Entramos en la recta final del año y las entidades financieras se lanzan a publicar sus perspectivas para el año que viene. Dejamos atrás un 2022 marcado por la guerra, la inflación, las actuaciones de los bancos centrales, las posibilidades de recesión y la caída tanto de la renta fija como de la renta variable. ¿Qué nos espera para el año que viene?
Las entidades coinciden en que recesión e inflación serán dos palabras clave en el transcurso de 2023. La intensidad de la inflación y, por lo tanto, de la respuesta de los bancos centrales nos llevará o no a una recesión más anecdótica o más acusada, por lo que habrá que vigilarlas de cerca. Sin embargo, esas no serán las únicas claves de 2023, donde muchos desafíos heredados de 2022 perdurarán. A pesar de ello, los expertos también defienden que habrá nuevas oportunidades para los inversores, sobre todo para los conservadores, que después de años ya tienen a donde ir.
Claves y riesgos para 2023
Inflación. En 2023 no nos despediremos de la subida generalizada de precios. La inflación ha subido con fuerza y, aunque algunos expertos consideran que ya hemos visto el pico, los niveles seguirán muy por encima de los objetivos de los bancos centrales, que se sitúan en el 2%. Desde Creand Asset Management explican que el consenso cree que la inflación desaparecerá en un año o año y medio, sin embargo, la firma defiende que se mantendrá por el encima del 2% y cercana al 4% durante bastante tiempo. Su argumento es que persistirán algunas fuerzas inflacionistas como son la desglobalización o la descarbonización, que provocarán que la inflación se mantenga alta más de 2 o 3 años.
A pesar de que se vaya a manetner alta, se prevé una moderación gradual de la inflación general debido, según informa el Banco de España (BdE), a que las tasas de 2023/2024 estarán muy afectadas por las medidas de apoyo desplegadas. Inicialmente, apuntan a que la reducción de la inflación vendrá determinada por el componente energético. Sin embargo, advierten de que la moderación del ritmo de avance de los precios de los alimentos y la caída de la tasa de inflación subyacente tardarán algo más en producirse. “A ello contribuirán, entre otros factores, el desvanecimiento progresivo de los cuellos de botella, el impacto gradual del cambio de tono de la política monetaria y el abaratamiento de las materias primas”, informa el BdE. Dando cifras concretas, desde Bankinter esperan niveles de inflación del 8,5% en 2022, en 2023 del 4,9% y en 2024 del 2,5%.
Actuación de los bancos centrales y tipos de interés. La principal misión que tienen los bancos centrales ahora es la de controlar y reducir la inflación, por lo que la intensidad y velocidad de sus actuaciones se verá influida por los niveles de inflación. A pesar de que hay signos de que la inflación empiece a bajar, los bancos centrales están aún lejos de su tradicional objetivo del 2%, por lo que los expertos no descartan más subidas de tipos para controlarla enfriando la economía.
La misión no es sencilla y las autoridades monetarias deben hacer un gran trabajo de equilibrio entre contener la inflación y no llevar a la economía a una recesión. “Creemos que no se pasarán con las subidas de tipos”, tranquilizan desde Diaphanum. Tras un año 2022 marcado por el fin de tipos de interés cero o negativos y de la barra libre de liquidez de los bancos centrales, “esperamos un 2023 en el que los tipos se adentren en terreno restrictivo (EE. UU. 5%, Europa 3%) para volver a neutral (3% y 2% respectivamente) solo cuando la inflación converja al objetivo, algo que no esperamos que ocurra hasta 2024”, confirma Natalia Aguirre, directora de Análisis y Estrategia de Renta 4 Banco. Aunque advierten del riesgo de un tensionamiento de las políticas monetarias más intenso o rápido de lo previsto, ante una inflación que no ceda.
¿Recesión? El consenso es que las principales economías desarrolladas sí puedan experimentar una recesión en 2023, pero seguramente será técnica (dos trimestres consecutivos de crecimientos negativos) y no sería nada parecido a lo que ocurrió en la crisis financiera de 2008. “No será ni larga ni profunda y es algo que el mercado descuenta”, apuntan desde Diaphanum.
En España, la mayoría de entidades han revisado al alza el crecimiento de la economía española en 2022, pero a la baja el crecimiento para 2023. Desde Deutsche Bank esperan que la economía española cierre el año con un crecimiento previsiblemente cercano al 4,6%. No obstante, la cifra esconde una paulatina ralentización de la actividad económica desde después del verano. Según explican, el efecto combinado de los mayores tipos de interés, la subida de la inflación y el menor crecimiento de nuestros socios comerciales provocaría una moderada recesión en 2023 (previsión: +0,8%). «La economía española afronta esta nueva recesión en mucha mejor situación que la existente durante la crisis financiera. La deuda del sector privado se ha reducido considerablemente, y a diferencia de la crisis anterior, existirá un fuerte apoyo fiscal (NGEU, ayudas a empresas y familias más afectadas por la subida de los precios)», tranquiliza Rosa Duce, economista jefe de la entidad.
Geopolítica. A principios de 2022 estalló la guerra en Ucrania, lo que afectó de manera abrupta al mercado energético y fue uno de los principales alimentadores de la inflación, un riesgo que seguramente persista en 2023, aunque los mercados lo tengan asimilado. Desde Diaphanum, consideran que su posible final eliminaría la prima de riesgo del mercado. Pero además de este conflicto, desde Renta 4 Banco tampoco pierden de vista otros riesgos geopolíticos como el de China-Taiwán. Respecto a China, también destaca su política cero COVID y cuándo acabará, ya que el gigante asiático también influye en el crecimiento global.
El inversor conservador puede volver a serlo
Los expertos de Creand Asset Management consideran que la mejor noticia en este contexto es que el inversor conservador puede volver a serlo y obtener rentabilidades elevadas. Desde Bankinter creen que después de la tormenta ha llegado la calma y exponen tres razones para ser optimistas. En primer lugar, una inflación que empieza a remitir, que el mercado dé por sentado que los bancos centrales tendrán éxito en su lucha contra la inflación y que haya alternativas de inversión razonables. “Tener bonos en las carteras tiene sentido: aportan diversificación e ingresos”, han añadido. “Antes, el moderado y el conservador no tenían dónde ir”, recuerdan desde Diaphanum, sin embargo, la renta fija vuelve a dar rentabilidades, por lo que tendrán mayores oportunidades.
Para el inversor arriesgado el mundo también será diferente. El más agresivo, según relatan desde Creand, está comprando a niveles más bajos y tiene una buena oportunidad de jugar con la volatilidad.
Pero sin importar el perfil de inversión, desde Diaphanum insisten en la importancia de la inversión. “En un mundo con mucha inflación hay que invertir el dinero, tener liquidez sin remunerar no es la solución”. Aunque alertan de que gestionar será más difícil porque ahora además habrá que batir a una inflación más alta. “Cuando se invierte en los mercados de capitales, el rendimiento no está garantizado, pero al menos se da al dinero la posibilidad de revalorizarse si se respetan las reglas de la diversificación y de la inversión a largo plazo”, sostiene Adrián Amorín, country manager para España de Scalable Capital.