Los mercados esperaban detalles pero no tanto acciones concretas. Y el presidente del BCE, Mario Draghi, ha vuelto a sorprender: ha cumplido sus promesas antes de lo que se esperaba, y ha confirmado los planes de comprar activos titulizados y bonos garantizados en los mercados para luchar contra la amenza de la deflación e impulsar la recuperación en la eurozona, medidas que anunció antes del verano. La fecha ya está sobre la mesa: la compra de activos empezará en octubre.
Draghi, que comparecía en rueda de prensa poco después de que el BCE anunciara por sorpresa un recorte del precio oficial del dinero hasta un histórico 0,05%, señalaba que esos activos podrán ser tanto del sector privado como del público y que el programa contempla la compra de titulizaciones ya existentes y nuevas y también de cédulas inmobiliarias. En concreto, comprará una amplia cartera de ABS simples y transparentes, que según indicó, tendrán un «considerable impacto» en el balance de la entidad. Sobre ese impacto y sobre la cuantía del programa de compra de activos dará más detalles el próximo 2 de octubre.
La decisión no ha tomado por sorpresa a los expertos, pero sí el timing, pues la mayoría esperaba que las medidas comenzaran a implementarse el próximo año, a pesar de que creen que los mercados las estaban demandando con fuerta. Martín Harvey, gestor de fondos de renta fija de Threadneedle Investments, asegura que las medidas de estímulo anunciadas por el BCE “superaron las expectativas del mercado una vez más”. “Aunque no habíamos previsto que el BCE actuaría en la reunión de septiembre, está justificado que lo haga y debería haberlo hecho antes”, comenta Stephanie Lindeck, analista de Julius Baer, pues las medidas tardarán tiempo en hacer efecto.
Algunos consideran que Mario Draghi ha adelantado las medidas no solo por esa demanda de los mercados sino también por su preocupación ante la situación de la economía europea. “La decisión que ha comunicado Draghi refuerza nuestra opinión de que el BCE está muy preocupado por la situación actual de la zona euro. Demuestra que está realmente preparado para hacer cualquier cosa que esté en su mano (en lugar del “cueste lo que cueste” del famoso discurso de Draghi en 2012) para contribuir a mejorar el lento crecimiento y luchar contra la amenaza de una espiral deflacionista”, interpreta Holger Fahrinkrug, economista de Meriten, parte de BNY Mellon.
Tras el recorte de tipos… solo quedan las medidas no convencionales y las reformas estructurales
Tras el último recorte, las tasas de interés, según Draghi, han alcanzado ya el nivel más bajo, por lo que cualquier apoyo monetario o estímulo adicional tendrá que venir a través de canales poco convencionales, medidas cuantitativas que estimulen el balance del BCE y que incrementen la liquidez en la economía. “Una combinación de los TLTROs, ABS y la cobertura de compra de bonos están, de alguna forma, allanando el camino a las medidas poco convencionales aunque, de momento, no esté distribuyendo QE (flexibilización cuantitativa) que esperaban los mercados, con la compra de bonos”, explica Fahrinkrug.
Y podría no irle mal. “Consideramos que las medidas anunciadas hoy pueden ser bastante eficientes. Los TLTROs y la compra de ABS posiblemente reduzcan la provisión de liquidez a través de operaciones regulares de refinanciación, pero tendrán un efecto positivo a la hora de estimular el balance del BCE y liberar el de los bancos comerciales para que tengan más libertad de ofrecer préstamos que contribuyan a mejorar la economía real”, explican en Meriten. De hecho, al bajar también los tipos, el BCE ha establecido además la facilidad de depósito en el -0,20%, frente al -0,10% anterior, y ha reducido la facilidad marginal de crédito, por la que presta dinero a los bancos durante un día, en 10 puntos básicos hasta el 0,30%, con efectos a partir del 10 de septiembre. Con la rebaja de la facilidad de depósito, Draghi presiona a la banca para liberar el dinero que mantiene depositado en la institución (actualmente 23.950 millones y un exceso de reservas superior a los 100.000 millones).
Impulsar la actividad
Sin embargo, estimular el préstamo y el crecimiento de la economía real es más complicado que impulsar la capacidad del sector financiero para prestar, dicen en Meriten. En este sentido, una vez más, Draghi se ha mostrado bastante explícito. Espera que se ejecuten más reformas en los países del euro afectados por la crisis, que tendrán avanzar con reformas estructurales a cambio de un menor crecimiento a corto plazo.
Con todo, Philippe Waechter, economista jefe de Natixis Asset Magement, añade que la diferencia con el LTRO de 2011 es que éste está aquí para quedarse… y eso se notará y tendrá impacto en el crecimiento económico. Además, recuerda que uno de los grandes objetivos de estas medidas es provocar una caída en el valor del euro, que ayude a impulsar la actividad. “Los menores tipos de interés ayudarán a reducir el atractivo de la divisa europea”, explica, a la vez que la creación de euros para afrontar el programa de compras tendrá un impacto bajista en la divisa, que se depreciará de forma “dramática”, dando ventaja competitiva a las compañías del área euro en sus exportaciones y ayudando al crecimiento. Además, los cambios en las condiciones de financiación con los tipos más bajos también ayudarán a impulsar la demanda interna y podrían ayudar a un crecimiento del PIB en la zona del 1,9% en 2016 en lugar del 1,8%, según el experto. Desde Julius Baer no ven una caída del euro, sino una apreciación a pesar de las medidas debido a otros factores macroeconómico.
El BCE gana confianza
Harvey señala que la reciente caída en las previsiones de inflación han inspirado tanto el recorte en los tipos de interés como el firme acuerdo de compra de títulos de deuda. El gestor indica que, a pesar de que existen dificultades técnicas en las adquisiciones a gran escala de deuda, “esta medida debería ser lo suficientemente grande como para impulsar la confianza en la capacidad del BCE para hacer cumplir su mandato” (el control de la inflación). Una actuación que marcaría el inicio del “quantitative easing” a la europea.
Para Lindeck, el BCE ha adoptado una postura más agresiva, porque el coste de no hacer nada para combatir el creciente riesgo deflacionista y la falta de crecimiento es mayor que el de posibles efectos secundarios negativos de un sobrecalentamiento de los activos. Por eso cree que la autoridad está resucitando las especulaciones sobre un QE que, de no llegar, podría causar decepción en los mercados.
Pero, ¿habrá QE?
Según miembros del equipo de renta variable europea de Aberdeen AM, Draghi podría estar haciendo todo lo necesario para resucitar los mercados e impulsar la economía… todo, excepto un QE que querría, en el fondo, evitar.
Desde Meriten consideran que un QE podría ser, incluso, contraproducente. “Las medidas anunciadas el 5 de junio y las de hoy tienen un gran alcance y son complejas. Considerando la caída de tipos que se ha realizado hasta el momento, la rentabilidad actual de los bonos y la emisiones de los periféricos en la zona euro; por eso nos cuesta ver que compras adicionales de deuda soberana sean beneficiosas ya que podrían implicar un coste muy alto para la batalla legal, política y social de naciones e instituciones europeas. Es difícil imaginar que se va a efectuar en el corto plazo una compra de deuda soberana como, por ejemplo, el QE. El único escenario en que creemos que se podrían implantar estas medidas es si la caída de la inflación continúa, a pesar de ir debilitando el euro”.
Sin embargo, creen que cualquiera de estos escenarios podría ser considerado siempre y cuando haya pasado un tiempo adecuado para evaluar si las últimas medidas anunciadas han surtido efecto. “Es posible pensar que los mercados de renta fija de la zona euro muestren desilusión tras estas medidas ya que podrían marcar el principio de un camino que terminaría con las políticas de estímulo del BCE”. “Podría ser antesala de un QE pero el BCE primero desea ver el impacto del actual LTRO para ver si estimula la economía”, añade Paras Anand, responsable de Renta Variable Europea en Fidelity.
Waechter considera que si Draghi hubiera anunciado medidas distintas a las de la anterior reunión, como un QE, estaría “creando una situación en la que reduciría los incentivos” para que los Gobiernos sigan trabajando. Pero admite que ese QE puede llegar en el futuro: “Si estas medidas no bastan, el BCE tiene la posibilidad de realizar un QE más clásico. La autoridad quiere reaccionar a la inercia vista en la erozona de falta de crecimiento, inflación y creación de empleo; quiere estar en el centro de la solución”, apostilla.
En caso de llegar, en Fidelity dudan de sus efectos, porque pueden ser acciones demasiado tardías. “La medida más estimulativa para Europa será cuando EE.UU. empiece a subir tipos; algo que debilitará al euro y ayudará a impulsar la economía europea”, comenta David Buckle, responsable de Análisis Cuantitativo y Renta Fija en la gestora.