El gobierno de Tsipras arrancó ayer al Parlamento griego el ‘sí’ a la ratificación del acuerdo firmado con la Eurozona el pasado domingo con 229 votos a favor y 64 en contra. Mientras el pleno de la Cámara debatía los términos del pacto, en la calle resonaban los cócteles molotov de quienes se oponen a los recortes, dejando claro que el pueblo griego está más dividido que nunca.
El tercer rescate que plantea Europa ofrece a Grecia 86.000 millones de financiación durante los próximos tres años. Asumiendo que cada una de las partes cumpla los requisitos, el resultado más inmediato es que Grecia evitará la quiebra y una salida desordenada de la eurozona.
Sin embargo, los términos del acuerdo son bastante duros, y muchos en Grecia ven el pacto como una humillación. “Dado que el partido gobernante Syriza fue elegido con un mandato contra la austeridad, y que los votantes rechazaron un paquete de reformas mucho más suave en el referéndum, la agitación política en Grecia tiene visos de seguir. Además, el acuerdo no contempla una quita de la deuda o una cancelación, lo que significa que los niveles totales de deuda con respecto al PIB seguirán siendo insosteniblemente altos”, explica Martin Harvey de Columbia Threadneedle.
Los principales puntos del acuerdo son:
- Grecia recibirá unos 86.000 millones de dólares en fondos de rescate
- Algunos parlamentos nacionales de la zona euro (entre ellos el de Alemania) tendrán que dar el visto bueno antes de que comiencen las negociaciones formales sobre los detalles del nuevo programa de rescate. Esto podría, en teoría, se llevará a cabo durante el fin de semana.
- Se creará un fondo de 50.000 millones de euros en activos, principalmente para asegurar que los compromisos de privatización de empresas se mantienen. La responsabilidad de su creación corre a cargo de Grecia, pero será supervisado por Europa. La mitad de este fondo se utilizará para recapitalizar los bancos griegos.
- El Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) inyectará inmediatamente unos 10.000 millones de euros a los bancos griegos, que están cerca del colapso.
- No habrá ningún tipo de quita a la deuda griega. La canciller alemana, Angela Merkel, ha dicho que esto sería «inadmisible». Grecia podrá reestructurar su deuda para que la devolución sea un poco más fácil, pero sólo después de haber presentado planes creíbles para la implementación de las reformas.
Antes de que se anunciara el acuerdo, el Eurogrupo ya había advertido a Grecia de que si el país no logra poner en marcha las reformas acordadas la suspensión de Grecia como miembro del euro sería inmediata. No está claro el tiempo que abarca exactamente la expresión ‘suspensión’, pero los comentarios del Ministerio de Finanzas alemán sugieren que Europa podría estar hablando de hasta cinco años.
En la larga reunión –más de 17 horas- que sostuvo el Eurogrupo el fin de semana, este fue sin duda uno de los puntos de mayor fricción. El presidente francés François Hollande argumentó que una salida temporal de la zona del euro no era una opción, y que la cuestión en juego no era simplemente si Grecia se queda o no en el euro, si no la ‘concepción de Europa’ en si. Hollande encontró apoyo en el primer ministro italiano, Matteo Renzi, mientras que Alemania siguió en su negativa de alcanzar un acuerdo «a cualquier precio».
“A largo plazo, al consentir en este nuevo rescate y en sus condiciones, Alexis Tsipras ha incumplido en la práctica todos los compromisos electorales de su partido y entrega la soberanía del país a Europa. Así que mientras a corto plazo se ha evitado el Grexit, el riesgo de que la población griega comience a cuestionar la conveniencia de su adhesión al euro seguramente irá en aumento”, afirma Harvey.
La implicaciones para los mercados han sido claras durante gran parte de esta saga y los inversores han encontrado lo difícil que es evaluar los costes o los beneficios de los diferentes escenarios. Después de meses de indecisión y razones para mantener la cautela, el experto de Columbia Threadneedle se declara sorprendido por la positiva reacción de los mercados, dado que el «acuerdo» está lleno de contradicciones.
“El mensaje que queda tras esto va dirigido quizás a los países de la eurozona que tenían pensado renegociar su status. La economía de Grecia se encuentra ahora en ruinas, y una vez más, se enfrenta a la perspectiva de tener que afrontar una mayor austeridad y control exterior. Por supuesto, la gestión de Tsipras puede cuestionarse, pero los partidos populistas en auge en distintos países de Europa se lo pensarán dos veces antes de rebelarse contra el sistema”, afirma Harvey.