El Fondo Monetario Internacional (FMI) señala en un blog elaborado por dos de sus economistas los efectos positivos que podrían registrar las economías de América Latina y el Caribe, si logran reducir los preocupantes niveles de delincuencia que asolan a la región. El documento fue realizado por Rafale Machado Parente y Rodrigo Valdes.
Rafael Machado Parente es economista del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, cuenta con un doctorado en Economía por la Universidad de Princeton; por su parte Rodrigo Valdés Valdes es director del Departamento del Hemisferio Occidental desde mayo de 2023, fue Ministro de Hacienda de Chile de 2015 a 2017 y cuenta con un doctorado en economía del Instituto Tecnológico de Massachusetts.
Por décadas el crimen y la violencia han sido una de las principales preocupaciones de los hogares de América Latina y el Caribe. La región representa casi la mitad de las víctimas de homicidio intencional del mundo, a pesar de solamente representar poco más del 8% de la población mundial, según muestran datos de las Naciones Unidas.
Por ejemplo, la tasa promedio de homicidios en la región es diez veces mayor que la de otros mercados emergentes y economías en desarrollo y dos veces mayor que la del África subsahariana. Dentro de la región, Centroamérica destaca como la subregión más violenta. La inseguridad también ha empeorado con el tiempo, especialmente en algunas partes, Centroamérica y el Caribe han experimentado aumentos anuales en las tasas de homicidio de alrededor del 4 por ciento en las últimas dos décadas.
Los especialistas del FMI señalan que la delincuencia afecta directamente la vida de millones de personas e impone grandes costos sociales. Debido a que existe una delicada interacción entre la actividad económica y el crimen, no es fácil determinar los efectos causales. Una mayor actividad económica reducirá la delincuencia, pero una menor delincuencia, a su vez, impulsará la actividad económica. Otro factor, como la fortaleza del Estado de derecho, también afectará a ambos.
El estudio avalado por el organismo muestra que los aumentos en las tasas de homicidio reducen significativamente el crecimiento económico. En América Latina, se estima que un aumento del 30 por ciento en las tasas de homicidio (equivalente a una desviación estándar histórica de 1) reducirá el crecimiento en 0,14 puntos porcentuales.
En el análisis se destacan los diferentes canales a través de los cuales la inseguridad afecta el crecimiento económico. Las estimaciones muestran que la delincuencia obstaculiza la acumulación de capital, al posiblemente disuadir a los inversores que temen el robo y la violencia, y reduce la productividad, ya que probablemente desvía recursos hacia inversiones menos productivas, como la seguridad del hogar.
Los beneficios de reducir la violencia pueden ser sustanciales. Según el estudio, reducir el nivel de criminalidad en América Latina al promedio mundial aumentaría el crecimiento económico anual de la región en 0,5 puntos porcentuales, aproximadamente un tercio del crecimiento de América Latina entre 2017 y 2019. Además, enfrentar la inseguridad allí donde es más prevalente parece tener mayores beneficios. Por ejemplo, cerrar completamente la brecha de criminalidad en los países con las tasas de homicidio más altas podría elevar el crecimiento de su producto interno bruto en alrededor de 0,8 puntos porcentuales.
Gastar de manera más inteligente
Los gobiernos de América Latina ya están asignando una parte considerable de sus recursos al orden y la seguridad públicas. No sorprende que se produzca un mayor gasto en países con mayores tasas de criminalidad; Países como El Salvador y Jamaica ya gastan más del 2% de su PIB en este asunto.
Si bien este gasto sustancial puede ser necesario para mitigar y disuadir el crimen, también sugiere que la implementación de estrategias más efectivas podría liberar recursos significativos para otras prioridades de gasto.
Los economistas del FMI destacan que la delincuencia es un problema económico y social con consecuencias de largo alcance y una variedad de raíces entrelazadas. Si los gobiernos de la región pudieran priorizar estrategias de lucha contra el crimen más efectivas, estas no sólo mejorarían la seguridad pública sino también el potencial económico de la región. Esto subraya la importancia de la colaboración entre los formuladores de políticas, las instituciones financieras internacionales, el mundo académico, las organizaciones no gubernamentales y el sector privado para encontrar formas de abordar este importante obstáculo al crecimiento en la región.