Durante la segunda semana de abril BlackRock reúne en Miami a inversores líderes de los más de 11 países en los que hace negocio en las Américas en un evento que, bajo el lema Empowering Outcomes, tratará las tendencias más relevantes para inversores de wealth management e institucionales. Se trata del evento flaghship de BlackRock para los inversores de la región y tiene un enfoque muy dinámico ya que, como detalla Aitor Jauregui, Director de BlackRock para América Latina, el objetivo es no solo poder abordar temáticas clave para la gestora, sino que la comunicación fluya en ambas direcciones, de modo que los clientes también puedan participar y compartir su visión de la industria: “Queremos escuchar a líderes y agentes relevantes en la industria”.
BlackRock tiene presencia local en cuatro países de América Latina: México, Brasil, Chile y Colombia. Desde esta última también se cubren los mercados de Perú y Centroamérica. La firma cuenta asimismo con oficinas en Miami, desde donde se cubre el negocio de Latin America Offshore Wealth (y parte de Argentina y Uruguay), así como personas dedicadas a desarrollo de negocio en Houston y San Francisco para clientes offshore en Asia. Además, en la sede de Nueva York tienen equipos de producto y estrategia que dan soporte a toda la región.
En total, hay 280 personas en BlackRock cubriendo América Latina y Latin America Offshore Wealth. La firma tiene presencia en Latinoamerica desde hace casi tres décadas, con más de 100.000 millones de dólares invertidos en diferentes compañías y emisiones de deuda en la región. “Nuestra visión y compromiso con América Latina es de largo plazo y va más allá de las incertidumbres que existen en todo momento”, afirma Jauregui.
Tendencias en el mercado offshore
Jauregui destaca el notable incremento de la democratización del acceso de los inversores en Latinoamérica en los últimos cinco años. Por un lado, habla de la aparición de nuevos actores, como multi family offices o así como wealth managers onshore tradicionales (cita bancos en Colombia, Chile o Perú) que están ofreciendo la posibilidad de contratar servicios offshore principalmente a través de RIAS. “Entendemos que el hecho de ofrecer servicios onshore-offshore debajo de un mismo tejado está permitiendo que fidelicen a muchos clientes”, comenta al respecto.
Jauregui también constata que el mayor acceso al mercado offshore ha ido de la mano del desarrollo tecnológico, con la aparición de nuevos players digitales en mercados como México o especialmente Brasil.
La propuesta de BlackRock para los inversores offshore pasa por productos de inversión, servicios de asesoramiento y construcción de carteras modelo: “Creamos diferentes soluciones con ETFs, con fondos mutuos, con una combinación de ETFs y fondos mutuos en función de la necesidad del cliente”, indica Jauregui.
Éste recalca que la gestora está viendo “un crecimiento muy importante en activos semilíquidos”, como respuesta a una creciente demanda por parte de los inversores de soluciones distintas que aporten liquidez adicional. En particular, el experto indica que están observando un incremento de la demanda particularmente en “el ámbito más conservador del direct lending”.
América Latina, beneficiaria de las mega fuerzas estructurales
BlackRock lleva ya algún tiempo insistiendo en que el entorno de inversión ha cambiado, con importantes implicaciones para la gestión. Sus expertos han identificado cinco mega fuerzas estructurales que están influyendo enormemente sobre la evolución de los mercados y, por ende, sobre la construcción de carteras de inversión.
Latinoamérica es una región que se encuentra bien posicionada para beneficiarse de ellas, empezando por la divergencia demográfica, que es la primera mega fuerza y se refiere a la brecha entre sociedades con poblaciones activas jóvenes y sociedades envejecidas. “América Latina tiene una ventaja competitiva importante frente a otras regiones”, señala Jauregui.
La segunda mega fuerza engloba a la disrupción digital y la inteligencia artificial. BlackRock distingue dos ramificaciones: la aplicación de la tecnología para la gestión de riesgos, y el rol de la tecnología al servicio del asesor financiero, brindando oportunidades para generar propuestas de inversión. En lo relativo a la IA, Jauregui la describe como “una tecnología al servicio del talento”, citando desarrollos para agilizar y mejorar el reporting de la gestora o añadir eficiencia a distintos procesos.
Jauregui observa cómo estos desarrollos tecnológicos influyen en tendencias como el cambio hacia el negocio fee based (bajo comisión de asesoramiento) en wealth management; la combinación de inversiones en mercados públicos y mercados privados en cartera; el desarrollo de propuestas cada vez más competitivas en costes, que lleva a una oferta de inversión que combina gestión activa tradicional con gestión indexada; o la irrupción de los SMAs, también con un objetivo de menor coste de gestión para el cliente.
La tercera mega fuerza es la fragmentación geopolítica y la reorganización de las cadenas de suministro globales. Jauregui señala que países como México o Brasil se están convirtiendo en grandes beneficiarios de la inversión internacional, aunque manifiesta que “el hecho de que la producción se acerque al consumidor es una oportunidad en general para América Latina”. Jauregui destaca que las inversiones a nivel industrial que se están produciendo en México podrían traducirse en un incremento de más de tres puntos del PIB mexicano en los próximos cinco años.
Las otras dos tendencias identificadas por la firma tienen que ver con el futuro de las finanzas y con la transición energética. La primera se refiere al creciente papel del crédito privado como financiador de operaciones que antaño eran cubiertas por el sector financiero tradicional, que se está reflejando en un incremento de las asignaciones a esta clase de activo dentro del segmento de wealth management.
Finalmente, la transición hacia la economía baja en carbono representa numerosas ramificaciones, empezando por la descarbonización y la seguridad energética. Jauregui habla de las numerosas oportunidades de inversión en infraestructuras y apunta el buen posicionamiento de Brasil y Chile por sus yacimientos en litio y cobre, dos metales fundamentales para la transición energética.
De hecho, la firma ve tantas oportunidades de inversión en infraestructuras que adquirió a comienzos de 2024 la compañía GIP; la operación que sería aprobada en el tercer trimestre, convertirá a BlackRock en la segunda mayor gestora en activos bajo gestión en infraestructuras, con más de 150.000 millones de dólares combinados en activos bajo gestión. “Es una clase de activo que cada vez nos demandan más los inversores, tanto del negocio institucional como del negocio de wealth management”, indica Jauregui. BlackRock cuenta con equipos de inversión en infraestructuras con capacidades locales en México y Colombia.
La consecuencia última de estas disrupciones en los mercados es el incremento de la dispersión en los retornos. El experto comenta que muchos de los clientes institucionales de BlackRock han optado en los últimos años por adoptar estrategias de gestión indexada para estrategias core, y destinar su presupuesto de riesgo a aquellas estrategias donde haya mayor convicción, incluyendo de forma creciente la inversión en mercados privados. Las disrupciones vistas en los mercados en los dos últimos años han provocado un retorno a la búsqueda de alfa, haciendo que estos inversores vuelvan a considerar la gestión activa tradicional. “Estamos viendo oportunidades de gestión de alfa en la gestión activa que no habíamos visto en los últimos dos años”, concluye Jauregui.