El último análisis de la firma de análisis Ecolatina ilustra la encrucijada en la que se encuentra Argentina, donde la brecha cambiaria entre el dólar oficial y el parlelo acumula cerca del 100% en lo que va de año. El Financial Times señaló esta semana el temor de los gestores de fondos a una devaluación, una medida que entra actualmente dentro de lo probable.
A inicio de noviembre y después de diversas intervenciones del Banco Central para contener la cotización del peso, las reservas de libre disponibilidad rondaron los 5.400 millones de dólares, alcanzando un mínimo desde comienzos de 2016.
Los analistas de Ecolatina resumen bien la situación: “Aunque los dólares paralelos no tienen un impacto significativo en la inflación, más allá de algunos bienes puntuales que puedan importarse con dólares propios, sí aumentan la percepción de que el tipo de cambio oficial está barato, invitando a comprar divisas a quien puede hacerlo. A la vez, fomentan la subfacturación de exportaciones y la sobrefacturación de importaciones, reduciendo la oferta neta de divisas en el mercado oficial. En la misma línea, impulsan la compra de “dólar ahorro”, en la búsqueda por arbitrar con los mercados paralelos y obtener rendimientos atractivos. Resultado de todas estas dinámicas, a mayor brecha, más difícil es frenar la sangría de reservas y contener las presiones cambiarias. A la vez, más brecha es más volatilidad e incertidumbre sobre el futuro de la economía y menos consumo e inversión. Por lo tanto, será casi imposible reactivar la economía con una brecha de tres dígitos, y será casi imposible bajar esta brecha sin pagar algún costo”.
La nota de Ecolatina señala que hay pocas opciones para el gobierno, la devaluación no parece descabellada pero la otra opción sería estrechar el cepo cambiario.
“El problema es que la devaluación no solo agravaría los problemas preexistentes, sino que, además, no garantiza frenar la corrida. En un contexto de reservas tan bajas, el punto de equilibrio entre la oferta y la demanda de dólares es incierto, aun cuando el ajuste por precios sea significativo y no haya razones “reales” para seguir devaluando. Por lo tanto, una corrección del dólar oficial sin un plan que genere confianza es más parte del problema que de la solución. No obstante, si nada cambia es un desenlace que se terminará imponiendo, casi de manera inexorable. Otra opción sería un nuevo endurecimiento del cepo, en la búsqueda por achicar todavía más la demanda de dólares en el mercado oficial. Los resultados registrados desde el último refuerzo del control de cambios fueron bastante negativos: la brecha saltó y la sangría de reservas se atenuó en el margen. A la vez, seguir fortaleciendo las restricciones trabaría todavía más el normal funcionamiento de la actividad productiva, minando el consumo y la inversión. Por último, y no menor, si no hubiera cambios de fondo, es probable que la misma situación se repita dentro de un par de meses”, explican los expertos”.
Así, Argentina evoluciona en un círculo vicioso del que no parece poder salir: una devaluación agravaría los problemas, pero extremar el cepo también. Ecolatina concluye fatalista: “El tiempo corre y el poder de fuego del Banco Central sigue agotándose. No hay razones para devaluar; tampoco reservas para contener una corrida”.