El riesgo a una nueva crisis soberana en la zona euro parece haberse detenido tras la incertidumbre que provocaron las elecciones italianas y la posterior configuración de un gobierno populista. A finales del segundo trimestre, Italia pasó a centrar todas las miradas y el miedo a un contagio volvió a resurgir. ¿Aguantará Italia -y el resto de mercados periféricos- el ruido político?
Ruido como el que protagonizado por el viceprimer ministro de Italia y líder de Movimiento 5 Estrellas, Luigi Di Maio, al afirmar que el gobierno no ratificaría el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Canadá (CETA, por sus siglas en inglés). Este tipo de declaraciones generan incertidumbre en el mercado e inquietud en los inversores internacionales, que aún mantienen vivo en su memoria lo ocurrido con Grecia durante la crisis económica.
En este sentido, las gestoras tranquilizan y defienden que no estamos ante el mismo caso. “Por sencilla que pueda resultar la idea de que estamos ante un Grecia II, existen varios factores que desbancan esta perspectiva. Por una parte, la economía italiana es mucho más grande: representa aproximadamente el 15% de la actividad económica registrada en la zona euro, frente al 1,6% para Grecia, y tradicionalmente su economía y su sistema bancario se consideran mucho más integrados con el resto de la zona euro. Italia es asimismo el tercer deudor más grande del mundo (130% de su PIB), después de Estados Unidos y Japón. Además según las cifras que maneja Deutsche Bank, solamente el 40% de esta deuda tiene acreedores domésticos: los inversores extranjeros (en torno al 35%) y el Eurosistema (aproximadamente el 18%) representan la mayor parte”, explican desde Robeco.
Igualmente, consideran que el contagio hacia otros países, en especial los periféricos como España o Portugal, es bajo. Según argumentan Oliver Marcoit y Guilhem Savry, gestores de estrategias multiactivo de Unigestion, el contagio es muy limitado dada la consolidación que hay en la zona del euro desde la crisis de la deuda europea.
“Sin embargo, España tiene sus propios problemas y la moción de censura que tuvo lugar en junio revivió las tensiones del mercado, ya que los mercados están teniendo en cuenta el riesgo de que los partidos populistas accedan a funciones ejecutivas. La combinación del peligro político tanto en Italia como en España pesaría sobre los activos europeos en su conjunto, con los diferenciales del gobierno periférico y el euro en primera línea”, advierten Marcoit y Savry.
Los riesgos de Italia
Que exista un riesgo de contagio bajo o que Italia sea una realidad totalmente diferente a lo que fue Grecia no exime de que tenga por delante un larga lista de tareas para evitar debilitar el proyecto europeo. En opinión de Philipp Vorndran, estratega de mercados de Flossbach von Storch, Italia se encuentra en un momento de transición y enfrenta a sus arcas públicas a un nuevo reto, únicamente viable si se mantienen los tipos de interés en el nivel actual.
De hecho, el “Gobierno por el cambio” que propone el primer ministro italiano Giuseppe Conte es un reto para las arcas públicas y puede propiciar un desajuste mayor de lo esperado. Según un estudio del Instituto de Investigación de Flossbach von Storch, el efecto fiscal negativo neto de las medidas anunciadas podría alcanzar los 100.000 millones de euros anuales.
Entre las medidas anunciadas se encuentran la reducción de los impuestos sobre carburantes, la derogación de la reciente reforma de las pensiones y la creación de una renta para los ciudadanos que viven por debajo del umbral de la pobreza. El plan del ministro Conte, sin embargo, no aclara cómo piensa financiar éstas y otras medidas. Por un lado, el IVA se mantiene invariable. Por otro, la reducción de gastos como por ejemplo la abolición de las “pensiones de oro”, limitaciones en las misiones internacionales y la eliminación de la pensión vitalicia para los diputados, no libera suficiente capital como para financiar las medidas previstas por el acuerdo de coalición. Según este estudio, el agujero financiero en las arcas públicas podría alcanzar los 120.000 millones de euros.
En opinión Vorndran , también parece improbable que estas medidas impulsen significativamente el crecimiento económico y mejoren la balanza comercial. “La mitad de las medidas anunciadas tendrían un impacto negativo al pasar del 132% actual a un 141% del BIP hasta final del mandato. Siempre y cuando la economía de Italia mantenga el ritmo de crecimiento de los últimos cinco años y el BCE prolongue su política monetaria favorable para la refinanciación de costes”, señala.