Los fondos soberanos superan por primera vez los 10 billones de dólares en activos bajo gestión. Una cifra récord que si la contextualizamos y comparamos con la riqueza de un país, sería como hablar de la tercera economía del mundo. Según refleja el informe elaborado por el ICEX- Invest in Spain e IE University, realizado con datos de 2021, existen activos 98 fondos, correspondiente a 70 países, que realizaron 450 operaciones, un 171% más que el año anterior.
“Es importante entender cómo se comportan los fondos soberanos, hacia dónde dirigen sus inversiones y también el volumen de activos que movilizan. Se han convertido en herramientas de gestión macroeconómica y de atracción económica, además de catalizadores del cambio de modelo energético en muchos países”, explicaba Manuel Muñiz, decano de la School of Global and Public Affairs de IE University, durante la presentación del informe.
Muestra de la relevancia que tienen estos fondos y de lo pegado que están a la realidad del mercado, es que algunos de ellos, según señaló Muñiz, también han retirado sus inversiones de Rusia. Tras la histórica caída de la economía mundial registrada en 2020 debido al brote del COVID-19 (-3,1%), la recuperación fue más débil de lo previsto en 2021 y ahora, en 2022, el aumento de la inflación y el conflicto bélico iniciado por Rusia en Ucrania refrena la recuperación económica e imprime volatilidad al mercado. Pese a ello, el informe destaca que los activos bajo gestión de los fondos soberanos han crecido un 40% desde 2016 y un 11% en el último año.
“En cualquier caso, 2022 seguirá estando enmarcado por una importante incertidumbre y será necesario revisar continuamente las estimaciones de crecimiento. La Inversión Extranjera Directa (IED) mostró una importante recuperación del 77% en 2021 respecto al año anterior, ascendiendo a 1,65 billones de dólares. Esto implica una recuperación hasta los niveles anteriores a la pandemia. El mayor aumento se produjo en las economías desarrolladas, que recibieron una inversión de 777.000 millones de dólares, el triple que en 2020. En las economías emergentes y de renta media aumentó un 30%, hasta los 870.000 millones de dólares, y en América Latina se alcanzaron los niveles anteriores a la pandemia, aunque todas las regiones registraron aumentos”, estima el informe en sus perspectivas.
El dato y el comportamiento de la IED sirve de contexto para entender el comportamiento y dimensión de los fondos soberanos. En este sentido, el estudio argumenta que la recuperación de la IED en todo el mundo se sustentó principalmente en los altos niveles de liquidez y la disponibilidad de capital en los mercados financieros, respaldados por los bajos tipos de interés actuales, además de las menores valoraciones de algunas empresas afectadas por la pandemia que aumentaron las transacciones de fusiones y adquisiciones.
“Más allá de la IED, el mercado mundial de fusiones y adquisiciones cerró en 2021 con un récord de 5,9 billones de dólares en más de 63.000 transacciones, superando en casi 1,5 billones de dólares el anterior máximo establecido en 2015. En consonancia con el frenesí mundial de la actividad inversora, la respuesta de los fondos soberanos a esta incierta situación económica fue clara: aumentar el ritmo inversor y captar valor en este periodo de transformación global, rebosante de efectivo, políticas monetarias acomodaticias y valoraciones bursátiles disparadas”, apuntan las conclusiones del documento.
El comportamiento de los fondos soberanos
Las cifras demuestran este “fernesí”. Con más de 450 operaciones, los fondos soberanos han triplicado la actividad inversora respecto al último informe y 2021 se ha convertido en el año que ha registrado la mayor actividad inversora de la serie histórica. “Además, la acumulación de capital continuó impulsada por el repunte de las bolsas y el aumento de los precios de los hidrocarburos. Por primera vez, los fondos soberanos superaron el hito de los 10 billones de dólares en activos gestionados. Esto supone un aumento del 11% en comparación con nuestro anterior informe”, insisten los autores del informe.
Según el estudio, los inversores soberanos más activos el pasado año fueron dos fondos de Singapur, el Temasek y GIC. Seguido por el emiratí Mubadala, con 80 operaciones en el periodo analizado, se ubica también en los primeros puestos del ranking. También muy activos, pero con un enfoque más doméstico, destacan el Russian Direct Investment Fund o el National Infrastructure Investment Fund de India. Otro dato interesante es que EE.UU. continúa un año más como el primer destino de inversión de los fondos; la novedad fue la subida de India hasta el segundo puesto, por número de operaciones, por delante de China y Reino Unido, según el informe.
Los sectores de mayor interés para los fondos en todo el mundo, por número de operaciones, siguieron liderados por la tecnología, que representó casi el 42% de todas las transacciones. Un número creciente de estas operaciones se realizó mediante coinversiones con líderes de la industria del venture capital. El informe, que ha analizado 1.900 coinversiones, destaca a Sequoia, Tiger Global o NEA como algunos de los socios habituales de los fondos soberanos, aunque inversores no convencionales en esta clase de activo como Goldman Sachs o BlackRock están adquiriendo un rol cada vez más relevantes.
“Dentro del sector tecnológico, las empresas de software, las fintech, los neobancos o las relacionadas con las criptomonedas son algunas de las que han recibido una mayor inyección de capital soberano. Las dedicadas a la biotecnología y la tecnología de la salud continúan entre las apuestas de los 90 fondos analizados por el informe, con operaciones en 15 países distintos, desde Finlandia o Vietnam hasta España, en la que GIC el fondo soberano de Singapur, invirtió 1000 millones a través de su filial en los EE. UU., Biomat”, puntualiza el documento.
Por último, las fuentes de energías renovables fueron otro sector que aumentó su inversión entre los fondos soberanos el año pasado, entre cuyas inversiones la sostenibilidad va ganando como factor de peso.
Entre las tendencias que destaca Javier Capapé, director del Sovereign Wealth Research del Center for the Governance of Change de IE University, se encuentra la agricultura. “Tradicionalmente ha sido un sector aburrido, pero que es absolutamente estratégico e innovador. Los fondos soberanos han estado invirtiendo en toda la cadena de valor, en particular en Europa”, señala. Por último añade que otra tendencia relevante es cómo estos fondos se están focalizando de forma masiva en los ODS, en particular en proyectos sobre fusión nuclear ya que su viabilidad comercial está prevista para 2030.
¿Cómo invierten los fondos soberanos?
Según destaca el informe, los fondos soberanos siguen explorando nuevos sectores, nuevas clases de activos, y ajustando sus organizaciones y su alcance internacional mientras siguen este camino de diversificación. “Para muchos, la misión de sus organizaciones es preservar y hacer crecer la riqueza para las generaciones futuras. En el mundo tan cambiante que vivimos, es fundamental entender, utilizar e invertir en tecnología. Por lo tanto, para no perder de vista el largo plazo, es pertinente que los fondos soberanos añadan el capital riesgo, como componente clave en la matriz de clases de activos de su propósito a largo plazo”, apuntan.
El documento sostiene que los fondos soberanos forman parte de la revolución del capital riesgo. “Tras años de exploración de las nuevas tecnologías, algunos fondos soberanos pueden considerarse ahora un actor más en la sala global. Los fondos soberanos son parte de la explicación de por qué las empresas emergentes permanecen más tiempo en el sector privado. En un proceso de retroalimentación, esta mayor clase de activos privados permite a los fondos soberanos identificar más oportunidades que nunca”, argumenta.
Para Javier Capapé, director del Sovereign Wealth Research del Center for the Governance of Change de IE University, los fondos se transforman al mismo ritmo que la industria, por lo que las operaciones directas en compañías no cotizadas se disparan. “Empresas privadas tecnológicas en un amplio espectro de industrias atraen cada vez más al dinero institucional donde no faltan los fondos soberanos. Su visión de largo plazo les permite apostar por compañías que están transformando la manera da luchar contra el cambio climático (apostando por renovables y nuevas energías como la fusión), de entender el dinero y las transacciones (fintech y crypto), de proporcionar seguridad alimentaria (agritech) o de acelerar una economía más circular (reciclaje y producción sostenibles)”, concluye Capapé.