Turquía ha atravesado una verdadera crisis de divisas. Pasada la parte más dura de la tormenta, los analistas y gestores se plantean si estas turbulencias del mercado y la reducción de la liquidez sacarán a la luz los verdaderos problemas idiosincráticos de su economía.
En opinión de Witold Bahrke, responsable sénior de estrategia macroeconómica de Nordea Asset Management, las ramas no deben distraernos ni hacernos ignorar el busque que hay detrás de ellas. “La cuestión principal desde el punto de vista del inversor es si hay detrás de las turbulencias en Turquía un elemento sistémico. El comportamiento de los mercados nos indica que así es, ya que dichas turbulencias han contribuido a situar los rendimientos de la deuda pública estadounidense a 10 años por debajo del umbral del 2,90%, han contagiado a otros países emergentes y han provocado que el S&P 500 cerrase la semana a la baja por primera vez en seis semanas. Dado que la liquidez global está menguando y los mercados han alcanzado su punto álgido, los inversores han dejado súbitamente de hacer caso omiso de los problemas turcos, que conocen desde hace tiempo”, argumenta Bahrke.
En este sentido, la gestora sostiene que la reducción de la liquidez en dólares estadounidenses a escala mundial no constituye un problema solo para Turquía, sino para el conjunto de los países emergentes, que dependen en gran medida del capital externo debido a las carencias de los sistemas financieros de estos países.
Teniendo en cuenta esta consideración, lo ocurrido en Turquía se puede interpretar como un síntoma de las dificultades estructurales, y el riesgo, que acompaña la normalización de las políticas monetarias. “Estos obstáculos en el plano de la liquidez difícilmente remitirán a corto plazo, lo que confirma nuestra visión prudente sobre los activos de riesgo para la segunda mitad de 2018”, puntualiza Bahrke.
Para Kim Catechis, responsable de mercados emergentes de Martin Currie, filial de Legg Mason especializada en renta variable, Turquía se encuentra actualmente en el hoyo que ella misma ha cavado. “Los principales dirigentes del país han adoptado una estrategia equivocada y cortoplacista centrada únicamente en ganar las elecciones nacionales. Turquía se enfrenta ahora a un control de capitales, a un plan del FMI (que llevará aparejado compromisos) o una espiral bajista continua hasta que las dos primeras opciones empiecen a parecer más aceptables”.
Por su parte, Philippe Waechter, economista jefe de Ostrum Asset Management, coincide en subrayar el efecto que ha tenido el dólar en los países emergentes como un evento más serio e importante de lo que a primera vista parece. “En muchos otros países emergentes, la situación ha cambiado en abril, cuando el dólar estadounidense subió a medida que las expectativas sobre la política monetaria de la Fed cambiaban. Las monedas emergentes se debilitaron. La consecuencia directa fue la salida de capital de los emergentes a los Estados Unidos y una menor liquidez en los mercados de renta fija. En muchos países emergentes, las tasas de interés, cortas y largas, subieron rápidamente”, explica.
Para algunos países emergentes, en especial en Asia, la reducción de la liquidez y la política de la Fed les produjo una situación menos cómoda, pero aún manejable. En cambio, para aquellos con un déficit por cuenta corriente muy alto y un gran endeudamiento en dólares, la lectura de la situación empeoró, como en el caso de Turquía. En este sentido, Waechter advierte que otros países podrían seguir una senda similar, como “Argentina o Indonesia”.
Según las gestoras, la inestabilidad y los riesgos geopolíticos podrían empeorar esta situación para Turquía y para los países emergentes. “Las tensiones entre Estados Unidos y el país turco han aumentado, y no solo por motivos comerciales y de impuestos. El caso del arresto del pastor estadounidense Andrew Craig Brunson en Turquía, por un supuesto delito criminal, ha incrementado las tensiones geopolíticas”, recuerda Irina Top-Serry, miembro del equipo de análisis e inversión estratégica de Axa Investment Managers.
¿Posibilidad de contagio?
El segundo aspecto que más preocupa a las gestoras y a los analista es identificar si hay realmente posibilidad de un contagio hacia otro países. En este sentido, Dave Lafferty, Estratega en jefe de mercados de Natixis IM, se muestra cauto e insiste en subrayar que “el riesgo de contagio hacia los mercados emergentes está movido por los sentimientos del inversor, no por motivo de los fundamentales. Además, el intercambio comercial y los lazos económicos de Turquía con los mercados emergentes son limitados, en comparación con otros países. Sin embargo, la reacción de los mercados puede revertirse como lo hemos visto con otras economías emergentes frágiles como Argentina y Hungría, cuyas divisas sufrieron drásticas perdidas imitando a la lira”.
Tesis que también sostienen desde DWS: “Es probable que los problemas y el nerviosismo del mercado persistan, pero que el contagio económico debería ser limitado”. Para el equipo de multiactivos de M&G, no es descartable que “otros activos puedan verse atrapados por el pánico, pero para ello deberían estar menos asociados directamente con unos fundamentales solidos”.
Para la gestora lo positivo es que este tipo de contagio, que no se debería a la debilidad de los fundamentales sino al “miedo”, podría presentar oportunidades muy interesantes para los inversores. “Por supuesto, una forma de mejorar las oportunidades de capturar oportunidades de inversión que se relacionen con el sentimiento del inversor y no con los fundamentos es tratar de evitar el punto álgido de esta tormenta”, señala el equipo de M&G en su último análisis a raíz de la crisis de la lira turca.
Desde lo ocurrido en los mercados con Turquía, M&G reconoce que las valoraciones de la mayoría de los activos no han sufrido cambios notables, sin embargo, “dado que lo ocurrido en Turquía influye en las opiniones de los inversores de forma trasversal en tantos mercados, bien podría ser el caso que desde aquí se creen oportunidades más profundas de contagio”.
La situación turca
Por ahora, esta crisis deja a Turquía tocada para afrontar un cambio de contexto económico. “La depreciación de lira turca tendrá un impacto en la capacidad del país para pagar su deuda y ejercerá una presión adicional sobre el sector bancario turco, donde ya hemos visto un descenso en los ratios de capital en los últimos trimestres como resultado del debilitamiento de la moneda. La calidad de los activos también se ha deteriorado significativamente impulsado por las compañías de energía y construcción. De hecho, el segundo trimestre fue el primer trimestre en el que los préstamos de riesgo corporativos comenzaron a convertirse en préstamos fallidos. Dado que el estado ha tomado una ruta poco ortodoxa para abordar la depreciación de lira turca, las perspectivas de la calidad de los activos en el sector bancario turco son bastante graves”, explica Zara Kazaryan, gestor de carteras de mercados emergentes de Columbia Threadneedle Investments.
A corto plazo, los inversores esperan ver cuáles serán las medidas que tome el gobierno turno y cómo reequilibrará sus políticas económicas. Según apunta Ann-Katrin Petersen, estratega de inversión en Allianz Global Investors, “el nuevo modelo económico presentado por Erdogan y Albayarak está basado en un crecimiento más lento, llevando la inflación a cifras de un dígito, manteniendo el déficit presupuestario por debajo del 2% y logrando la independencia total de la CBRT. Este modelo debe ponerse en marcha cuanto antes para ayudar a apuntalar su divisa”.
Las consecuencias son claras para el país turco. De hecho, ayer Moody’s redujo la calificación crediticia de la deuda soberano de Turquía y la mantiene en perspectiva negativa, lo que, según Markus Allenspach, jefe de análisis de renta fija de Julius Baer, “indica más recortes de tasas previsiblemente a futuro”. Además, S&P sigue manteniéndose negativo respecto al país y bajó su calificación de BB- a B+, lo equivale a una calificación de B1.
“Ni la decisión de Moody’s ni la de S&P deberían mover el mercado, ya que la deuda externa de Turquía se está negociando a niveles comparables a calificaciones de crédito incluso más bajas. Queremos resaltar que Moody’s todavía elogia la fortaleza de la economía turca. Además, el gobierno turco ha anunciado planes para recortar drásticamente el gasto para cambiar el saldo fiscal del -2,6% del producto interno bruto en 2017 hacia un superávit fiscal”, aclara Allenspach.