La administración Trump está considerando seriamente obligar a los bancos de Wall Street a separar sus divisiones de banca comercial y de inversión, en una idea que el magnate ya puso sobre la mesa durante su campaña electoral.
Para ello, el equipo económico de la Casa Blanca estudia renovar la ley Glass-Steagall de 1933, que fue derogada en 1999 con una ley de desregulación financiera bajo la presidencia de Bill Clinton.
«Lo estoy estudiando ahora», dijo Trump con respecto a separar los bancos en una entrevista de 30 minutos con Bloomberg News en la Oficina Oval. «Hay algunas personas que quieren volver al viejo sistema, ¿verdad? Así que vamos a ver eso».
Con estas declaraciones, Trump estaría respondiendo a un grupo reducido de legisladores que culpa a la desregulación financiera de la crisis de 2008.
Desvincular esos negocios impediría que los ahorros de los estadounidenses fluyan hacia los mercados de capitales más volátiles y protegería a los contribuyentes de otro Lehman Brothers.
Sin embargo, las entidades bancarias más poderosas del mundo se verían obligadas a optar por un modelo de negocio o por otro, que bajo la nueva regulación se volverían completamente excluyentes. Entre esas entidades estarían J.P. Morgan, Bank of America, Goldman Sachs o Morgan Stanley.
Pero Trump no podría restaurar unilateralmente la ley. Es necesario que el Congreso apruebe una nueva versión y es ahí donde la aprobación del proyecto podría convertirse en otra dura batalla para los republicanos.
«Esta no es una amenaza a corto plazo o ni siquiera a mediano plazo», declaró a Bloomberg Ian Katz, analista de Capital Alpha Partners LLC, que analiza la regulación bancaria.