La larga batalla legal que mantiene Argentina con un grupo de tenedores de bonos se encuentra en su penúltimas etapas. La decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos de negar su apelación, cierra una de las puertas principales que podría haber dado lugar a una solución ordenada y amigable con el mercado, al problema de “holdout”. El resultado sigue siendo incierto y mucho dependerá del pragmatismo del gobierno.
Según Vivienne Taberer, portfolio manager en Investec Asset Management, ha sido una decisión dura que ni el gobierno ni el mercado esperaban, causante de la caída del mercado de los últimos días. En un discurso a la nación, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner dijo que el fallo, que podría dar lugar a demandas contra Argentina de hasta 15.000 millones de dólares, es «extorsivo». Hay apoyo para esta opinión en el país, con la oposición respaldando la posición del gobierno en cierta medida, pero dejando claro que un acuerdo negociado sería el mejor resultado.
Para la gestora existen básicamente cuatro posibilidades. La primera y menos probable sería el default y la reestructuración de toda la deuda pendiente. Para Raberer esta opción ha sido efectivamente descartada, pues la presidenta se ha comprometido a cumplir con las obligaciones de deuda de Argentina. Esta opción tendría el mayor impacto, lo que se traduciría en nuevas caídas importantes en los precios de los bonos. A pesar de la reciente declaración del gobierno de que no iba a pagar el cupón del 30 de junio a los holdouts, no esperan un incumplimiento de toda la deuda pendiente. Sin embargo, la probabilidad de un default técnico ha aumentado, dado el escaso tiempo entre ahora y el final del período de gracia para realizar el pago del cupón.
La segunda pasaría por pagar a los holdouts su reclamación por valor de 1.500 millones de dólares, opción que Investec AM, ve también poco probable. El gobierno, no sin razón, considera que esto podría allanar el terreno para futuras reclamaciones de otros holdouts y tenedores de deuda reestructurada, y la cantidad podría ascender a 15.000 millones de dólares.
La tercera y cuarta alternativas son las más probables y las que, según la firma sudafricana, el gobierno va a perseguir al mismo tiempo. La consecuencia será una mayor volatilidad en el precio que en última instancia conducirá a un bajo rendimiento de los bonos argentinos, y en particular los emitidos bajo la ley de Nueva York.
La tercera opción implicaría negociar con los holdouts a través del tribunal del juez Griesa. Argentina ha basado su dictamen en la declaración de Griesa de que su orden de pago a prorrata no obliga al país al default. El juez, sin embargo, no está en condiciones de forzar una solución entre las partes. Permanecen aún serias dudas sobre la disposición de los holdouts a aceptar un acuerdo menor y la voluntad y capacidad de ofrecer mejores condiciones que las que reciben los tenedores de bonos reestructurados de Argentina.
Un acuerdo intermedio entre la satisfacción de la demanda de los holdouts del pago total y un precio que refleje los mismos términos que los que reciben los tenedores de bonos reestructurados sería sin duda significativo y en última instancia conduciría a un rally en el precio de los bonos.
La última opción implicaría que el gobierno intente facilitar un intercambio de las leyes locales y buscar una manera de continuar con el pago de los tenedores de bonos reestructurados. No está del todo claro cómo funcionaría en la práctica, y hay un riesgo significativo de que este movimiento suponga un desafío a la orden del juez Griesa. Teniendo en cuenta que Argentina está enviando abogados para negociar con los holdouts, un intercambio de esta naturaleza es probable que sólo suceda si el país hace default, incluso si es sólo técnico. Si esto ocurriera, sería de esperar una continua presión sobre los precios de los bonos.
En resumen, la dirección de los precios de los bonos sigue siendo muy incierta, con riesgos sesgados a la baja. La gestora apuesta por un gobierno argentino mucho más pragmático de lo que ha sido en el pasado y en última instancia, las perspectivas a largo plazo para Argentina está mejorando. Sin embargo, también cree que los rendimientos se pueden ampliar aún más, por lo que que hasta que la situación se vuelve más clara, mantiene su posición infraponderada.
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