«Es exactamente el tipo de escenario que ponía los pelos de punta a Margaret Thatcher. A partir de hoy, será la Unión Europea la que dictamine las condiciones en las que podemos comerciar con nuestro mercado más importante”, decía ayer Lord Heseltine, político británico del Partido Conservador tras la activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa que inicia el Brexit, haciendo referencia a uno de los principales miedos del proceso oficial de salida de Reino Unido del bloque europeo: la actividad económica con su principal socio comercial, la Unión Europea, va a cambiar radicalmente y con ella, muchas empresas del FTSE 100 se verán afectadas.
“Reino Unido espera alcanzar un acuerdo que altere lo mínimo posible las relaciones comerciales, financieras y políticas con la UE. Sin embargo, estas negociaciones serán muy complejas y los sentimientos euroescépticos en el partido conservador podrían socavarlas”, afirman los expertos de NN Investment Partners.
Desde la activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa se inician dos años de negociaciones que, en palabras de Monica Defend, directora de Asignación de Activos Global de Pioneer Investments y de su colega en la firma, el economista Andrea Brasili, es probable que no sea un proceso suave, dadas las posiciones iniciales de las dos partes. “A largo plazo creemos que Reino Unido tendrá que cambiar su modelo de crecimiento y podría ver una disminución en su tasa de crecimiento potencial. Mantenemos una visión negativa en el mercado de Reino Unido, debido a la alta volatilidad y el riesgo político”, explican.
También Léon Cornelissen, economista jefe, y Lukas Daalder, responsable de Investment Solutions de Robeco, creen que la Unión Europea va a mantener una postura inflexible, principalemente porque mientras el Brexit es una prioridad para Reino Unido, para Alemania es un tema secundario, pues está mucho más interesada en mantener unido al resto de la UE, o en cuestiones como Rusia, China o EE.UU. “Creemos que la UE adoptará una postura negociadora firme en aras de mantener la unidad de la Unión”.
Un divorcio reñido, con una retórica más severa por ambas partes es, para Jim Leaviss, responsable del equipo de renta fija minorista de M&G, uno de los principales riesgos de cara al futuro. “Probablemente resultaría en consecuencias de mayor calado sobre la demanda y, posiblemente, en una recesión”, advierte.
Y en la misma línea, Hartwig Kos, co responsable de multiactivos de SYZ Asset Management, afirma que el pánico por el Brexit sólo se verá dentro de unos meses, cuando el gabinete de May se dé cuenta de que las negociaciones con los europeos van a ser mucho más duras de lo que esperan.
Correcciones en renta variable y volatilidad
“Si las negociaciones defraudan, la corrección del FTSE100 podría ser muy agresiva”, dice Marisa Cabrita, analista de Orey Financial.
En su análisis, Martin Currie, filial de renta variable de la gestora estadounidense Legg Mason, explica que los sectores de la renta variable como el de consumo discrecional, el inmobiliario (constructoras) y el de suministros públicos se han mostrado particularmente vulnerables, y es probable que esta tendencia continúe. Los dos primeros son especialmente sensibles a una reducción aún mayor de los ingresos reales, mientras que los márgenes de los suministros públicos se han visto lastrados por el aumento del precio en libras de las importaciones energéticas. Lo que tiene claro la gestora estadounidense es que en los próximos años las bolsas de Reino Unido se enfrentarán a periodos constantes de volatilidad.
Caída en picado de la libra
La libra esterlina está actualmente infravalorada en un 15% frente al dólar estadounidense, pero podría caer aún más en los próximos meses debido a la incertidumbre ligada al Artículo 50, estima Christopher Dembik, economista de Saxo Bank. “Creo que la libra aún no ha tocado fondo. A pesar de que el proceso del Brexit podrá ser negativo a corto plazo, la fortaleza de la economía de Reino Unido a largo plazo volverá a brillar. Eso sí, a corto y medio plazo, el escenario será negativo».
«La depreciación de la libra esterlina ha sido en gran medida como se esperaba y ahora estamos viendo los efectos inflacionarios de la existencia de unos precios mayores en las importaciones, que alimentan la inflación de los hogares. Habrá que ver cómo harán frente las familias a esta inflación más alta. Los ingresos reales disponibles crecieron cerca de un 5% a comienzos del año pasado, pero al final habían caído a cero a medida que la inflación aumentaba”, recuerda Azad Zangana, economista especializado en Europa de Schroders.
Mercado de bonos: sufrimiento
En este contexto, los economistas de Julius Baer mantienen su opinión de que la economía del Reino Unido se va a desacelerar considerablemente este año. Dado que el índice de precios al por menor del Reino Unido subió un 3,2% en el año hasta febrero, la desaceleración económica pone al Banco de Inglaterra en una posición difícil.
“Mantenemos nuestra opinión negativa sobre la libra británica. El Banco de Inglaterra está completando su programa de compra de bonos anunciado a raíz de la decisión Brexit en 2016. Dada la aceleración de la inflación, no esperamos nuevas medidas de estímulo. Por lo tanto, seguimos siendo negativos para el mercado de bonos del gobierno del Reino Unido”, apunta Markus Allenspach, responsable de análisis de renta fija de Julius Baer.