En 2016, tras el Brexit y las elecciones de Estados Unidos, los analistas y sus modelos de encuestas se vieron sorprendidos por escenarios que parecían remotos. Con el comienzo del nuevo año, ciertos índices muestran que los inversores anticipan unos mayores riesgos que ocurran eventos excepcionales (tail risks) en 2017, con las preocupaciones geopolíticas siendo el principal foco de inquietud.
En el reporte “Commodities special report: The black swans of 2017”, realizado por el equipo de análisis de materias primas de Barclays, al que pertenecen Michael Cohen, Dane Davis, Nicholas Potter y Warren Russell, se definen los posibles eventos disruptivos que pudieran ocasionar un movimiento inesperado en la oferta, la demanda o en el tránsito de las materias primas, y con ello podrían producir fuertes alteraciones en el precio de las mismas.
El análisis refleja que, en 2017, los eventos políticos tendrán tanta importancia como los económicos. En concreto, las nuevas políticas populistas y proteccionistas tienen el potencial de romper los supuestos globales en la oferta y la demanda que determinan el precio de varias materias primas. Asimismo, el informe de Barclays identifica en América Latina tres cisnes negros, en concreto dos amenazas en el lado de la oferta, que podrían darse a raíz del incumplimiento de Venezuela con sus obligaciones de deuda con vencimiento en 2017 y en el caso en que se produjeran revueltas tras el resultado de las elecciones en Chile; y una tercera en el lado de la oferta, que podría darse en el caso de que comenzara una extendida guerra comercial entre Estados Unidos y México, que afectara al precio de las materias primas.
Venezuela incumple en sus obligaciones de deuda con vencimiento en 2017
Si Venezuela no llegará a cumplir con sus obligaciones de deuda con vencimiento en 2017, podría causar una ruptura en el ciclo de efectivo y provocar cierres en la producción del crudo. Después de demostrar su interés por pagar la deuda en los tres últimos años, es posible que Venezuela incurriese en default en sus obligaciones de deuda en 2017. Esto podría ocasionar que los acreedores y socios comerciales se retirasen y que los bancos congelaran las cuentas de PDVSA. La ruptura en el ciclo de efectivo resultante podría impedir que PDVSA realizase los pagos a las empresas que facilitan las operaciones diarias. A pesar de que los empleados de PDVSA podrían continuar recibiendo sus salarios en bolívares, una profundización de la crisis económica podría aumentar las tensiones políticas y sociales. Aunque es poco probable que Venezuela reviva el escenario de 2002 a 2003, en el que la industria se paralizó, la eficiencia operacional se verá probablemente afectada de forma negativa.
El escenario más probable, en el cual sólo la producción de crudo extra-pesado se ve afectada, la producción caería en torno a 300 kb/d, o aproximadamente el 15% de la producción. En un escenario más extremo, Venezuela podría experimentar cierres en la producción que afectaran al 75% de su producción de crudo, de forma similar a lo ocurrido en 2002. De producirse un cierre en la producción del crudo de Venezuela, aumentaría el diferencial entre el precio del barril del WCS (Western Canadian Select), de naturaleza extra-pesada, y el WTI (West Texas Intermediate), con una densidad más ligera.
Disturbios en Chile tras el resultado de las elecciones generales de 2017 puede resultar en una interrupción en la producción de las minas de cobre
Tras las elecciones generales de 2017 en Chile, los detractores del resultado podrían ocupar los ferrocarriles, los puertos y otras infraestructuras críticas, afectado a la producción total de cobre en chile. Aunque los riesgos de disturbios políticos son bajos en Chile, los riesgos de revueltas y protestas políticas que afecten a la producción del cobre son altas y reales. En 2016, las protestas realizadas por los trabajadores de Perú, Chile e Indonesia ocasionaron interrupciones en la producción de varios cientos de toneladas en la oferta planificada del cobre, lo que podría provocar un déficit sustancial en el mercado, y un impulso en los precios.
La ampliación de la guerra comercial entre Estados Unidos y México hace que las exportaciones de gas natural de Estados Unidos a México dejen de ser económicas
Un posible conflicto relacionado con las renegociaciones del acuerdo comercial NAFTA podría acarrear consecuencias en las exportaciones de gas natural desde Estados Unidos a México (bajo el actual acuerdo de NAFTA no se aplican tarifas a los bienes básicos petroquímicos). Dada la sobreoferta existente en los mercados de gas natural globales, una nueva tarifa en las exportaciones de Estados Unidos a México podría provocar que las importaciones de GNL fueran más económicas en algunas regiones de México, que el gas transportado por gaseoducto desde Estados Unidos. Unos precios domésticos más altos en el gas natural en México, debido a las nuevas tarifas podría potenciar que el gobierno acelerara sus programas para desarrollar sus recursos en gas de esquito. En el corto plazo, esto provocaría una bajada en el precio del gas natural, puesto que Estados Unidos tendría que bajar sus precios para poder competir en México. En el largo plazo, ayudaría a sostener los precios de GNL en la cuenca del Atlántico.