“El‘no’ griego fue un fuerte y confiado. Pero la fuerza de la victoria pone en una posición difícil tanto al primer ministro griego Tsipras, como a sus colegas de Syriza. El pueblo griego votó no pensando que este resultado fortalecería a Tspiras en las negociaciones y que el primer ministro iba a ser capaz de introducir cambios decisivos y rápidos al retomar las negociaciones, pero ambos supuestos resultaron ser erróneos”, explica Jamil Baz, Chief Investment Strategist de Man Group.
Lo que quedó tras el referéndum griego tiene mucho de familiar. Desde la crisis de Lehman, cuando se dejó caer el banco casi como por accidente, los gobiernos se han visto divididos entre el temor de sentar un precedente (el llamado «riesgo moral») y el miedo de causar una quiebra que acabe desestabilizando todo.
Si nos fijamos de cerca en las negociaciones entre Grecia y sus acreedores, todo se reducía a un par de miles de millones de euros en el tema de las pensiones griegas. Era un pequeño cambio en el gran esquema, pero los acreedores parecía querer convertir la negociación en una humillación que enviara una advertencia a los partidos populistas de toda la zona euro, cuenta Baz.
Visto lo sucedido ahora, a medio plazo Man Group cree que las posibilidades de un Grexit se sitúan en torno al hay 60%. “Y por Grexit, seamos claros, nos referimos a una probable salida tanto del euro como de la UE”, explica el experto de la firma. Baz estima que no sería viable tener a Grecia dentro de la UE y sin embargo devaluar al mismo su moneda de forma drástica, lo que haría sus exportaciones artificialmente baratas. Además, los países que se atienen más a las normas se levantarían en armas. La opción más probable es que Grecia salga de la UE y que los aranceles y las barreras comerciales que se impongan neutralicen sus ventajas.
“Más allá del ruido y la furia, parece un momento oportuno para centrar nuestra atención de forma más amplia en el proyecto europeo y, en concreto, en la Unión Económica Monetaria («UEM»). Creemos que a largo plazo, Europa y la UEM se enfrentan a diversos y significativos obstáculos políticos y económicos. Las siguientes razones no son ni concluyentes ni necesariamente agotan el tema, pero creemos que vale la pena mirar más allá de Grecia y lo que está pasando a corto plazo para señalar algunos de los errores que han provocado la crisis actual y seguirán inquietando el proyecto europeo, sea cual sea el resultado de las negociaciones griegas”, dice Baz que repasa a continuación, lo que cree que son los obstáculos de una Europa unida:
1) Por su naturaleza, la unión monetaria es antidemocrática. Dado que ningún gobierno dispone de instrumentos de política monetaria, independientemente de su posición política, se ven obligados a recurrir a recortes de salarios y al desmantelamiento del estado del bienestar para administrar sus economías. La Unión Monetaria Europea es el caballo de Troya del capitalismo de libre mercado. Solo hay que ver cómo el presidente Hollande y el primer ministro Renzi, dos políticos situados en el centro-izquierda, no han logrado forjar políticas de izquierda creíbles dentro de la camisa de fuerza que supone la UEM. Este es el tipo de fenómeno que acumula frustración contra los gobiernos locales, y a continuación, contra las fuerzas del mercado ellos tienen que gestionar. ¿Cuál es el posible resultado? Más partidos populistas anti-Bruselas.
2) A pesar del desapalancamiento visto en los últimos años, todos los países del G-7 han aumentado sus ratios de deuda total respecto al PIB desde 2007, y en la zona euro esto ha sido peor que en Estados Unidos. Si se trataba de una crisis de desapalancamiento, está lejos de terminar.
3) Los países como Italia y Francia necesitan ajustar sus salarios a la baja en un 25% con respecto a Alemania para poder solucionar los problemas estructurales de su economía. Si suponemos que esto ocurrirá en un período de tiempo de entre 5 a 10 años, y siempre que consideremos que la inflación salarial en Alemania sea del 1%, en estos dos países supondría una deflación del -2%, lo que provoca que los costes de endeudamiento reales sean de hasta el 6% en un país como Italia. Un endeudamiento de esta magnitud llevaría a la quiebra en un espacio de tiempo muy corto. En otras palabras, si los países deficitarios se vuelven competitivos, serán insolventes; si no ajustan sus salarios relativos, las deudas seguirán aumentando.
4) Es opinión de Man Group, la UEM simplemente no funcionará a menos que los países con superávit (el principal de ellos es Alemania) opte por transferir una parte sustancial de su PIB a los países deficitarios, una cifra que podría rondar el 10% anual. Teniendo en cuenta que la canciller Merkel no tiene siquiera el capital político para sacar adelante un acuerdo con Grecia que implique una pequeña quita, las transferencias fiscales no parecen meramente probables.
Por todo esto, apuntan desde Man Gropuo, tal vez deberíamos pensar que más que un hecho aislado, la crisis en Grecia está poniendo de relieve fallos estructurales más amplios en la zona euro. La UEM puede haber impuesto políticas que han paralizados la democracia en varios países miembros. El resentimiento popular también empieza a profundizar en los desequilibrios estructurales que hay en el collage europeo. «Creemos que a largo plazo, todo esto será difícil de gestionar, pero habrá otras tragedias en el camino, y es probable que sean más dolorosas y prolongadas que lo de Grecia», concluye Baz.