La reunión del BCE, celebrada el jueves por la tarde, no ha defraudado a los expertos, que esperaban nuevas medidas acomodaticias por parte de la autoridad monetaria, en un contexto de mayores incertidumbres económicas para la eurozona. Así las cosas, el entorno de desaceleración ha obligado a Mario Draghi a nadar a contracorriente de otras autoridades mundiales, pues ha decidido lanzar nuevas inyecciones de liquidez (TLTRO) a partir de septiembre, y hasta marzo de 2021, y aplazar los plazos para dar comienzo a las subidas de tipos -pensadas en un principio para verano y que no se producirán ahora al menos hasta final de año-. Con todo, los expertos hablan ya de subidas en el año 2020.
Las inyecciones de liquidez destinadas a reactivar el crecimiento se materializarán mediante préstamos condicionados a la concesión de crédito (TLTRO), con un vencimiento de dos años. Empezarán en septiembre, poco antes de la salida de Draghi del Banco Central Europeo. Los inversores habían descontado en las últimas semanas un próximo lanzamiento de estas operaciones de liquidez si bien la urgencia con la que ha actuado el BCE a la hora de activar estos estímulos ha sorprendido. La medida favorece a los bancos, pero se compensa con otra medida que no les beneficia: el retraso de las alzas de tipos, que según algunos expertos no llegarán hasta el año próximo.
Los gestores esperaban nuevas medidas, pero no de tanto calado. «Esto ciertamente va más allá de lo que la mayoría de nosotros pensábamos que iba a hacer el BCE. El BCE admitirá que la economía europea se enfrentará a fuertes vientos en contra en los próximos meses. Los mercados van a animar la respuesta con la venta del euro y la recuperación de la rentabilidad de los bonos y de los mercados de renta variable», comenta Paul Diggle, economista senior de Aberdeen Standard Investments.
Nick Wall, co-manager del fondo Merian Strategic Absolute Return Bond, de Merian Global Investors, explica que el BCE está hacienda todo lo que puede dentro de su marco legal para mantener el dinero barato, pero hasta que la demanda de dinero no suba de forma significativa, estará limitado: “Estas medidas ayudan a los márgenes del sector financiero manteniendo el coste del crédito barato, si bien el problema en Europa ha sido la demanda de crédito. Para que ésta crezca, Europa necesitará ver un mayor crecimiento chino para impulsar sus exportaciones y para que los gobiernos impulsen su gasto. Un crecimiento en la confianza en el consumo reduciría el ratio de ahorro que se incrementó tras un turbulento último trimestre de 2018″.
“Tras el anuncio del BCE, los mercados de bonos de la eurozona experimentaron importantes ganancias, liderados por los bonos soberanos. Sin embargo, dado que los rendimientos de la deuda pública a 10 años se están acercando, una vez más, a la barrera del 0%, las nuevas ganancias deberían ser limitadas”, explica el equipo de gestión de Ethenea sobre posibles implicaciones en los mercados. Según los expertos, el BCE también espera que «las condiciones favorables de financiación, la mejora reciente del mercado laboral y el aumento de los salarios» apoyen aún más la expansión de la economía de la región. “Esto respalda la opinión de que la primera subida de tipos del BCE se producirá en el primer semestre de 2020”, indican.
Decisión correcta por razones económicas
En general, los expertos creen que es la decisión correcta: “A los mercados les gusta escuchar que los reguladores pueden ser flexibles si es necesario, pero continuar con la normalización de políticas representa el camino correcto para el BCE. Los datos económicos son menos favorables, principalmente a causa de factores externos que, por lo general, quedan fuera del control del BCE. Europa es bastante más sensible a la economía china de lo que muchos piensan. A medida que los estímulos comiencen a hacer efecto en China, Europa debería notar la mejoría”, comenta Aaron Anderson, vicepresidente senior de análisis de Fisher Investments.
En concreto, el BCE ha rebajado su previsión de crecimiento del PIB para 2019 en seis décimas, desde el 1,7% hasta el 1,1% y para 2020 desde el 1,7% al 1,6%, mientras mantiene en el 1,5% la de 2021. Sobre la inflación, este año el BCE augura un repunte de precios del 1,2% prente al 1,6% estimado en diciembre, lejos del objetivo del 2%.
“Las medidas del BCE están totalmente justificadas por el telón macro de fondo. La desaceleración en la actividad global sigue su curso y hasta la fecha hay poca evidencia de «brotes verdes». El debilitamiento del crecimiento en China, las condiciones globales más estrictas a nivel mundial, la incertidumbre relacionada con el comercio y algunos factores específicos de cada país se combinaron para ejercer de lastre en las economías europeas el año pasado. Los países que se encuentran más estrechamente relacionados con estos factores han estado soportando la mayor parte del ajuste, siendo Alemania un claro ejemplo”, dice Anna Stupnytska, economista Global de Fidelity International. “Al ofrecer mucho más de lo esperado en la reunión, en esencia el BCE ha eliminado cualquier necesidad de tomar decisiones políticas importantes al menos hasta finales de 2019, y posiblemente hasta 2020. En ausencia de grandes shocks a lo largo de este año, la postura del BCE no se modificará por el momento”, apostilla.
Johannes Müller, responsable de Macro Research de DWS, cree sorprendentes las medidas tomadas, que se explican por las bajadas en las previsiones de crecimiento pero sobre todo de inflación: “Incluso en 2021 solo se espera un crecimiento del 1,6%, lo que significa implícitamente una negación de que vaya a alcanzarse el objetivo”. “Las especulaciones sobre que los tipos estarán más bajos por más tiempo recibe ahora más ímpetus. Sin embargo, el hecho que de que se necesiten TLTROs tras 10 años desde el pico de la crisis financiera muestra que el sistema financiero está aún lejos de normalizarse”, añade.
A contracorriente de EE.UU. pero en línea con otros bancos centrales
A pesar de que la decisión va en contra de lo que están haciendo otros bancos centrales, como el estadounidense, Jeremy Gatto, gestor del fondo Navigator de la gestora Unigestion, matiza que el cambio en el BCE va en línea con otros cambios dovish que están llevando a cabo otros bancos centrales de países del G10. “Hoy la reunión del BCE ha confirmado el viraje dovish que hemos observado en otros bancos centrales del G10. La sorpresa real no estaba en las medidas anunciadas sino el timing (hoy versus más tarde). Este cambio puede claramente explicarse por la desaceleración en las tendencias macroeocnómicas y de inflación que hemos observado”, explica.
En este sentido, indican que no les sorprende la vuelta de tuerca dovish dada por el Banco de Canadá el miércoles, por ejemplo. “En Europa, si la desaceleración continúa durante otros dos meses, sería probable que entrara en recesión. Las incertidumbres del Brexit también podrían pesar más en el Reino Unido y en la eurozona. Seguimos posicionados de forma positiva en activos de crecimiento pero, dadas las recientes tendencias en nuestros indicadores, hemos implementado coberturas y seguimos cautos a medio plazo”, añaden. Porque creen que los activos orientados al crecimiento estarán en riesgo este año si la desaceleración en la economía global sigue materializándose: “Creemos que parte de la recuperación en las bolsas que hemos visto desde comienzos de año se debe a los fundamentales, sino a factores técnicos que podrían revertir fácilmente, y también al cambio de los bancos centrales”, apostillan desde Unigestion.
Sobre las reacciones del mercado de renta fija, Kevin Flanagan, director de estrategia en renta fija de WisdomTree, comenta que “el precio del mercado de bonos de la zona euro se ajustó a las operaciones de financiación a plazo más largo (TLTRO) y los recortes de las perspectivas, pero este cambio “dovish” en la orientación no estaba previsto en el mecanismo de precios y ha reducido el rendimiento del bund a 10 años a su nivel más bajo desde 2016”.