Un tema clave a comienzos de 2019 es la ralentización económica sincronizada a nivel global. Este el claro mensaje que dejan recientes encuestas del PMI. El crecimiento mundial parece estar en decadencia, mientras que los riesgos globales continúan aumentando el clima de incertidumbre. En las economías desarrolladas, todos los ojos están puestos en el ciclo estadounidense y en la caída del índice ISM. Mientras, en las economías emergentes, el foco está naturalmente en China, cuya economía continúa dando muestras de ralentización a comienzos de este año.
Sin embargo, el jefe de análisis macroeconómico de Amundi Asset Management, Didier Borowski, señala que las apariencias pueden ser engañosas, ya que las señales de una ralentización están principalmente relacionadas con el sector manufacturero (inherentemente más expuesto al comercio global), que tenderá a contraerse con el paso del tiempo. Además, cabe recordar que 2018 arrancó con una aparente sincronizada expansión mundial, pero no duró mucho. Por ello, el autor cree que no debería juzgarse 2019 todavía, ya que diversos factores que pesaron en los últimos meses han desaparecido (el petróleo se ha desplomado un 30% desde octubre). Estados Unidos y China parecen haber llegado a una tregua comercial que interesa a ambas partes. En ese entorno, la aparente sincronización del ciclo global puede ser efímera. Mientras Estados Unidos y China están ralentizándose gradualmente, el resto del mundo todavía podría experimentar “ciclos autónomos”, algo que parece más probable si se establecen políticas monetarias más conciliadoras.
Estados Unidos
Entre las tendencias que están afectando a las principales regiones, Borowski destaca los 5 puntos de caída que ha experimentado el ISM manufacturero en Estados Unidos, alcanzando el pasado diciembre su nivel más bajo desde noviembre de 2016. Esto sugiere que la desaceleración podría ser más seria de lo que parecía, especialmente porque los diferenciales de crédito se han estrechado considerablemente en las últimas semanas. El cierre del Gobierno y la corrección de la Bolsa también han contribuido a generar incertidumbre. Mientras tanto, el efecto estimulante de las reducciones de impuestos y del aumento de los gastos va a comenzar a desvanecerse. Por ello, es probable que las inversiones empresariales registren una mayor ralentización de lo esperado.
Sin embargo, para Amundi AM, ninguno de estos factores es suficiente para llevar a Estados Unidos a una recesión, ya que la fuerza del mercado laboral debería seguir promoviendo el consumo doméstico y el crecimiento económico parece listo para regresar a su potencial (alrededor del 1,7 %-1,8 %). El panorama general es el de una desaceleración significativa que irá acompañada de una caída de los ingresos en el mercado.
En ese contexto, es probable que la Fed haga una pausa, ya que los riesgos están comenzando a ser asimétricos y todavía habrá tiempo para recuperar la normalización monetaria si no se materializa la desaceleración y, al mismo tiempo, la inflación empieza a incrementarse.
Europa
Mientras, en Europa, pese a que la recuperación comenzó más tarde que en Estados Unidos, sus economías comenzaron a ralentizarse en 2018 y todavía había signos de una crisis a finales de año. Entre los factores que contribuyeron a la caída del crecimiento, Borowski destaca la subida de los precios del petróleo hasta octubre, la desaceleración del comercio global y el reducido crecimiento de las economías emergentes. Además, la incertidumbre política en numerosos frentes –como el Brexit, el presupuesto italiano o las protestas de los chalecos amarillos en Francia- ha hecho que las perspectivas para Europa sean más sombrías.
No obstante, Borowski considera que hay que esperar a las elecciones del Parlamento europeo en mayo próximo para que se produzca un progreso significativo que fortalezca la Eurozona. Mientras tanto, las tensiones políticas son inevitables.
Japón
La economía japonesa se debilitó hacia finales del año pasado. Sin embargo, Borowski afirma que está aislada en gran medida de los efectos de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, ya que las exportaciones a esos países solo suponen un 3 % de su PIB. El lado positivo es que las empresas japonesas están planeando aumentar sus inversiones hasta un nivel no visto desde 2007, pese a las amenazas que pesan actualmente sobre el comercio global, a lo que se une la resistencia de su mercado laboral y que los salarios estén subiendo al ritmo más rápido de los últimos 20 años.
China
En el caso de China, la amenaza del proteccionismo ha debilitado su economía e incrementado el riesgo de un aterrizaje forzoso. Pese a que las autoridades chinas cambiaron de forma radical la dirección de su política económica durante el verano, implementando medidas contra cíclicas para estabilizar la divisa, esto todavía no ha tenido efecto. Borowski cree que China utilizará todas las palancas a su disposición para evitar ese aterrizaje forzoso y señala que es importante recordar que cuenta con más influencia en estas circunstancias que Estados Unidos. Por todo ello, espera una desaceleración controlada de la economía china. Además, el acuerdo alcanzado con Estados Unidos en la cumbre del G20 en Buenos Aires debería aliviar las tensiones entre los dos países por unos meses.
Mercados emergentes
En el resto de economías emergentes, el deterioro de las condiciones nacionales -sobre todo debido a los riesgos generados por el proteccionismo estadounidense- continuará pesando sobre el clima de negocios e inversiones (particularmente en el norte de Asia y México). Sin embargo, algunos países como Indonesia y Filipinas, continuarán cubriendo sus necesidades de infraestructuras y el consumo debería mantenerse fuerte en aquellos países que están cerca del pleno empleo. Varias economías emergentes, sin embargo, todavía permanecen débiles, como es el caso de Argentina y Sudáfrica, mientras que la recesión de Turquía se profundizó a principios de año. Pese a todo, Borowski destaca que los dos factores que desestabilizaron a las economías emergentes en 2018, como son el alza de tasas en Estados Unidos y la apreciación del dólar, ya no son un problema: las tasas a largo plazo han bajado y el dólar ha dejado de subir, lo que reducirá la presión en aquellos países que cuentan con gran parte de su deuda denominada en dólares.
Conclusiones
Las tensiones comerciales siguen altas y el comercio global es lento, pero esto no significa que el crecimiento vaya a desplomarse.La perturbación de las cadenas de valor que ha generado la guerra comercial está cambiando el panorama del comercio internacional de bienes, para el beneficio de China. El comercio en el sector servicios está expandiéndose, las economías permanecen entrelazadas y Donald Trump se encuentra aislado en la escena internacional. Para Amundi AM, es particularmente importante señalar que los intereses de los regímenes populistas/nacionalistas no están convergiendo necesariamente: muchos de ellos dependen del resto del mundo para su desarrollo (Europa del Este, Turquía y Brasil, entre otros). Por último, la proporción de consumo tiende a aumentar en los países emergentes según van desarrollándose.
Por todo ello, lo más probable es que las economías experimenten ciclos económicos más autónomos en el futuro, ya que estos serán más dependientes de la demanda interna. En un mundo con un entorno político cada vez más inestable, Borowski considera que deberíamos esperar que los ciclos económicos se desacoplen con mayor frecuencia. A corto plazo, dado el panorama incierto que existe para Estados Unidos y China, los riesgos continúan inclinados de forma desfavorable. Aunque está claro que no podemos descartar una desaceleración global sincronizada que perdure en el tiempo, Amundi AM cree firmemente que las economías emergentes y avanzadas se desvincularán de nuevo a finales de este año.