Argentina se encuentra atrapada en una espiral dialéctica. Aunque sus dirigentes niegan que haya llegado a una suspensión de pagos selectiva, el hecho de que la agencia de rating Standard & Poor’s haya declarado al país en esa situación hace que prácticamente todo el mercado lo considere así. La decisión, que llega después de que Argentina fracasara el pasado miércoles en su intento por llegar a un acuerdo de última hora con los fondos de cobertura que la demandaron por su cesación de pagos hace una década, deja al país atrapado entre la esperanza de un acuerdo in extremis para encontrar una solución y un nuevo default que puede agravar los padecimientos de una economía en recesión.
Aunque las negociaciones continúan, los gestores y economistas tildan la situación de “decepcionante”, según Girish Patil, especialista de carteras de deuda emergente de ING IM, pues la mayoría esperaba un acuerdo y creen que podría haber consecuencias negativas para el país.
Y para sus mercados de deuda, aunque Colm McDonagh, gestor del BNY Mellon Emerging Market Corporate Bond Fund, matiza que las consecuencias para los tenedores de bonos públicos depende de si se compraron bajo la ley de Nueva York, la británica o la argentina. Los primeros están sujetos a defaults selectivos (debido a temas legales complejos) y los últimos no.
Brett Diment, responsable de deuda emergente de Aberdeen Asset Management, espera una venta de bonos argentinos en los próximos días como resultado de la situación que afrontan los bonos bajo la ley americana ante la incertidumbre del pago de los cupones en 2014. Pero de cara a los próximos meses es más positivo: “Creemos que hay una buena oportunidad para que el Gobierno arregle el default a principios de 2015”, explica pues la cláusula RUFO, que require que el país ofrezca los mismos términos a los tenedores de bonos extranjeros si ofrece mejores condiciones a otros prestamistas, expira a finales de este año, allanando el camino para que se renegocien las condiciones. De dar pasos positivos, los bonos del país podrían beneficiarse y permitir que Argentina vuelva a ganar el acceso a los mercados de deuda internacionales, lo que le permitiría rebajar su prima de riesgo. En definitiva, cree que las posibles soluciones en los próximos días llevarán a una situación de volatilidad en la deuda pública del país.
Lo mismo cree Steve Drew, responsable de crédito emergente en Henderson Global Investors: “En términos de capacidad de pago, Argentina quiere evitar pagar mucho más de lo que tiene que pagar. El fin de la cláusula RUFO en diciembre de 2014 ofrece una potencial estrategia de salida pues permitiría a Argentina negociar mejores términos con los acreedores sin asumir pagos adicionales a los establecidos en 2005 y 2010”.
Ilan Goldfajn, economista jefe de Análisis macro de Itaú, considera que el default podría poner contra las cuerdas al mercado de los CDS en los próximos días. “Los tenedores de deuda reestructurada podrían pedir el pago inmediato del principal si el 25% de ellos acuerda pedirlo al Banco de Nueva York. Un default implicaría unos 30.000 millones de dólares en bonos bajo la ley extranjera debido a ese default cruzado”, explica. Las consecuencias del default serían negativas para la economía del país, explica, aunque no tanto como las del default del año 2001: los flujos de capital podrían caer en un momento en el que las reservas son bajas y el Gobierno podría reaccionar con mayores restricciones al control de capitales, si bien el ritmo de depreciación de la divisa y los tipos de interés necesitarían aumentar, lo que hundiría más la actividad económica.
El impacto en otros mercados
Con respecto a la infección a otros mercados, los expertos lo descartan, aunque las bolsas europeas, y entre ellas la española, sufrieron ayer. Así lo creen en BNY Mellon o Fidelity. “Esperamos que el contagio a otros mercados sea muy limitado. Se trata de un default selectivo y representa un caso legal muy técnico. Argentina lleva años aislada de los mercados internacionales así que no esperamos que este default distorsione ningún flujo global de capital. Sin embargo, habrá riesgo de un default a más largo plazo que tendría un impacto negativo en la economía argentina. Llegados a ese punto, el mercado seguramente descontaría un retraso de la devolución de la deuda a todos los acreedores de sus bonos”, comenta Steve Ellis, gestor del fondo FF Emerging Market Debt Fund de Fidelity WI.
Patil, de ING IM, considera que como clase en conjunto, la deuda emergente no tendría por qué verse afectada de forma significativa, debido a su limitado peso en el universo. “La economía argentina está preparada para su default y no sufriría un shock como en 2001. Además, su economía supone menos del 1% del PIB global, así que no vemos daños a nivel mundial”, apostilla.
Las soluciones
Entre las soluciones, los expertos esperan nuevos acuerdos próximamente. “Argentina está dispuesta y es capaz de pagar toda su deuda con la excepción de la deuda en situación de default validada por los tribunales de EE.UU. Pueden buscar una resolución en enero de 2015 y no antes, debido a asuntos legales. Esperamos que busquen resolver la situación con negociaciones en los próximos meses”, dice McDonagh. También podría ocurrir que un consorcio de bancos locales comprara esa deuda para evitar el default, explica el experto, que espera mayores negociaciones para poder solucionar los problemas. “Argentina necesita y quiere tener acceso a los capitales internacionales para desarrollar sus reservas de gas y petróleo y restaurar el crecimiento de cara a las elecciones de finales de 2015”, apostilla.
Patil considera que tanto los miembros de la asociación bancaria argentina (ADEBA) como un grupo de bancos internacionales están dispuestos a asumir las peticiones de los tenedores de deuda. “Si eso ocurre en los próximos días o semanas, Argentina será capaz probablemente de arreglar el default”, explica y añade que S&P podría corregir su nota al país en ese caso.
Yerlan Syzdykov, gestor de deuda emergente de Pioneer Investments, también confía en una solución, más cercana tras los sucesos de los últimos días. “Argentina se beneficiará de una salida a la larga disputa incluso aunque en este caso incluya un default selectivo, pues la disputa ha tenido en resaca al mercado durante varios años y ha sido un obstáculo para atraer capitales al país. Aunque el momento de la resolución no está claro, veríamos una resolución como una oportunidad para incrementar nuestra exposición a la deuda pública argentina”, apostilla. En su fondo estrella de deuda emergente, tienen una posición en el país del 2,7%, una posición de sobreponderación frente al índice, pero en deuda pública la exposición es de solo el 0,45%, debido a la cautela ante la situación del pago de la deuda.
Emiliano Surballe, analista de renta fija de Bank Julius Baer, cree que la situación se ha complicado notablemente, pues mientras el mercado espera una solución en los próximos días, los riesgos de ejecución han aumentado con respecto a la situación previa al default. “Ahora Argentina no solo tendrá que negociar con los prestamistas sino también con los tenedores de deuda pública que acaban de sufrir default”, comenta. Con todo, matiza que la situación que ha generado el default es más de índole legal que por la incapacidad del país de pagar su deuda.
¿Qué hacer?
Ante los problemas, en BNY Mellon buscan una oportunidad de compra, dado que la situación es distinta para los tenedores de deuda del país bajo la ley neoyorquina o argentina. También en Aberdeen tienen sesgo hacia bonos en dólares bajo la ley argentina, que se beneficiarían de un acuerdo: prefieren añadir a las carteras bonos denominados en dólares bajo la ley argentina, pues creen que las perspectivas de arreglar la situación en 2015 son altas, lo que sería un catalizador para ese tipo de deuda. Y en Pioneer Investment también buscarían una oportunidad de compra ante una potencial solución.
Pero otras gestoras prefieren no tener esta deuda en sus carteras. Es el caso de Brandywine, gestora de Legg Mason, que a principios de mes explicaba que «la economía de Argentina parece que está preparada para seguir cayendo este año”. Regina Borromeo, gestora, comentaba que “las políticas económicas de Kirchner contribuyen al deterioro de la confianza y además no muestra signos de cambio a corto plazo”. Es por ello que en Brandywine “queremos evitar sus bonos soberanos, especialmente por ser un país sobre el que muchos consideran que existe un serio riesgo de impago’”.