Parece que el mercado está dando una tregua temporal a los inversores, después de muchas semanas atrapados en una espiral de noticias negativas.
Si se confirmase la esperanza respecto a un pico en la inflación (impacto de subidas sobre PPI, relajación en salarios o estabilización en el precio del barril, como muestran las gráficas), tras un fuerte tensionamiento de condiciones financieras a nivel global, se haría realidad la expectativa de una Reserva Federal más moderada en su discurso, dando paso a un mercado de renta fija menos volátil y con rentabilidades que restarían presión a las valoraciones en bolsa –sobre todo a las acciones de crecimiento–. Además, las noticias sobre el levantamiento de los límites a la movilidad en China están actuando como catalizador para justificar el rebote en el precio de unas acciones que mostraban síntomas evidentes de sobreventa y pesimismo.
Los precios del petróleo subieron el lunes tras el anuncio de la Unión Europea sobre un embargo «diluido» sobre el crudo ruso (que impacta al transportado por mar y que afectará a dos tercios del total importado), lo que podría derivar en represalias desde Moscú con implicaciones severas para la economía del Viejo Continente, que importa un 40% de la energía que consume. No obstante, el resultado de la iniciativa puede no ser tan malo como aparenta. Por un lado, el Kremlin sugirió que no suspenderá las ventas de su gas a ningún otro país (ya lo ha hecho para Polonia, Bulgaria, Finlandia y parcialmente para Dinamarca) al haberse aceptado de forma general sus exigencias de pago en rublos. Adicionalmente, el Wall Street Journal afirma que la OPEP podría decantarse por romper la «OPEP+», suspendiendo su alianza con Putin, e incrementando así las probabilidades de un aumento en la producción de petróleo que en el momento de escribir esta nota se cifra en 600.000 barriles/día.
En el ámbito sanitario, las noticias que llegan desde Pekín son prometedoras, y todo apunta a que la ciudad sigue el camino ya transitado por Shanghái hacia la reapertura: las cifras de nuevos contagios semanales han caído un 85% desde los máximos de abril y un portavoz del gobierno de la ciudad anunció esta semana que este penúltimo brote se encuentra ya «efectivamente controlado». De acuerdo con informaciones de Reuters, las restricciones de uso y aforo en gimnasios, teatros, museos o centros comerciales se están suavizando en algunos distritos.
Las autoridades financieras chinas han entendido que los objetivos de «tolerancia cero» y crecimiento del PIB del 5,5% son incompatibles y, aunque no tienen intención de bajar la guardia en su lucha contra nuevos brotes de COVID (por las implicaciones a nivel social y el riesgo que esto conllevaría para Xi Jinping), tampoco pueden tolerar durante demasiado tiempo la caída del 11% interanual en ventas minoristas o el aumento del 30% en la tasa de paro (desde un 5% al 6,7% en solo unos meses, según encuestas de NBS). Con esta intención, tratando de extender ayudas directas a las familias en un contexto en el que las herramientas de política monetaria no alcanzan su máxima eficiencia, se anunciaron esta semana hasta 33 iniciativas encaminadas a estimular el consumo (que incluyen, por ejemplo, un recorte del 50% en el IVA de los coches menos contaminantes).
La vuelta a la normalidad en China favorecerá la recuperación en cadenas de suministro. Durante las últimas semanas se acumulan los indicios de mejora y el aumento en actividad en el puerto de Shanghái dotará de inercia a esta tendencia. En este sentido son prometedoras las declaraciones de Foxconn (uno de los proveedores más importantes de Apple), unidas a las de otras grandes marcas como Mercedes, Sony o Volkswagen. Aunque es importante no dejarse llevar por un excesivo optimismo.
A corto plazo son noticias positivas para el precio de los activos de riesgo, pero no olvidemos que la acumulación de inventarios y los «pedidos doblados» en algunas industrias (como la de semiconductores), en un entorno de menor demanda, facilitan la percepción de mejora por el lado de la oferta. El efecto balsámico en el IPC de campañas de descuento más agresivas en grandes cadenas minoristas puede dejar en evidencia la retirada del consumidor, que ha perdido mucho poder adquisitivo y cuyos hábitos de gasto se están moviendo –como demostraron los resultados de Walmart o Target– hacia marca blanca y productos más baratos. En este sentido Walmart señala en este artículo del Wall Street Journal que mientras se dispara la demanda de productos alimenticios más baratos (como el arroz o las judías blancas), el interés por bienes de consumo discrecional de coste elevado (como las consolas de videojuegos) sigue siendo fuerte. Esta tendencia no parece sostenible y merece la pena darle seguimiento.
Si la inflación consolida el cambio de tendencia que se aprecia en la última publicación del PCE –más factible ante una probable moderación en coste salarial, como demuestra la evolución del índice de vacantes difíciles de cubrir de la NFIB o el regreso de unos 3 millones de trabajadores al mercado laboral tras gastar las ayudas recibidas durante la pandemia– y se afianza la vuelta a la normalidad en China –con el conflicto en Ucrania en un segundo plano– los inversores podrían recuperar la credibilidad en una cifra de BPA próxima a la de consenso ($248 BPA operativo) para 2023, quedando el PER 2023 del S&P en 17,2 veces.
El rebote podría extenderse algo más, sobre todo si en su próxima reunión del día 15, la Fed da más credibilidad a la posibilidad de tomarse un respiro en las subidas a partir de septiembre. Sin embargo, las expectativas de crecimiento en BPA, aún demasiado optimistas, no parecen incorporar los riesgos asociados con el fin de ciclo. A pesar de todas estas incertidumbres, la prima de riesgo de la bolsa de EE.UU. ha caído en vez de subir. El incremento en la TIR del TBond (desde un 0,7% en marzo 2020 a cerca del 2,8%) y la persistencia en altos niveles de la inflación, han compensado la compresión en múltiplos, que podría continuar como ha hecho históricamente en ámbitos de tasas reales negativas.
En resumen, no conviene ser el último en abandonar la fiesta.