Tras un 2013 explosivo en el que el índice TOPIX ganaba aproximadamente un 51% (en moneda local) gracias al re-rating de Japón, 2014 ha sido una decepción para el mercado de renta variable nipón. Esto ha generado desconfianza llevando a muchos inversionistas a preguntarse si las medidas implementadas por el primer ministro Shinzo Abe, conocidas como Abenomics, son o no eficaces. Aprovechando la segunda oleada de medidas anunciadas recientemente por Abe, Kenichi Amaki, portfolio manager de Matthews Asia, cree que es un buen momento para analizar el impacto de este plan económico, y plantearse qué puede deparar en el futuro.
Literalmente, hay cientos de componentes que forman parte del plan Abenomics. Uno de los más exitosos ha sido el de la creación de empleo. Desde que subió al gobierno a finales de 2012, la administración de Abe ha creado más de un millón de puestos de trabajo nuevos. A la vista del fuerte crecimiento en las ofertas de trabajo, todo hace pensar que la creación de empleo continuará. De hecho, los “parados estructurales” que habían dejado de buscar empleo están regresando poco a poco al mercado laboral. Las voces más críticas destacan que la mayor parte de estos puestos de trabajo son de baja remuneración y a tiempo parcial, sin embargo, para el desempleado que encuentra empleo, y para la economía en general, un empleo con salario bajo es mejor que ningún empleo. Los resultados corporativos se han mantenido robustos, parcialmente gracias a la creación de estos nuevos empleos. La foto bottom-up es correcta: beneficios empresariales al alza y cotizaciones moderadas tras un año de parón, que hacen mucho más baratas las valoraciones del mercado japonés.
Sin embargo, los datos macro apuntan que existen algunos retos en el horizonte. Amaki destaca que no deben emitirse juicios en base a las cifras derivadas de los dos primeros trimestres de 2014, puesto que están muy distorsionados por la subida impositiva. En todo caso, hay que aceptar que la subida de impuestos ha enfriado el sentimiento del consumidor al tiempo que recortaba drásticamente la renta disponible de los hogares y su gasto. El principal problema que subyace tras esto es el incremento salarial, que sigue siendo imperceptible. La mejora de resultados empresariales se ha traducido en mejoras salariales en muchas de las compañías cotizadas, pero las pequeñas y medianas empresas, que emplean a la mayor parte de los trabajadores japoneses, han sido más reticentes a la hora de subir los sueldos. Éstos son el principal escollo para que Japón se convierta en una economía basada en el consumo y serán necesarias medidas más concretas para reformar la regulación laboral.
Entre tanto, durante el pasado año se ha conseguido generar inflación. A finales de 2012, el IPC japonés excluyendo alimentos frescos –el índice preferido por el Banco de Japón-, estaba en el -0,2%. Sin embargo, a finales de 2013 había conseguido avanzar hasta el +1,3%, un avance importante en tan sólo 12 meses. Según señala Amaki, esta lenta transición hacia un mundo con inflación está afectando al modo de pensar de las corporaciones. En conjunto, las empresas japonesas llevan años sentadas encima de una montaña de efectivo, que en un entorno inflacionista empezará a perder valor real. Las recompras de acciones anunciadas durante lo que llevamos de 2014 ya han superado el total de 2013. “Hemos visto cómo las compañías están anunciando subidas de dividendo, y también cómo fijan objetivos concretos de payout, en lugar de hablar sobre “dividendos estables” como anteriormente.
Al mismo tiempo se están fijando algunas medidas dirigidas a mejorar el gobierno corporativo. Para mediados del próximo año, el primer ministro Abe pretende establecer un código de gobierno corporativo que exigirá, entre otras cosas, un mayor control por parte de directores independientes. Aunque la existencia de un mejor gobierno corporativo no sea garantía de éxito debería, en promedio, mejorar la calidad de los procesos de toma de decisiones que se conducen en los consejos de administración nipones.
El potencial de mejora en la productividad inducido por un gobierno corporativo más potente es enorme. Según apunta Kenichi Amaki, las mejoras de productividad van a ser el motor principal del crecimiento económico de Japón en el futuro. Actualmente, la productividad en los sectores manufacturero y no manufacturero en Japón, medida en producción por hombre y por hora, están muy por debajo de EE.UU., como muestra el siguiente gráfico. ¿Por qué? Muy sencillo: tras más de una década de deflación se ha generado un exceso de oferta. Hay muchos sectores en el tejido corporativo japonés que están demasiado fragmentados, por lo que las empresas apenas tienen poder de fijación de precios. La fragmentación provoca duplicidades de capacidad y en los costes de desarrollo, al tiempo que se mantiene un nivel de competencia excesivo, presionando a la baja los precios y la rentabilidad.
Además de la consolidación, la aparición de servicios por Internet con modelos de negocio innovadores también puede tener un impacto positivo sobre la productividad. Estas compañías nuevas no arrastran el legado de costes que lastra a muchos de los jugadores establecidos. Recientemente hay señales de que la pasión por el riesgo se está instalando en el tejido empresarial, a medida que los empresarios nipones atraen más capital. Hasta junio, las start-ups japonesas han conseguido atraer un 32% más de inversión de compañías de capital riesgo que el año pasado. A pesar de la apatía de la bolsa, el apetito por las OPVs resiste y las firmas de capital riesgo están tratando de aprovechar esta oportunidad. Por su parte, el gobierno está promoviendo una iniciativa que permitiría a las universidades públicas crear fondos de capital riesgo que puedan invertir en la comercialización del resultado de la investigación innovadora llevada a acabo en sus campus.
Para mejorar la productividad, Japón va a tener que tomar muchas medidas difíciles. Durante muchos años, los directivos han optado por seguir el camino establecido, pero ya no queda camino que recorrer. “Estos acontecimientos hacen que me sienta cada vez más optimista respecto a las compañías japonesas en el medio plazo”, concluye Amaki.
Puede acceder al artículo original de Kenichi Amaki, portfolio manager de Matthews Asia, a través de este link.