La falta de consenso para formar un gobierno en Italia asustó en gran medida a los mercados, que se tranquilizaron tras la designación de Giuseppe Conte como primer ministro de un Ejecutivo apoyado por los partidos populistas Movimiento 5 Estrellas y la Liga Norte. Pero después de la tormenta, ¿cuánto durará esta calma?
Hace justo una semana, Conte tomaba posesión de su cargo y con ello proclamaba su primer discurso, causando cierta presión sobre los bonos del gobierno italiano. “A diferencia de la promesa anterior de su ministro de finanzas de mantener un superávit en el saldo fiscal primario y de continuar reduciendo el nivel de deuda, Conte prometió seguir adelante con recortes de impuestos y más gasto social. Trató de calmar el mercado con la promesa de que un crecimiento más rápido reduciría el déficit en el mediano plazo, copiando el reequilibrio dinámico que el presidente Trump incorporó a su reforma tributaria”, explica Markus Allenspach, jefe de análisis de renta fija en Julius Baer.
En su opinión, el problema de esta afirmación es que las promesas electorales podrían costar hasta el 5% del PIB del país; una cantidad difícil de compensar con una economía que es “crónicamente lenta”, advierte Allenspach. “Los últimos problemas presupuestarios mantendrán a raya la deuda del gobierno italiano y mantendrán vivo el riesgo de una rebaja de la calificación crediticia soberana de Italia”, añade.
Lo que está claro es que haber logrado formar un gobierno ya es un primer paso para reducir la inestabilidad. “Con el anuncio de un nuevo gobierno en Italia, el 31 de mayo se logró restaurar algo de estabilidad en los mercados. Ahora, mucho dependerá de la naturaleza de las políticas que se implementen y si se exige una mayor prima de riesgo a Italia como resultado de ello. El rápido crecimiento de la deuda pública italiana presenta claramente el riesgo de caída a medio plazo más importante, pero los numerosos controles y ajustes deberían limitar las probabilidades de que se produzca este resultado”, apunta Justin Bisseker, analista bancario europeo de Schroders.
Entre los principales riesgos a los que se enfrenta la economía Italia, desde Amundi señalan su deuda. “El alto nivel de deuda gubernamental representa un riesgo, aunque el promedio de vencimiento es bastante alto, por lo que se protege en cierta medida de una transmisión repentina de tasas de interés altas. En cambio, no la deuda del sector privado no nos preocupa”, apuntan desde la gestora.
¿Qué teme el mercado?
Hasta el momento lo que hemos visto es que el rendimiento del bono soberano italiano a 10 años llegó al 3,164% el 29 de mayo después del veto de Sergio Mattarella, presidente de Italia, y luego se redujo hasta un 2,6% por las noticias sobre el acuerdo de coalición. Algo muy positivo que llegó al diferencial entre los bonos a 10 años del gobierno italiano y la deuda soberana alemana ha reducirse 219 puntos básicos, desde el máximo del 30 de mayo de 269 puntos básicos.
En este movimiento, lo que más preocupa a los mercados no es la volatilidad, sino que, esta vez, “el Banco Central Europeo (BCE) no puede ofrecer una red de seguridad, ni técnica ni políticamente. El escepticismo europeo del recién formado gobierno italiano descarta pedir ayuda al BCE. Tampoco el BCE puede bajar los tipos o cambiar el sentido desechando su calendario para poner fin a la flexibilización cuantitativa. Sabemos que los mercados tienden a descontar lo políticamente improbable y, por lo tanto, difícil de cuantificar. Cuando ocurre lo políticamente improbable, los mercados tienden a reaccionar de forma exagerada”, señala Stéphane Monier, Jefe de Inversiones de Lombard Odier.
Según los analistas, es bastante probable que la relación entre el gobierno de coalición de Italia y la Unión Europea sea turbulenta. Es previsible que la coalición choque, inevitablemente, con sus vecinos europeos por su retórica antiinmigración y el objetivo común para eliminar las sanciones de la Unión Europea a Rusia.