El verano de 2013 ha visto una serie de episodios de protestas sociales en varios mercados emergentes. Estas revueltas han tenido dos cosas en común. En primer lugar, fueron provocadas por una decisión gubernamental que afectaba al devenir diario de los ciudadanos. En Turquía, fue la decisión del gobierno de acometer la reforma urbanística de la emblemática Plaza Taksim; en Brasil, la decisión de subir el precio del billete de autobús; mientras en Bulgaria e Indonesia, fueron las subidas del precio de la electricidad y la gasolina, respectivamente. En segundo lugar, los manifestantes no están afiliados con ningún partido político o movimiento, y son todos miembros de la clase media con un alto nivel de formación.
Esta no es la primera vez que la clase media está en el epicentro de las revueltas sociales. Las economías que actualmente se consderan desarrolladas sufrieron un brote de protestas sociales durante el siglo XIX, coincidiendo con el surgir de una clase media de comerciantes, empresarios e individuos mejor formados que demandaron mejoras en el nivel de vida y una mayor representación en el gobierno.
Este informe, firmado por Manolis Davradakis, economista senior de Mercados Emergentes de AXA Investment Managers, trata de examinar las causas de raíz que provocaron los recientes episodios de revuelta social en mercados emergentes y elaborar un ranking de las economías emergentes en base a su comportamiento en el área del buen gobierno institucional, preocupación fundamental de la clase media.
La revolución de la clase media
La clase media en el mundo crece y va a seguir creciendo. Se prevé que supere en número a los individuos pobres en 2022, alcanzando un clímax en 2030 con 4.900 millones de personas, el doble que en 2009 –datos del European Union Institute for Security Studies-. Las clases medidas van a crecer más en Asia Emergente, seguidas del África Sub-Sahariana, la región MENA y Centroamérica y Sudamérica (Exhibit 3).
En efecto, un mayor grado de desarrollo económico se traduce en individuos con mentalidades más abiertas, implicando un mayor énfasis en la autoexpresión y una mayor participación en el proceso de toma de decisiones.Las sociedades basadas en el conocimiento no pueden funcionar de forma efectiva sin ciudadanos altamente formados acostumbrados a pensar por si mismos. A partir de un cierto punto, la represión de demandas masivas por una sociedad más abierta es muy costosa y económicamente ineficiente. La negativa del gobierno a aceptar el derecho de libre expresión del pueblo y su implicación en el proceso de toma de decisiones es una fuente de conflicto social.
Los problemas de siempre siguen igual
Según van añadiéndose individuos a la clase media, la estructura institucional existente va siendo insuficiente para acomodar las aspiraciones de avance social y económico de los miembros de esta clase. Los ciudadanos de clase media perciben que a pesar de ganar más dinero y tener más riqueza, siguen enfrentándose a los mismos problemas que las clases más pobres.
La tasa de criminalidad de varios países emergentes es dramáticamente superior que la de los países de la OCDE. En efecto, el ratio de homicidios es el mayor en Sudáfrica, México y Brasil, tres países miembros del G20 (Exhibit 4).
Un alto nivel de delincuencia fuerza a la población a gastar una proporción elevada de su renta a protegerse a si mismos y sus propiedades, desviando estos fondos de otros usos más productivos e impidiendo el crecimiento del tejido empresarial.
Además, el gasto público en educación y sanidad es menor en los mercados emergentes en relación a los desarrollados.
Implicaciones para la inversión
Las revueltas sociales pueden tener implicaciones en las calificaciones crediticias de los mercados emergentes. Especialmente, la combinación del incremento del déficit por cuenta corriente, la salida de capital extranjero tras el anuncio de la FED y las revueltas sociales prolongadas podrían resultar en la revisión de las perspectivas de crédito para Turquía y una rebaja de la calificación para Brasil.
Fitch ya ha comentado que el pobre manejo de las protestas sociales en Turquía podría poner en peligro su grado de inversión, mientras Moody’s afirma que un repunte en el riesgo político es evento negativo para la calificación crediticia. En su informe, AXA IM cree que las dos agenicas optarán por una rebaja de la perspectiva de crédito antes de quitarle a Turquía el grado de inversión dado el daño reputacional que sufrirían por quitárselo apenas un año después de otorgárselo.
En el caso de Brasil, la revisión podría implicar una rebaja directa del rating soberano, en especial por parte de Standard and Poor’s, que ya ha situado el país con perspectiva negativa en junio de este año. Brasil no representa el mismo riesgo reputacional para las agencias de rating que Turquía. La revisión de la calificación podría llevarse a cabo a finales de agosto, respetando los dos meses de preaviso tras la revisión de perspectivas de Standard and Poor’s.
Puede acceder al informe completo en este link.