El hidrógeno verde está considerado como uno de los combustibles más prometedores para la transición energética global, por lo que tras un proceso de investigación de más de dos años, CPR AM, filial de Amundi, decidió incluirlo en su gama de fondos temáticos con el lanzamiento en noviembre pasado del CPR Invest – Hydrogen.
El fondo de renta variable global temática de gestión activa está dedicado a toda la cadena de valor del hidrógeno, por lo que incluye compañías de distintos sectores, regiones y tamaños. Como fondo clasificado como Artículo 9 del Reglamento europeo de Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR), integra criterios ESG y un proceso de mejora de los indicadores de impacto con el tiempo. En entrevista con Funds Society, Arnaud Demes, Investment Specialist Thematic Investment – Clima y Transición Energética de CPR AM, explica la filosofía de la estrategia y sus perspectivas de futuro.
El sector del hidrógeno ha hecho grandes avances pero aún es una energía en desarrollo con muchas cuestiones a resolver, como los costes o la propia producción no siempre verde. ¿Cómo ha sido el proceso que llevó al lanzamiento de este fondo?
Se trata de un proceso muy pensado de profunda investigación en términos de construir el universo, sus dimensiones, y de las megatendencias que se están desarrollando. No estamos a favor de lo que está «a la moda» ni de las soluciones rápidas, sino de aquello que permanecerá en el tiempo. Y el hidrógeno definitivamente es una de las ideas a las que llegamos. El fondo lleva seis meses de vida y ha alcanzado más de 600 millones de euros en activos bajo gestión. Hemos tenido además un gran apoyo de la base de clientes, porque es un tema que realmente resuena entre ellos.
Fue una solución que surgió de manera natural como una continuación a nuestras soluciones climáticas tras el lanzamiento hace tres años de nuestro fondo sobre cambio climático, CPR Invest Climate Action, que incluye compañías que están transformando su modelo de negocio para completar la transición a energías más verdes y que lanzamos junto con CDP (Carbon Disclosure Project). Así que este nuevo fondo de hidrógeno es un paso más para ayudar y acompañar a las empresas a encontrar estos modelos de negocio más limpios.
¿Cómo está configurado el universo de inversión?
El hidrógeno es una solución reconocida a nivel global como puente para conseguir los objetivos de descarbonización. En CPR invertimos con tres métricas clave: el riesgo, el beneficio, pero también el impacto.
Estamos invirtiendo en cuatro dimensiones: un primer sector de generación de energía verde, en solares y eólicas, porque son las que ayudan a desarrollar el tránsito del hidrógeno que emite CO2 al hidrógeno verde. Luego tenemos el componente más industrial y de componentes técnicos, con compañías de electrólisis, de pilas de combustible, y aquellas que producen los materiales para desarrollar estas industrias. También invertimos en el área de producción, almacenamiento y distribución de hidrógeno, y finalmente el componente más pequeño de la cartera es el de los usuarios finales, como la industria siderúrgica o la de movilidad, que sigue estando poco desarrollado.
El proceso de inversión sigue unas directrices muy claras, a partir de las cuatro dimensiones se aplica un filtro de liquidez; exclusiones en materia ESG y criterios ligados a la temática del hidrógeno, análisis fundamental, gestión del riesgo y considerando KPIs como la intensidad de carbono. Tenemos un universo suficientemente amplio que seguimos de cerca, ya que es muy dinámico. Solo invertimos en compañías cotizadas pero estamos en contacto con las empresas antes de que salgan a bolsa, y de esa forma cuando deciden hacerlo podemos ser de los primeros inversores.
¿Cuál ha sido el impacto sobre la temática de las actuales tensiones geopolíticas?
La crisis en Ucrania –que por supuesto es una mala noticia para el mundo- ha creado una oportunidad para invertir en las energías renovables. El alto precio del gas ha hecho que el precio del hidrógeno gris (obtenido a partir de combustibles fósiles) sea más caro que el del verde. Está claro que es algo que no va a durar, pero se trata de una situación que no habíamos previsto que sucediera tan rápido. Esto ha creado un momentum para el lanzamiento de muchos proyectos de hidrógeno verde, sobre todo en la Unión Europea.
Y otra cuestión central que ha surgido es el reconocimiento de la necesidad de tener independencia energética. Los países europeos son más conscientes acerca de sus alianzas en mercados como el del gas y el petróleo, y eso abre la posibilidad de desarrollar proyectos de hidrógeno verde, por ejemplo en España y Portugal, mediante energías renovables, y que la energía se transporte luego a las áreas más industrializadas en Alemania. Vemos lo mismo en Asia, donde tenemos el caso de Australia, que produce hidrógeno verde mediante energía solar y eólica, y lo envía a Japón.
¿Cuál es el actual perfil de la cartera?
En este momento el mercado está muy volátil, por lo que nos mantenemos cautelosos y defensivos en la estrategia, es decir que preferimos compañías estables como las de servicios públicos e industriales.
Existen dos perfiles principales: las empresas por ejemplo de electrolizadores y pilas de combustible, que tienen una alta demanda, con problemas de suministro y que buscan reducir sus costes y escalar. Son compañías de crecimiento, alta valoración y expuestas a mucha volatilidad, así que tienes que seguirlas de cerca y analizar el riesgo. Y por otra parte grandes empresas de servicios públicos que producen y distribuyen energías renovables desde hace tiempo, que son más estables y con una valoración más atractiva. Tenemos exposición a ambos grupos, pero actualmente tenemos un sesgo hacia las segundas.
Por regiones, hay países que se están especializando en la producción, como Australia, Chile, España o Argelia, porque gracias a sus renovables pueden producir hidrógeno verde a un precio mucho más competitivo y luego vender el excedente. Japón y Corea del Sur lideran el desarrollo de esta industria en Asia, con China avanzando, y Alemania, Francia y España lo hacen en Europa. En Estados Unidos nos interesa mucho una iniciativa muy ambiciosa llamada Energy Earthshot, cuyo objetivo es que un kilo de hidrógeno cueste 1 dólar dentro de una década.
¿Cómo observa la evolución de la cadena de valor del hidrógeno de aquí a 2050?
Es difícil de decir, pero estamos en la actualidad aproximadamente en un 0,5 GW de capacidad de los electrolizadores, muy baja ante la estimación de los 270 GW que se calcula serán necesarios en 2030 para llegar al cero neto y mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los dos grados centígrados. Y para 2050 se prevé que serán necesarios 800 GW. Si se consigue este objetivo, entre el 10% y el 15% del mix energético será de hidrógeno verde.
Existe una gran demanda para sustituir los combustibles fósiles sobre todo en los sectores de transporte y procesos industriales, pero hay un problema de oferta. Por eso tenemos que escalar inversiones allí para incrementar la capacidad de electrolizadores. Estamos convencidos de que hay que invertir en este sector porque es uno de los más prometedores para poder sustituir los combustibles fósiles sobre todo en industrias de elevadas emisiones, como la siderúrgica. Si se quiere descarbonizar la economía, es fundamental descarbonizar estos sectores.