Para John Tidd, director de Hamco Financial, Argentina es un país en transición, que atraviesa una difícil fase de hiperinflación combinada con la mayor sequía en décadas, en vísperas de nuevas elecciones a finales de 2023. Pero, según visión, a pesar de estos desafíos, la impresión desde fuera es que las cosas van bien.
“Visitar empresas en Argentina en las últimas semanas ayudó a hacerse una mejor idea de la situación sobre el terreno. El pesimismo y el cansancio son generalizados entre la opinión pública, que parece querer un cambio, quizás radical. Cualquier impacto de haber ganado el mundial parece olvidado hace tiempo”, afirma Tidd.
En su opinión, uno de los temas clave es la lucha del país contra la inflación. “Parece que estamos en la parte dolorosa del proceso de escurrir el bulto sin ver todavía reducciones tangibles de la inflación. Durante muchos años, la inflación parecía no importar, pero ahora los salarios no siguen el ritmo de la inflación, y eso está produciendo el deseo de un cambio de política para solucionar este problema. Por último, la gente está cansada de la inflación, y es de esperar que haya resultados tangibles en la guerra contra las subidas de precios en un futuro próximo”, explica.
Aunque su mensaje suene negativo, Tidd reconoce que el gobierno argentino está haciendo varias cosas bien: los tipos de interés han subido sustancialmente en el último año (mantener tipos de interés reales positivos es un requisito del FMI); la moneda oficial se está devaluando a un ritmo rápido; y se ha producido una devaluación de libro, mediante la introducción de varios tipos de cambio nuevos.
“Se han implantado importantes leyes y se han llevado a cabo infraestructuras para explotar la formación de esquisto del yacimiento de Vaca Muerta, con el objetivo de reducir las importaciones energéticas del país, y pasar a ser el próximo exportador de crudo. Todos estos son movimientos estructurales esenciales que darán importantes beneficios a la economía en los próximos años”, añade.
Retos pendientes
La otra cara de la moda sigue mostrando que aún quedan muchos frentes a los que atender. Por ejemplo, considera que hay muchas normativas, muchos impuestos, muchos tipos de cambio y complicadas reglas de juego. «Las empresas pueden financiarse en divisa USD vinculada a tipos más bajos que los emisores estadounidenses con calificación AAA. Por lo que parece que al país le habría ido mucho mejor si hubiera eliminado el tipo de cambio controlado hace años”, pone como ejemplo el director de Hamco Financial.
En este sentido, también destaca que limitar la salida de capitales fomenta precisamente que los capitales salgan, y elimina el incentivo para atraer nuevos capitales a Argentina. Además, advierte de que el tipo de cambio oficial está perpetuamente persiguiendo al tipo de cambio no oficial, en una espiral ascendente sin fin.
“No hay flujo en ambos sentidos. La demanda de dólares es constante. Esta es una gran asignatura pendiente que probablemente quede pendiente de solucionar para el próximo gobierno. La grave sequía de este año restringirá aún más la capacidad de las exportaciones generadoras de dólares. Nadie parece esperar un cambio radical en la política cambiaria, y todo el mundo espera que se produzca una convergencia gradual y la unificación del tipo de cambio”, explica.
Oportunidades de inversión
A pesar de todos estos retos, Tidd considera que las valoraciones en Argentina son bajas: “No son las que había en Indonesia en 1998 o 2001, pero son buenas en relación con la calidad de las empresas que pueden comprarse a precio de ganga. Empresas que, en general, están generando ROE reales, a pesar de tener que navegar con una inflación cercana al 100%”.
De hecho, muchas están empezando a pagar dividendos interesantes, por lo que anima a los inversores a no ser pesimistas. “Los precios han mejorado significativamente durante el último año, y es de esperar que crezca el optimismo y, con un poco de suerte, llegarán abundantes oportunidades para los inversores”, matiza.
Según su visión, Argentina se parece mucho más al escenario de rentabilidades inestables del 12%, que a uno con rentabilidades uniformes del 8%. En estas situaciones de inestabilidad, opina que lo mejor sería no entusiasmarse demasiado ni en los picos ni en los valles, y tener un horizonte temporal largo para la inversión.
Como conclusión, Tidd apunta que en Argentina abundan las oportunidades. “El sector energético está inmerso en un proceso de transformación que durará una década y que llevará a Argentina de ser importador a ser exportador de energía. El sector financiero se está beneficiando de una política de tipos de interés reales positivos. Confiemos en que el resultado de las elecciones de este año signifique más estabilidad económica y de precios para el país”, concluye.