La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE) acaparan hoy y mañana las miradas en una semana en la que la política está siendo la gran protagonista debido al proceso de impeachment de Donald Trump y a las elecciones que se celebrarán este jueves en el Reino Unido.
Pese a la agenda política, los bancos centrales son y han sido durante todo el año uno de los principales actores del mercado, y hoy y mañana moverán su última ficha antes de que 2019 termine. En ambos casos, los expertos y analistas apuntan a que no se esperan grandes novedades en ambas reuniones, pero advierten que las instituciones monetarias podrían emprender caminos diferentes.
“Es probable que las reuniones de los bancos centrales no cambien, y se espera que tanto la Fed como el BCE permanezcan en espera. La Fed continuará inyectando liquidez hacia el final de año para garantizar una transición sin problemas. Y creemos que Lagarde analizará el impacto de las medidas recientes antes de realizar cualquier cambio de política, mientras continúa presionando por apoyo fiscal”, sostiene Esty Dwek, jefa de estrategia de mercados globales de Natixis IM.
La Fed comenzó su reunión ayer rodeada de los rumores de posibles nuevas bajadas de tipos de interés. Según François Rimeu, estratega senior de La Française AM, la Fed mantendrá los tipos en un rango de entre el 1,5% y el 1,75% para la tasa de los fondos federales. De hecho, el mercado tiene totalmente descontado que no se producirá otra bajada de tipos.
“No esperamos ningún cambio en la orientación hacia el futuro, lo que pone de relieve las incertidumbres que aún persisten debido a los acontecimientos mundiales. Los riesgos de inflación seguirán calificando como atenuados. Creemos que la Reserva Federal describirá la actual postura sobre la política monetaria como apropiada», apunta.
En general, esta reunión no debería tener un impacto relevante en el mercado, en parte porque éste está pendiente de otros eventos: el curso de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. “Después de tres recortes preventivos de los tipos, creemos que es el momento de que el Powell adopte una postura de esperar y ver, la cual, podría mantener varios meses”, añade Rimeu.
Por su parte Juan Ramón Casanovas, Head of Private Portfolio Management de Bank Degroof Petercam Spain, sostiene que, tal y como ya indicó Powell en octubre, “los tipos actuales son los correctos y que solo los tocaría si los riesgos a la baja se incrementasen. Y la economía americana sigue gozando de una buena salud, y así lo refleja el último dato de crecimiento del PIB, que con un 2,1% volvió a sorprender al mercado. Pero Donald Trump ha tomado como referencia para exigir a la Fed nuevas rebajas de tipos el dato de confianza de los empresarios del sector manufacturero (PMI manufacturero). Este dato lleva desde el mes de agosto mostrando una ligera contracción económica, mientras su homólogo del sector servicios indica que el crecimiento continúa”.
Los nuevos recortes llegarán, en opinión de Franck Dixmier, director global de renta fija en Allianz Global Investors, ya en 2020. “Anticipamos un recorte de tipos, o tal vez más, dado que las perspectivas de crecimiento de EE.UU. son cercanas o ligeramente inferiores a su potencial, y las tensiones geopolíticas persiste. La evolución económica en el primer semestre de 2020 será, por lo tanto, decisiva para la posición futura de la política monetaria de Estados Unidos. La variable clave será la evolución de las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China, ya que las tensiones actuales están afectando tanto al clima empresarial como a la confianza del consumidor. En particular, la Fed necesitará controlar si la desaceleración del sector industrial resulta contagiosa y se extiende al sector de servicios, que es un elemento clave del crecimiento futuro.
Perspectivas en la zona euro
Las gestoras consideran algo más interesante la reunión del BCE, la última del año pero la primera de política monetaria para su nueva presidenta, Christine Lagarde. “Tendrá que definir su postura sobre la política monetaria y la forma de administrarla en los próximos meses. Los elementos interesantes a ambos lados del Atlántico serán las nuevas previsiones de cada banco central. En septiembre, el BCE estaba claramente del lado pesimista al ajustar a la baja sus expectativas de crecimiento e inflación. La Fed tiene pronósticos estables en comparación con junio”, destacan desde Natixis IM.
Parte de los analistas y gestoras defienden que la nueva presidenta del BCE está apuntando hacia un cambio de estrategia en su política monetaria, lo que se ha traducido en subidas en las rentabilidades de los bono. De cara a la reunión de los próximo días, la previsión es que no haya ningún cambio en el frente de política monetaria y que el foco siga estando puesto en el cambio de liderazgo.
“El BCE publicará sus primeras expectativas sobre 2022; esperamos un IPC armonizado del 1,7%, una cifra de compromiso que no cuestiona en ningún sentido la política monetaria actual”, explica Konstantin Veit, gestor de carteras de Pimco. Según la gestora, “el BCE está indicando a los responsables políticos que la política monetaria ha alcanzado sus límites, pero que las compras de activos estará ahí para apoyar la política fiscal tanto tiempo como sea necesario”.
Según argumenta Germán García Mellado, gestor de renta fija de A&G, la atención de los inversores se centrará en la rueda de prensa, así como en la situación macro actual, con las nuevas proyecciones para la economía de la eurozona. “Creemos que Lagarde optará los próximos meses por intentar construir consensos sobre los próximos pasos a dar en materia de política monetaria, sobre todo tras la fuerte oposición que se encontró su predecesor con el último paquete de estímulos monetarios. Habrá que prestar especial atención a la rueda de prensa, donde la presidenta del BCE probablemente deje la puerta abierta a mayores estímulos si la situación macro continúa deteriorándose, a la vez que insista en la necesidad de aplicar medidas fiscales expansivas. Los inversores empezarán a valorar la habilidad de Lagarde para comunicar información a los mercados, aspecto especialmente relevante en la política monetaria actual”, afirma.
Keith Wade, economista jefe de la gestora Schroders, apunta que lo más interesante lo veremos ya de cara al próximo año. “Esperamos que la nueva presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, mantenga el rumbo marcado por su predecesor Mario Draghi, con la posibilidad de otro recorte de tipos en el nuevo año. Lagarde forma parte de un grupo creciente que pide medidas de estímulo fiscal, recortes de impuestos y gasto en infraestructura para impulsar el crecimiento”, explica Wade.
En opinión de Franck Dixmier, director global de Renta Fija de Allianz Global Investors, anticipa «un probable recorte en los tipos de los depósitos en el primer semestre de 2020, en línea con las expectativas del mercado y nuestro escenario de un probable deterioro en el contexto macroeconómico. Bajar los tipos de los depósitos es el elemento más consensuado en un Consejo de Gobierno altamente dividido. Por otro lado, las compras de activos netos, que han sido muy controvertidas y discutidas por algunos, deberían mantenerse al nivel actual de 20.000 millones de euros al mes».
Futuros de tipos bajos
Desde AXA IM descartan que la tasa de facilidad de depósito del BCE pueda salir del territorio negativo antes de finales de 2021. “Creemos que la política monetaria ha encontrado su suelo efectivo, el flujo de datos de actividad está dando argumentos al BCE de que el nivel actual de acomodación es el correcto, pero hemos visto que algunos agentes del mercado han ido varios pasos más allá y han mencionado la posibilidad de que el banco central pueda optar por salir de las tasas negativas [de la facilidad de depósito] con relativa rapidez. El anuncio realizado por el Riksbank [el banco central de Suecia] de que tiene la intención de volver a poner a cero en diciembre su tasa de recompra ha dado credibilidad a estas expectativas. Sin embargo, nosotros no creemos que el BCE puede tomar esa decisión con facilidad y no esperamos un aumento de la tasa de depósito en todo nuestro horizonte de pronóstico, que llega hasta finales del año 2021”, afirma Gilles Moëc, Chief Group Economist de AXA IM.
Ante el horizonte de un entorno de tipos de bajos e incluso negativos, desde Pimco se muestran muy críticos. Creemos que la política de tipos negativos podría hacer más daño que beneficio a las economías y los mercados, debido a su impacto en los bancos, las compañías de seguros y los fondos de pensiones, así como también un posible efecto adverso en el consumo”, explica Nicola Mai, gestor de carteras y analista de crédito soberano en Pimco.
En opinión de la gestora, los persistentes tipos bien negativos o bien muy bajos, junto a la expansión del balance de los bancos centrales, probablemente continuarían beneficiando a los activos de riesgo durante un tiempo, ya que los inversores se ven forzados a una “búsqueda de rendimiento”. Sin embargo, cree que esta política podría ser dañina en el medio y largo plazo.
Para Mai habrá tres claras consecuencias de una a política de tipos negativos, que califica de “una moneda con dos caras”: dañará el sistema bancario, desencadenan desafíos significativos para otras partes del sistema financiero y los tipos negativos nominales podrían no reducir el ahorro, sino incrementarlo.