El equipo de economistas de BNY Mellon IM recuerda que, según nos enseña la historia, los mercados bajistas pueden ser intensos, pero efímeros. “De hecho, suelen asociarse con una recesión. Aun así, el pasado nos da motivos para la esperanza: si analizamos el comportamiento del S&P 500 durante todos los mercados bajistas registrados desde 1929, la mayoría de las veces el índice arroja una rentabilidad positiva en el año siguiente al inicio de un mercado bajista”, argumenta.
Pese al complicado entorno, la gestora recuerda la gran resiliencia que ha mostrado el mercado durante su larga historia y tenerla muy presente para sobrellevar lo que queda de año. Según recogen en su documento de análisis sobre el tercer trimestre del año, los activos de riesgo han sufrido fortísimas correcciones en los últimos tres meses como consecuencia, en gran medida, de un reajuste de las expectativas sobre hacia dónde se dirigen los tipos de interés. “Pero los activos de renta fija también han perdido valor ante este aumento de las expectativas de tipos de interés, generando una desagradable correlación positiva entre las caídas de bonos y acciones. De cara al futuro, muchas cosas dependen de cómo evolucionen la inflación y, por lo tanto, los tipos de interés”, indica el documento.
Teniendo en cuenta esta premisa los economistas de BNY Mellon IM, la gestora considera que hay tres factores que tienen una importancia crucial. En primer lugar, destacan la situación en Ucrania y cómo evolucionará el conflicto en los próximos meses. “Parece cada vez más improbable que pueda alcanzarse un acuerdo de paz, por lo que los altos precios de la energía y los alimentos, así como las sanciones económicas, han venido para quedarse”, afirman.
En segundo lugar, afirman que “los problemas que experimentan las cadenas de suministro mundiales, en parte relacionados con la guerra de Ucrania, pero que también están ligados al desabastecimiento de microchips procedentes de Taiwán y las disrupciones en la producción de bienes duraderos”. Aunque puede que la política de covid cero de China haya exacerbado estas disrupciones, “probablemente no lo haya hecho tanto como se desprende de la narrativa estándar”, matizan.
Por último, reconoce que resulta evidente que las presiones inflacionistas ya están afectando a los elementos «básicos» (es decir, sin incluir alimentos ni energía) del índice de precios y que las expectativas de inflación a más largo plazo están aumentando.
Enfoque y escenarios
Según su experiencia, en el entorno actual, dominado por la inflación y el riesgo de recesión, sigue resultando útil aplicar un enfoque basado en escenarios. Nuestras perspectivas de inversión global pueden resumirse en tres escenarios que, en el mejor de los casos, pasaría por que el conflicto en Ucrania se moderase y se frenaran las subidas de precios de los alimentos y la energía. En este caso, apuntan, “las subidas de tipos se ralentizan y, como resultado, se frena la inversión de la curva de tipos y se limitan las divergencias mundiales de política monetaria”.
Los otros dos escenarios que maneja, y a los que da una probabilidad del 30%, estiman, por un lado, que el el conflicto en Ucrania se intensifica, provocando shocks en los precios de los alimentos y la energía, y generando una recesión en 2022; y, por otro, una opción en que la rescisión llegaría en 2023 con una demanda estadounidense muy debilitada, la inflación aún elevada e inmersos en una espiral inflacionista generalizada.
En este sentido, el equipo de economistas de la gestora considera que la inflación ha alcanzado máximos de varias décadas en las principales economías del mundo. “Aunque los salarios se han ajustado en cierta medida, no han aumentado al mismo ritmo que la inflación y, como resultado, muchos hogares han visto reducido notablemente el poder adquisitivo de sus rentas. La confianza de los consumidores estadounidenses y europeos ha caído hasta niveles que normalmente anticipan una crisis. No obstante, las familias han acumulado una gran cantidad de ahorro que, en su mayoría, no han gastado aún y que podría actuar como colchón ante una caída de las rentas reales”, argumentan.
Poniendo el foco en EE. UU., donde la inflación ha alcanzado el 8,6%, recuerda que la última vez que las autoridades estadounidenses lograron que la inflación bajase desde esos niveles sin provocar una recesión fue en 1951. “En el pasado, casi siempre ha hecho falta que la actividad económica pase por un periodo de decrecimiento para lograr reducir la inflación y las expectativas de inflación”, matizan sus economistas.
Implicaciones para la inversión
Ahora bien, ¿qué supone todo esto para los inversores? Según reconocen, durante el segundo trimestre, los mercados moderaron su entusiasmo con respecto a los principales factores de impulso macroeconómicos. “En las últimas semanas, una inflación más alta de lo que se esperaba, junto con indicios de que el crecimiento se está debilitando han obligado al mercado a reconocer que los riesgos de recesión están aumentando”, afirman.
En línea con su escenario principal, le asignan una mayor probabilidad a la posibilidad de que los bancos centrales “pisen el freno” para controlar la inflación de una vez por todas, lo que podría poner a los activos de riesgo en una situación complicada. En consecuencia, la gestora ha reducido aún más su exposición a riesgo, ya que ve probable que los mercados sigan volátiles y las primas de riesgo altas, por lo que nuestras previsiones sugieran que los riesgos muestran un sesgo bajista.
“Las partes del mercado con duraciones más bajas probablemente se comportarán mejor que los activos con duraciones más largas. En términos relativos, creemos que las acciones que generan rentas superarán a las que no lo hacen, ya que las rentas representan una cobertura frente a las sorpresas de inflación e implican una menor sensibilidad a las subidas de tipos. Es probable que la renta variable estadounidense y de otros mercados desarrollados no europeos se comporten mejor que la renta variable europea, más expuesta a los impactos económicos y sumida en una mayor incertidumbre”, afirman.
En mercados emergentes, reconoce que prefieren invertir en países exportadores de materias primas como Brasil, México e Indonesia. “Hemos reducido nuestra infraponderación en China y preferimos mantener un posicionamiento neutro con un sesgo hacia infraestructura, tecnología y consumo básico”, añaden.
En el caso de la renta fija y el crédito, consideran que sigue existiendo una pequeña posibilidad de que los tipos de interés del mercado vuelvan a aumentar si la inflación básica sorprende al alza. Sin embargo, a los niveles actuales y teniendo en cuenta que los tramos a 10-30 años y 5-10 años de las curvas de tipos de la mayoría de los mercados desarrollados están a punto de invertirse, reducirán su tradicional infraponderación en duración en renta fija.
Por último, sobre el comportamiento de las divisas estiman que el dólar aún tienen recorrido. “Opinamos que el euro se verá presionado por el riesgo de fragmentación que empiezan a descontar los mercados, la proximidad geográfica con Ucrania y los riesgos relacionados con el suministro energético”, concluyen.