Según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI) en enero de 2020 había 13.400 cabezas nucleares en el mundo, con EE.UU. y Rusia acumulando más de un 90%. La Federación de Científicos de América manejaba, en 2017, cifras algo inferiores, estimando unas 9.500 cabezas nucleares a nivel mundial, aunque añadiendo el preocupante dato de que 1.900 están en estado de alerta, es decir armadas y listas para ser lanzadas.
“Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo” – Esta es la cita más recordada del filósofo y poeta George Santayana, que por cierto nació en Madrid aunque creció y se educó en Harvard y escribió toda su obra en inglés.
Jeffrey Sachs, economista y profesor estadounidense especializado en el desarrollo sostenible, la economía global y la lucha por la pobreza, abría con esta cita la primera sesión de su nuevo bookclub, de acceso libre a través de este link, donde cada mes se propone un libro que ahonda en momentos claves de la historia reciente que han formado el mundo que nos está tocando vivir, para luego entrevistar a su autor en una sesión de una hora de duración a la que da acceso por zoom.
Esta semana entrevistaba a Martin Sherwin, historiador especializado en la Guerra Fría y la Crisis de los misiles en Cuba, y ganador del premio Pulitzer con su biografía de Robert Oppenheimer, el físico que dirigió el laboratorio de Los Alamos que inventó la bomba atómica.
El año pasado Sherwin publicó Gambling with Armageddon: Nuclear Roulette from Hiroshima to the Cuban Missile Crisis. En la conversación entre Sherwin y Sachs, además de repasar los eventos que se sucedieron durante los trece días que duró la Crisis de los misiles, y en los que la humanidad estuvo a punto de sufrir la debacle seguramente irreparable de una guerra nuclear, ambos reflexionan sobre cómo reemplazar la falsa imagen de seguridad que genera estar en posesión de un arsenal nuclear, así como la responsabilidad moral de EE.UU. por haber iniciado esta carrera con la detonación de las bombas de Hiroshima y Nagasaki en 1945, y alimentado posteriormente que otras naciones se sumen a esta carrera.
EE.UU., junto con Rusia, China, Reino Unido y Francia, quedaron exentos de cumplir el Tratado de No Proliferación Nuclear creado en 1968 que perseguía el desarme y el uso pacífico de la energía nuclear, tras prometer no utilizar armas nucleares contra países que no las tengan. Un vago consuelo considerando que son armas que tienen el potencial de destruir nuestra civilización. Además, otros países que no han firmado nunca este tratado, o se han salido de él son India, Pakistán, Israel, Sudán del Sur y Corea del Norte.
En 2017 Naciones Unidas dio un paso más y creó el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares que entró en vigor el 22 de enero de 2021 y que desarrolla la idea de hacer ilegales las armas nucleares en todo el mundo. 86 países lo han firmado, entre los que hay pocos con capacidad real de desarrollar armas nucleares.
En definitiva, uno se pregunta qué podríamos hacer para superar esta “adicción nuclear”.
Para leer más:
Gambling with Armageddon: Nuclear Roulette from Hiroshima to the Cuban Missile Crisis
The Day Nuclear War Almost Broke Out – The New Yorker
American Prometheus: The Triumph and Tragedy of J. Robert Oppenheimer
Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI)
Signatarios del Tratado de No Proliferación Nuclear de Naciones Unidas
Signatarios del Tratado de Prohibición de Armas Nucleares de Naciones Unidas
Documentales, Podcasts y Películas:
Tug of warheads: the nuclear order – The Intelligence by The Economist