la última tribuna de opinión que publicamos de Olivier de Berranger, director de Gestión de Activos de La Financière de l’Echiquier, el experto apuntaba que Joe Biden debería aplicar una política keynesiana de reactivación, basada en un fuerte estímulo presupuestario para reducir la desigualdad y combatir el calentamiento climático. Y dejaba en el aire una pregunta que resulta interesante no perder de vista: “¿Podrá el hombre del tren volver a encarrilar a Estados Unidos por la vía del crecimiento, sin poner en peligro el porvenir de las generaciones futuras?”.