Tener un retrato conciso de la economía es siempre difícil por el retraso en la publicación de los datos económicos. Sin embargo, los índices manufactureros de gestores de compras, los primeros que se publican cada mes, ya indican que el impacto sobre la economía ha sido rápido y profundo, superando los niveles alcanzados durante la crisis de 2008. La fuerte respuesta de los gobiernos y los bancos centrales, así como la rapidez con la que las economías abandonan el confinamiento serán claves para la recuperación de la economía.
Aunque todavía no se ha llegado a la mitad del camino, ya se puede avanzar con certeza que 2020 ha sido un año extraordinario. El brote de coronavirus provocó el mercado bajista más rápido de la historia, con el índice MSCI All Country World cayendo un 33,6% entre el 20 de febrero y el 23 de marzo. Seguidamente, tras el anuncio de los estímulos, el índice repuntó un 27,8% hasta finales de abril, a pesar del deterioro de los datos económicos (1). La volatilidad implícita sigue siendo alta, lo que refleja que el mercado sigue muy adentrado en territorio desconocido.
Los inversores tienen ahora ante sí algunas preguntas difíciles. ¿Es sostenible la reciente recuperación del mercado de valores, o bien, es simplemente un repunte de mercado bajista? ¿Qué inversiones serán las ganadoras y perdedoras probables cuando la economía mundial se recupere? Y ¿cómo deberían posicionarse las carteras habida cuenta de la gran incertidumbre sobre el futuro?
Para ayudar a responder a estas preguntas, en T. Rowe Price han identificado cinco temas clave que, a su juicio, determinarán el comportamiento de las carteras de los inversores durante el próximo año. Los temas de inversión de T. Rowe Price se basan en cómo perciben que evolucionará la economía mundial a lo largo del tiempo y las implicaciones de inversión que se derivan de ello. Para cada tema, T. Rowe Price ofrece tres ideas de inversión. Los cinco temas son: reces precios del petróleo y rendimientos bajos durante la recesión y hasta que la economía se recupere; estímulos; la recuperación que sigue a los estímulos; y la necesidad de adoptar en todo momento un enfoque activo.
- 1. Recesión
Se prevé que la economía mundial se contraerá gravemente en el primer semestre de 2020, en una magnitud no vista desde la Gran Depresión de los años treinta, para luego expandirse con fuerza en el segundo semestre del año o recuperarse más gradualmente hasta 2021. Es harta difícil ganar dinero en las recesiones, pero algunas inversiones (por ejemplo, los bonos nominales) tienden a comportarse mucho mejor que otras. Aunque la relajación cuantitativa (QE) consistente en imprimir dinero podría resultar inflacionista, es improbable que la inflación suba a corto plazo, no solo debido a la recesión, sino también porque las fuerzas seculares en curso (entre otras, el abaratamiento de la energía, la evolución demográfica y la tecnología) la mantienen baja. Los bancos centrales llevan tiempo esforzándose en elevar la inflación para lograr sus objetivos.
Es probable que algunos sectores sigan siendo ganadores. Si la recuperación se estanca y el confinamiento y distanciamiento social se mantienen durante un período más largo, el sector tecnológico podría beneficiarse, al permitir la conectividad remota, las compras en línea y la informática en la nube. Esto sería además de la disrupción en curso que han provocado los avances tecnológicos, donde los inversores deberían posicionarse del lado de los disruptores. Si después del verano y antes de que se desarrolle una vacuna se vuelve a tener un brote de coronavirus, el sector de salud seguirá siendo crucial.
- 2. Precios del petróleo y rendimientos bajos
Eclipsado por la crisis del coronavirus, el otro drama de 2020 ha sido la caída del precio del petróleo. El problema con el petróleo no es solo la caída de la demanda (¿cuándo fue la última vez que llenó el depósito de su coche?), sino también el exceso de oferta. Un precio del petróleo bajo normalmente se traduce en una inflación baja.
Los rendimientos de la deuda están bajos y es probable que lo sigan estando durante los próximos 12 meses. Los bajos rendimientos hacen más difícil que los bancos obtengan beneficios. En Estados Unidos, los títulos de crecimiento podrían seguir superando en rentabilidad a los títulos de valor porque el 40% del Russell 1000 Growth Index son títulos tecnológicos mientras que el 20% del Russell 1000 Value Index son valores financieros y el 5% títulos energéticos (0% en el Russell 1000 Growth Index) (2). Petróleo barato y rendimientos bajos significan que habrá algunos perdedores y algunos ganadores.
- 3. Estímulos
Las cantidades sin precedentes en estímulos inyectadas en la economía mundial en los últimos meses han ayudado a salir adelante a individuos, empresas y economías. Si bien es cierto que los responsables políticos podrían haber postergado el problema, dejando una montaña de deuda pública y posiblemente inflación como problemas que tendrán que abordar más adelante, la situación habría sido mucho peor sin los estímulos aplicados.
Los responsables de las políticas están totalmente volcados en su misión, siendo poco probable que puedan revertir sus políticas hasta que la economía forme un suelo sólido. Estas políticas han creado tanto desafíos como oportunidades para los inversores. Aquí las tres ideas de inversión se centran en 1) la parquedad de rendimientos, cuando el efectivo y la deuda pública rinden prácticamente cero, 2) a la grupa de los bancos centrales, que compran lo que compran, y 3) activos de riesgo, en una inundación, todo flota.
- 4. Recaudación
Las crisis tienden a pasar por tres grandes fases: desplome, repunte de mercado bajista y recuperación. El desplome ha quedado atrás. Ahora bien, no está claro si el repunte de los activos de riesgo desde sus mínimos de marzo es un rebote pasajero, por lo que no está claro si los mercados estarían atravesando altibajos importantes, o bien, se hallan en una senda de recuperación sostenible.
Para que la recuperación fuera sostenible, los mercados necesitarían tres cosas: 1) que haya pasado la tasa de infección máxima, 2) unos estímulos monetarios y fiscales convincentes y agresivos, y 3) volatilidad en retroceso. Si bien estos tres elementos están ahí, persisten muchas incógnitas: el riesgo de una segunda oleada de infecciones, la capacidad de recuperación de una economía vapuleada y el ritmo de regreso a una nueva versión de la normalidad. Un escenario apunta a una recuperación económica fuerte y pronunciada en el segundo semestre de 2020; otro se decanta por una recuperación gradual a comienzos de 2021. Una cosa es segura: La crisis terminará y una recuperación comenzará.
Las tres ideas de inversión aquí expuestas son (1) diversificación, pero diversificación real, no diversificación percibida, ya que algunos activos (por ejemplo: bonos corporativos, materias primas) podrían exhibir una baja correlación con la renta variable en épocas buenas, pero una correlación alta en tiempos malos; (2) equilibrar las operaciones de ataque y defensa, y (3) flexibilidad: as carteras deben ser ágiles, mantenerse listas para cualquier ajuste.
5. La ventaja de la gestión activa
La dispersión de rentabilidades entre mercados, sectores y valores se ha ampliado considerablemente. Las recesiones traen consigo un proceso de destrucción constructiva que hace que las empresas que deben fracasar efectivamente desaparecen. Este entorno brinda una oportunidad a los gestores activos cualificados para marcar la diferencia seleccionando mercados y sectores con altas probabilidades de salir bien parados y para diferenciar entre compañías con balances sólidos, negocios viables y flujos de caja sostenibles y las que tienen negocios débiles. El proceso de zombificación, a través del cual el dinero barato permite que a empresas que deberían haber perecido sobrevivir gracias a préstamos baratos, podría llegar a su fin. En un proceso de supervivencia del más apto, los gestores activos más competentes pueden seleccionar a las supervivientes.
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