Un informe publicado por ING alerta de la inestabilidad a la que se enfrenta la economía alemana, la cual se contrajo un 0,1% en el segundo trimestre del presente año. Pese a que los resultados del PIB se publicarán a final de mes, a priori, los datos mensuales disponibles y el comunicado de prensa de la Agencia de Estadística alemana sugieren que el consumo privado y el gubernamental aumentaron ligeramente. No obstante, el comercio y el sector de la construcción están sirviendo como obstáculos para el crecimiento, según afirma el grupo.
Fin de la década dorada
Los recientes informes sobre el PIB marcan el final de una década dorada para la economía alemana. Desde el final de la recesión de 2008 la economía ha crecido un promedio del 0,5% cada trimestre. De hecho, la economía creció en 35 de los últimos 40 trimestres. Sin embargo, bajo la superficie de estos impresionantes números, ha surgido una tendencia preocupante: desde el tercer trimestre de 2018 la economía ha estado en un estancamiento de facto, con un crecimiento trimestral del PIB con un promedio del 0%.
Los conflictos comerciales, la incertidumbre global y un sector automotriz en plenas dificultades han arrojado finalmente a la economía alemana al abismo. Durante el verano de 2018 la economía estaba cerca del sobrecalentamiento; en la actualidad, la falta de demanda se ha convertido en un problema apremiante. Peor aún, esta transición ha tenido lugar sin el impulso esperado de las inversiones.
Si bien la desaceleración de la industria no es realmente nueva, los desarrollos recientes muestran que la resistencia de la economía nacional a las conmociones externas se está desmoronando. Las advertencias de ganancias, los primeros despidos, un aumento en los esquemas de trabajo a corto plazo, la caída de la confianza del consumidor y una actividad más débil en el sector servicios han hecho sonar las alarmas.
¿Qué sigue: empeoramiento, alivio externo o estímulo fiscal?
El futuro de la economía alemana depende en gran medida de los eventos externos y de la acción del gobierno. Según la entidad, cualquier alivio en los conflictos comerciales en curso beneficiaría a la economía alemana; de hecho, las empresas aún podrían utilizar ciertas condiciones de financiación y de inversión para mejorar la economía del país germano. Sin embargo, según el informe arrojado por ING, el principio de esperanza no resulta suficiente.
La presión sobre el gobierno alemán para actuar, aumentará; cualquier reacción de política fiscal será más complicada que durante el curso 2008/09, cuando un paquete de estímulo keynesiano impulsó la economía. En aquel momento, las medidas estatales como los rescates bancarios y el trabajo a corto plazo fueron exitosos ya que la economía era fundamentalmente sólida.
Sin embargo, en la actualidad existen problemas estructurales o al menos, desafíos como la digitalización, infraestructuras o la industria automotriz. Por lo tanto, según ING, «Alemania necesita un paquete de estímulo fundamentado en dos pilares: un estímulo a corto plazo y un aumento en el potencial de crecimiento a largo plazo. Estos elementos de desarrollo deberán sustentarse en la digitalización, protección del clima, transición energética, infraestructura y educación».