Después de una semana de reuniones con reguladores, políticos y empresarios del sector privado tanto en Brasil como en Argentina, Craig Botham, economista jefe de la división de mercados emergentes de Schroders, realiza una aguda comparación entre los dos países, de los que podría decirse que se encuentran en diferentes etapas de un mismo camino.
La situación política de Brasil es altamente febril, hasta el punto que en los tres días en los que el equipo permaneció de visita en el país, el ex presidente Lula da Silva pasó de ser una figura relegada, a una figura una restablecida, para volver a ser una figura caída en la ruina política, todo ello en medio de una maniobra política que podría servir de inspiración para la siguiente temporada de la serie de televisión “House of Cards”.
Es por ello que desde Schroders se abstienen de ofrecer cualquier tipo de predicción política para Brasil. Sin embargo, un punto de consenso entre todas las personas con las que el equipo de mercados emergentes se entrevistó fue que la crisis económica del país está inextricablemente ligada al clima de convulsión política. La resolución de la crisis política es universalmente considerada como una condición previa para un retorno al crecimiento, aunque las opiniones varían en cuanto al probable calendario. Para este año, está previsto el Producto Interior Bruto se retraiga de una forma similar, sino mayor, a la contracción sufrida en 2015.
Otro punto aparente de consenso fue la necesidad de una reforma fiscal. Con un déficit fiscal cercano al 10% del Producto Interior Bruto, se espera que la deuda del gobierno de Brasil suba rápidamente durante este periodo presidencial y que las reducciones del déficit sean complicadas, debido que gran parte del gasto del gobierno es obligatorio por ley y por lo tanto no está sujeto a recortes. Para restaurar la confianza del mercado, y si Brasil pretende recuperar su grado de inversión, estás leyes tendrán que cambiar. Uno de los principales gastos es la seguridad social, un elemento de gasto ruinoso que representa una gran parte del déficit. Es alentador que las reformas en este elemento social del gasto público tengan un apoyo político mayoritario, pero parece claro que ninguna reforma sería acometida durante la presidencia de Dilma Rousseff.
De hecho, existe una ambición relativamente limitada en la realización de reformas en todas las áreas económicas, incluso asumiendo que el proceso de destitución acabe de forma exitosa, siendo este el punto que más preocupa a la gestora de origen británico. La impresión general del equipo de mercados emergentes de Schroders es que una vez que la reforma fiscal sea ejecutada, la voluntad política para continuar con los cambios se limitaría, incluso con el mercado laboral y de producto en extrema necesidad de reforma y con una infraestructura clamando por nuevas inversiones.
Otra preocupación, es que el vicepresidente Michel Temer, en el caso de que fuera elegido presidente tras una posible destitución de Dilma, no sería capaz de cumplir en este frente, y lo que es peor, que, para las elecciones de 2018, la ira popular y el deseo de cambio que está empujando el proceso de destitución ya se habrán enfriado, y mayores y más dolorosas reformas serían rechazadas por electorado. Las consecuencias para el crecimiento potencial brasileño en un ambiente de bajos precios en las materias primas no deben ser subestimados.
Mientras tanto, en Argentina, hay más motivos para el optimismo, con un programa político mucho más encaminado hacia las reformas. El nuevo gobierno tiene un programa amplio y ambicioso programa de reformas, y un mandato popular para respaldarlo. Los primeros avances llegaron con el acuerdo para normalizar la deuda y pagar a los “holdouts”; y lo que es más importante, la legislación contó con el respaldo de todo el espectro político. Los objetivos fiscales y de inflación son los siguientes; y permitirán discernir entre lo atrevido y lo creíble en temas de reformas. Los funcionarios son francos, pero tienen confianza en los retos que enfrentan.
El año que viene será un año importante para el gobierno, ya que debe ejecutar reformas para el progreso y construir un apoyo popular más allá de las elecciones legislativas de 2017, que les podrían dar la mayoría que necesitan en las cámaras altas y bajas del Congreso. Este podría ser el principal riesgo que, según el equipo de mercados emergentes de Schroders, enfrenta el país; sin una mayoría, aumenta la incertidumbre de si la agenda de reformas podrá ser implementada al completo. Con la legislación a favor del pago de la deuda a los fondos buitres hubo consenso para conseguir que saliera adelante, pero no se puede afirmar lo mismo de las reformas económicas internas. Argentina puede servir de ejemplo para Brasil, en lo que se necesita para realmente restaurar la confianza internacional e interna, aunque después de doce años de políticas desastrosas. Desde Schroders esperan que Brasil no necesite el mismo periodo de tiempo para llegar a ese punto.