El coronavirus está monopolizando las noticias y provocando el pánico en los mercados. AllianceBernstein considera que las opciones para los responsables de las políticas son claras. “Pero, ¿las implementarán?”, se pregunta en un análisis publicado recientemente.
En poco más de una semana, el coronavirus ha pasado de ser un asunto principalmente asiático a transformarse en un peligro claro y presente para la economía mundial. La enfermedad se está cobrando un creciente número de víctimas humanas; y su propagación “ha provocado giros récord en los mercados bursátiles mundiales, ha llevado los rendimientos de los bonos a nuevos mínimos y ha impulsado a la Fed a su primer recorte de emergencia de los tipos desde la crisis financiera mundial”, señala la gestora.
Evaluando la amenaza
El coronavirus sigue rodeado por la incertidumbre, por lo que “debemos tener más precaución de lo normal al tratar de medir su impacto en la economía mundial”. Según AllianceBernstein, no solo tenemos una visibilidad limitada de la trayectoria del virus en sí, sino que la lista de ejemplos históricos para usar como manual de referencia es corta.
“Lo que sí sabemos es que la economía mundial sigue siendo frágil, ensombrecida como está por el aumento del populismo y el incremento de la tensión geopolítica entre China y Occidente”, señala. Asimismo, la eficacia de la política monetaria está llegando a su límite en muchas partes del mundo, y la combinación de estos factores hace que la economía mundial sea muy vulnerable a turbulencias como el coronavirus.
Implicaciones económicas
Hasta hace aproximadamente una semana, los principales canales a través de los cuales se esperaba que el coronavirus afectara a la economía mundial eran el golpe directo al crecimiento de China y la interrupción de la cadena de suministro en otros lugares. “El primero ha sido impresionante, con los índices de gestores de compras de febrero cayendo aún más precipitadamente que durante la crisis”, asegura la gestora.
Asimismo, destaca que, como se esperaba que las autoridades chinas respondieran con una política agresiva de estímulos, se preveía que el daño general para la economía mundial sería manejable, y que solo se necesitaría una modesta reducción de las expectativas de crecimiento. “Ahora, con el virus avanzando fuera de China, esta visión algo optimista está siendo desplazada rápidamente”.
Para AllianceBernstein, el riesgo clave es que las medidas de los gobiernos para contener el virus en las grandes economías desarrolladas catapulten al mundo a una profunda recesión. Todavía es demasiado pronto para sacar conclusiones, pero, en su opinión, ya hay señales preocupantes. En Europa, por ejemplo, se está empezando a centrar la atención en retrasar la propagación del virus en vez de en intentar prevenirlo o contenerlo. De hecho, parece solo una cuestión de tiempo que los gobiernos comiencen a imponer restricciones severas a la actividad económica.
“Tal es el rango de posibles consecuencias del coronavirus, que es imposible limitar la predicción del impacto a un solo punto”, asegura. Recientemente, la gestora redujo su previsión de crecimiento global del 2,4% al 2,1%, cifra que tiene en cuenta la mayoría de los riesgos asociados con los dos primeros canales de transmisión del coronavirus (crecimiento de China y cadenas de suministro).
Sin embargo, advierte de que es probable que resulte demasiado optimista si los brotes generalizados en Europa y Estados Unidos van acompañados de medidas draconianas para derrotar el virus. En ese escenario, es probable que el crecimiento mundial se hunda, al menos temporalmente, “y podría ser peor si esto expone las fragilidades subyacentes asociadas a la acumulación de deuda”.
¿Qué se puede hacer?
Son estas preocupaciones las que provocaron los recortes de emergencia de la Fed y otros bancos centrales. Pero, aunque los recortes de tipos suelan ser una buena noticia para los inversores, AllianceBernstein considera que hay que ser realistas sobre lo que los bancos centrales pueden y no pueden lograr en la situación actual.
“Podemos estar muy convencidos de su capacidad para evitar que las turbulencias económicas se transformen en una crisis de liquidez (en caso de que surja ese riesgo), dadas las lecciones aprendidas durante la gran crisis financiera”. También destaca que los bancos centrales pueden tratar de evitar que una perturbación de la oferta, como el coronavirus, se convierta en una perturbación de la demanda adoptando medidas para fomentar la confianza, aliviar las condiciones financieras y evitar que la debilidad del mercado se extienda a la economía real.
“Pero podemos confiar mucho menos en su capacidad para abordar o compensar la disrupción económica en sí”, afirma la gestora. Esto ya sería cierto en el mejor de los casos, pero más si se tiene en cuenta que la política monetaria ha alcanzado los límites de su eficacia en muchas partes del mundo desarrollado (como Europa y Japón). Además, señala que se trata de un instrumento “poco contundente” que no contribuirá a resolver los problemas de liquidez de las empresas y los hogares en las zonas afectadas de la economía.
Ahí es donde entra la política fiscal. Es vital que las restricciones a la actividad económica que empiecen a imponer los gobiernos “vayan acompañadas de medidas para minimizar el impacto en hogares y empresas”. A juicio de AllianceBernstein, la buena noticia es que cada vez hay más señales de que las autoridades responsables entienden esto. “De lo contrario, el estímulo monetario puede resultar inútil, insuficiente por sí solo para evitar una recesión más profunda en caso de que la crisis del coronavirus siga intensificándose”, sentencia.