Invertir en deuda emergente exige un nuevo punto de vista, defienden en Nordea. “Dada la situación actual, pensamos que invertir de manera acertada en deuda emergente exige un enfoque matizado capaz de aprovechar oportunidades idiosincrásicas de valor relativo”, comentan Cathy Hepworth (en la foto), gestora senior de carteras y responsable de estrategia en deuda pública de PGIM Fixed Income, y Matthew Duda, especialista en carteras de PGIM Fixed Income. En una entrevista con Funds Society, explican que existen oportunidades interesantes en los bonos emergentes denominados en divisas fuertes, así como en determinados mercados de bonos denominados en divisa local y creen que hay atractivas valoraciones.
¿Cómo afectará una posible subida de tipos en EE. UU. a la deuda emergente?
Esperamos que la Reserva Federal adopte un enfoque sopesado a la hora de subir los tipos a corto plazo, algo que debería favorecer a la deuda emergente (y a los segmentos de renta fija con mayor riesgo en general), dado que probablemente existirá una abundante liquidez mundial aún en busca de rendimientos en el actual contexto de tipos en mínimos históricos en todo el mundo. Se prevé que el banco central estadounidense se muestre debidamente cauto en vista de la combinación actual de: volatilidad en los mercados financieros de todo el mundo; heterogeneidad en los datos económicos de Estados Unidos y a escala mundial; previsión de que persistan las presiones generadas por la baja inflación a escala mundial; y la capacidad, cada vez menor en este momento, para reaccionar a acontecimientos que provoquen caídas.
Con respecto a los efectos en la deuda emergente, este segmento ha evolucionado generalmente bien durante los ciclos de subida de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal. La deuda emergente registró rentabilidades totales positivas tras el inicio de los ciclos de alza de tipos que inició el banco central estadounidense en 1999-2000 y 2004-2006. También superó en rendimiento a otros segmentos del universo de la renta fija durante los tres años siguientes al comienzo del ciclo de 1994-1995. Dicha evolución respondió en gran medida a la elevada rentabilidad desde la que partía el sector, el aplanamiento de la curva de rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense —que auguramos que volverá a producirse durante el próximo ciclo de subida de los tipos— y la mejora más a largo plazo de la solvencia de la deuda pública, que redujo significativamente los temores de impago.
Sin embargo, dada la situación actual, pensamos que invertir de manera acertada en deuda emergente exige un enfoque matizado capaz de aprovechar oportunidades idiosincrásicas de valor relativo, en lugar de simplemente infraponderar países expuestos a obstáculos de carácter macroeconómico o a acontecimientos negativos concretos.
¿Cuáles son los principales riesgos a los que se enfrenta un gestor de fondos de deuda emergente en la actualidad?
Entre los riesgos actuales, destacan la posibilidad de que se produzca una recesión mundial, la volatilidad inesperada en China o determinados acontecimientos repentinos de carácter político o económico en los mercados emergentes o en el conjunto de los mercados desarrollados, que lleven a los inversores a incrementar su aversión al riesgo. Es importante contar con los recursos necesarios para comprender y analizar cada uno de estos riesgos e identificar así las mejores oportunidades que ofrece cada país. Invertir en renta fija emergente consiste en aglutinar dichos conocimientos durante los ciclos de la deuda corporativa y del mercado.
¿Es el momento de volver a la deuda emergente de cara al resto de 2016 y al próximo año? ¿Por qué?
Creemos que existen oportunidades interesantes en los bonos emergentes denominados en divisas fuertes, así como en determinados mercados de bonos denominados en divisa local. La deuda de mercados emergentes ha mostrado un buen comportamiento desde principios de 2016, dejando atrás las rentabilidades inferiores a la media que registró en 2015. La rentabilidad desde principios de año hasta el 31 de agosto de 2016 oscila entre su máximo, de alrededor del 14,5% en el caso de la deuda de mercados emergentes denominada en divisas fuertes, y aproximadamente el 7% que ofrecen las divisas y la deuda de mercados emergentes denominada en divisa local (con coberturas frente al dólar estadounidense). Creemos que las bajas rentabilidades que ofrece el mundo desarrollado y la perspectiva de que los principales bancos centrales mantengan sus políticas acomodaticias y sus programas de relajación cuantitativa hacen que las valoraciones de los mercados emergentes resulten atractivas. Los diferenciales de la deuda soberana y cuasisoberana de los mercados emergentes se están negociando en el extremo más amplio del intervalo en que se han movido tras el estallido de la crisis financiera.
Desde un prisma macroeconómico, la producción industrial en el universo emergente está repuntando en la mayoría de los países que lo conforman, como Brasil, México, Indonesia, Rusia y Colombia. Otros factores beneficiosos para la deuda emergente son, entre otros, el debilitamiento del dólar estadounidense frente a sus recientes máximos, una cierta estabilización del yuan chino, la recuperación de los precios de las materias primas y un contexto de valoraciones atractivas. Además, la renta variable emergente ha superado a su homóloga desarrollada en los últimos meses, lo que suele constituir uno de los principales indicadores del potencial de rentabilidad positiva de otros activos emergentes. Por último, la inversión extranjera en deuda emergente está brindando un respaldo adicional.
A la hora de invertir en deuda emergente, es importante mantener una perspectiva a largo plazo. De este modo, los inversores pueden beneficiarse a lo largo del tiempo de los desajustes del mercado, que generan oportunidades para adquirir con descuento activos con fundamentales sólidos.
¿En qué punto se encuentran los precios en este momento?
Aunque la deuda emergente ha repuntado en los últimos meses, creemos que los precios siguen siendo interesantes en relación con sus niveles históricos. Por ejemplo, el diferencial con la deuda pública, tal y como se reflejaba en el índice JP Morgan EMBI Global Diversified a mediados de septiembre de 2016, era de 330 puntos básicos, aproximadamente 75 por debajo de los niveles alcanzados en el episodio de tensión del segundo semestre de 2014 y aproximadamente 160 puntos básicos por debajo de los niveles de 2007, antes de la crisis financiera mundial. Creemos que todavía existe valor en cuanto a fundamentales en muchos emisores de deuda pública y cuasisoberana, que se negocian con unos diferenciales amplios frente al índice. Y lo que es más importante, si bien algunos de estos emisores pueden tener una calificación inferior al grado de inversión, pensamos que existen muchas oportunidades para sacar partido de los riesgos mal descontados en las cotizaciones.
En el universo emergente, a menudo la incertidumbre en el ámbito político y en cuanto a posibles medidas genera una volatilidad que no se corresponde con el valor fundamental subyacente del emisor. Son estas ventas masivas las que suelen brindar las oportunidades más interesantes en este segmento. Por ejemplo, hoy en día existen numerosas oportunidades de este tipo en determinados países calificados como «mercados fronteras» o «diamantes en bruto» de África y Asia, así como en estados de mayor envergadura, como Indonesia, Rusia, Brasil, Argentina, México y Venezuela. En los mercados de bonos locales, el rendimiento medio sigue siendo muy interesante en comparación con el de sus homólogos desarrollados, superior al 6,25% a mediados de septiembre. Algunos países emergentes están recortando sus tipos de interés o se acercan al final de sus ciclos de subidas, algo que, por lo general, apunta a una revalorización de la renta fija.
¿Y los mercados de divisas? ¿Han tocado fondo en el conjunto de los países emergentes?
En lo referente a los mercados de divisas del universo emergente, creemos que las valoraciones en relación con las cotas históricas son interesantes en algunos países latinoamericanos y de la región EMEA. La recuperación y la estabilización de los precios de las materias primas, el hecho de que la atonía del crecimiento de las economías emergentes haya tocado fondo, la mejora de las balanzas por cuenta corriente y un panorama de tipos de interés más favorable a escala mundial deberían impulsar a los mercados de divisas emergentes en los próximos meses.
¿Qué regiones geográficas prioriza?
Nuestras carteras están diversificadas y buscan aprovechar oportunidades en diversas regiones y sectores emergentes. Hoy en día, priorizamos oportunidades específicas en segmentos expuestos a las materias primas de África, Rusia y Kazajistán, así como en Latinoamérica y Asia, como en deuda pública, cuasisoberana y bonos en divisa local de Indonesia.
¿En qué mercados latinoamericanos se centra actualmente?
Hoy en día percibimos valor en Brasil, México, Argentina, Venezuela y República Dominicana. Monitorizamos la amplia gama de mercados latinoamericanos de renta fija, incluidos los segmentos de deuda pública, cuasisoberana, bonos corporativos, bonos en monedas locales y divisas. Tras los difíciles ajustes políticos y económicos que todavía se están registrando, pensamos que determinados emisores brasileños de deuda pública y cuasisoberana —incluidos títulos cuasisoberanos vinculados a las materias primas— pueden ofrecer valor. En México, priorizamos algunos emisores corporativos frente a la deuda pública. En Argentina, los bonos de las provincias más grandes y los vinculados a la energía parecen interesantes, además de su deuda pública canjeada. Entre los emisores más pequeños, apreciamos la mejora de la calidad crediticia de la República Dominicana, y pensamos que los bonos salvadoreños se negocian a unas valoraciones interesantes en relación a su riesgo de impago. En Venezuela, numerosos bonos se negocian a unos niveles atractivos atendiendo al valor de recuperación previsto y, en nuestra opinión, creemos que aquellos a muy corto plazo se reembolsarán.
En lo referente a bonos en moneda local, priorizamos la parte a muy corto plazo y la parte larga de la curva de rendimientos mexicana. En Brasil, esperamos que el ciclo de recortes de tipos de interés comience este año y siga su curso durante el próximo. En este país, priorizamos una combinación de bonos nominales y vinculados a la inflación en vista del elevado nivel que presentan los tipos reales. Por último, pensamos que existe valor en el peso mexicano, puesto que cotiza en niveles baratos atendiendo a sus fundamentales y desde el punto de vista de los tipos de cambio efectivos reales.
El Nordea – 1 Emerging Market Bond fund ha sido aprobado para su comercialización en Chile. ¿Cree que la deuda emergente es una opción interesante para los inversores latinoamericanos?
Entre las ventajas de invertir en deuda emergente están sus diversas exposiciones geográficas y tipos de valores. Un inversor latinoamericano puede beneficiarse de la diversidad de sensibilidades a las materias primas (esto es, exportadores e importadores), así como a las distintas tendencias de crecimiento económico tanto a nivel sectorial como en los diferentes países. Con más de sesenta países emergentes entre los que elegir, los inversores y los gestores de activos pueden sacar partido de numerosas oportunidades de valor relativo en los diferentes ciclos de mercado. Tradicionalmente, invertir de forma acertada en los mercados emergentes implica diversificar los riesgos, aplicar un enfoque a largo plazo, y entender que aunque los mercados puedan parecer desfavorables en determinados momentos, la deuda emergente tiende a repuntar con bastante rapidez tras una sacudida general o después de sufrir ventas masivas.