Tras años de presión moderada sobre los precios y un breve episodio desinflacionista a principios de la pandemia del COVID-19, la inflación mundial ha vuelto con fuerza poniendo el foco del debate en si estamos ante una cuestión temporal o permanente. Desde Allianz GI, y en contra del consenso del mercado, lanzan una visión más amplia sobre ello: solo una parte del repunte de la inflación es transitoria.
“Sin duda, parte del reciente aumento de la inflación es un subproducto de la fuerte recuperación económica posterior a la crisis, impulsada por un estímulo monetario y fiscal sin precedentes, la persistente demanda reprimida y el aumento de los precios de las materias primas. El repunte de la inflación también se ha visto amplificado por varios factores extraordinarios y temporales, como los efectos de base, los efectos fiscales y los cuellos de botella de la oferta”, explica Stefan Hofrichter, Head of Global Economics & Strategy de Allianz GI.
Sin embargo, en opinión de la gestora, existen fuerzas cíclicas y estructurales que podrían conducir a un aumento más persistente de la inflación de bienes y servicios en los próximos años. “Creemos que este aumento podría ser notablemente superior al que anticipan actualmente los mercados financieros y muchos inversores. Esperamos que la inflación alcance regularmente, y al menos temporalmente, los objetivos de los bancos centrales a lo largo del tiempo”, añade Hofrichter.
Esta previsión pone en la mesa una gran pregunta para los gestores de fondos y los inversores: ¿cómo hay que reposicionar las carteras ante un aumento persistente de la inflación en los precios al consumo? En el último análisis que Hofrichter y Martin Hochstein, economista senior de la gestora, han elaborado, proponen cuatro ideas clave: la renta variable como “una cobertura que merece la pena considerar”; aprovechar la subida de la inflación a través de la renta fija; el demostrado comportamiento de las materias primas; y los mercados privados como fuerte cobertura contra la inflación, en especial para los inversores institucionales.
Para llegar a estas conclusiones, los expertos de la gestora se han fijado en los periodos en los que la inflación de EE.UU. era de al menos el 2% y aumentaba, año tras año, ya que esto coincide con lo que creen que es el escenario más probable para el futuro próximo. Y han analizado el rendimiento interanual (en dólares estadounidenses) de varias clases de activos: efectivo estadounidense, bonos gubernamentales y corporativos estadounidenses, renta variable estadounidense y mundial, y materias primas.
Entre las conclusiones que han sacado de este análisis, Hofrichter reconoce que la renta variable podría tener un papel relevante en este contexto. “Aunque esperamos que la inflación sorprenda al alza en relación con las expectativas actuales del mercado, también creemos que se mantendrá muy por debajo de los niveles que vimos en los años 70 y principios de los 80. Esto situaría la tasa de inflación entre el 2% y el 4%. A ese nivel, nuestros estudios demuestran que la renta variable ha generado históricamente una fuerte rentabilidad ajustada a la inflación, mejor que la de los bonos. A fin de cuentas, la renta variable es un activo real y puede constituir una sólida cobertura contra posibles sorpresas desagradables de la inflación, sobre todo en comparación con los bonos de alto precio. No obstante, debemos tener en cuenta que las valoraciones de la renta variable estadounidense están bastante altas, lo que puede reducir las perspectivas de rentabilidad. Además, un aumento de la volatilidad de la inflación, y no solo la tasa de inflación en sí, también es importante para las valoraciones de la renta variable. Nuestras expectativas de rentabilidad absoluta a largo plazo de la renta variable son, por tanto, moderadas”.
Respecto a la renta fija, el activo que más inquietud está provocando entre los inversores, Allianz GI pone todo el peso en la gestión activa. Según apunta en el informe, pueden generar rendimientos a partir del posicionamiento en los cambios de cada de cada uno de los cuatro factores de la deuda pública -tipo real sin riesgo, la prima de plazo real, la tasa de inflación esperada y la prima de riesgo de inflación- utilizando una variedad de instrumentos.
La tercera de las propuestas que hacen Hofrichter y Martin Hochstein atañe a las materias primas. Sobre ellas explican que sus buenos resultados a lo largo de la historia en entornos inflacionistas les convierten en una opción para los inversores, pero advierten: el cambio climático podría afectar a las perspectivas sobre esta clase de activo.
“Las materias primas han obtenido históricamente mejores resultados que la renta variable en la mayoría de los entornos inflacionistas, pero sus perspectivas son menos claras para nosotros. La política económica que aborda el cambio climático podría crear algunos vientos en contra para las materias primas energéticas, mientras que la demanda de materiales industriales, en particular el cobre, que es un conductor de calor y energía muy eficiente, se verá reforzada por la transición verde”, advierte en su último documento.
Por último, para los inversores institucionales, el papel que tienen los mercados privados como cobertura frente a la inflación. “Los activos del mercado privado pueden ayudar a los inversores a protegerse contra la inflación e incluso beneficiarse de un retorno inflacionista sostenido. En parte, se debe a las cualidades de los activos de este mercado y la idea de mantenerlos dentro de un horizonte inversor de largo plazo, así como por su capacidad para repercutir los aumentos de costes”, concluyen ambos expertos de Allianz GI.