La inflación vuelve a estar bajo el foco de atención. Los mercados experimentan cierta volatilidad y caídas tras el alto dato de inflación mensual que ayer arrojó Estados Unidos, y que se situó en el 4,2%. Suenan los tambores ante el riesgo de la inflación que ha supuesto una vuelta de la volatilidad llevando a las bolsas asiáticas a cerrar en rojo y a la apertura de en Europa del mismo color.
“El efecto en la sesión de ayer no se hacía esperar y los inversores se aprestaron a vender activos más perjudicados por un contexto inflacionista como son los bonos gubernamentales -la rentabilidad exigida al bund alemán se situaba en máximos de dos años-, el oro y sectores como la tecnología. Por el contrario, tomaron posiciones en activos relacionados con el crecimiento económico, al entender que la llegada de la inflación es sinónimo de recuperación económica. Esta mañana los futuros en EE.UU. paran el golpe y suben”, resumen los analistas de Banca March para ponernos en contexto.
Según los principales análisis, el fuerte aumento de la cifra de inflación en Estados Unidos se explica, en gran medida, por el aumento de las materias primas (en particular el precio del petróleo) y por los “cuellos de botella de botella que empiezan a restringir la oferta en algunos sectores”, matizan desde Banca March.
Para Allison Boxer y Tiffany Wilding, economistas especializadas en EE.UU. de PIMCO, han confluido tres factores a modo de “tormenta perfecta” que han llevado a la inflación del IPC de abril a superar significativamente las expectativas: “El incremento de precios de los coches usados, la normalización de los precios de los servicios de viaje y la firmeza de los precios de los bienes básicos debido a la demanda impulsada por los estímulos.
Sin embargo, consideran que “EE.UU. está atravesando un ajuste del nivel de precios de varios meses, en el que las impresiones de inflación más altas resultarán ser temporales”. En este sentido, no esperan que “los funcionarios de la Fed reaccionen de forma exagerada ante un mes de datos volátiles sobre el empleo y la inflación”. Al contrario, la expectativa es que “la Fed seguirá siendo paciente”.
Inflación y valoraciones
A la hora de analizar qué está ocurriendo con la inflación, François Rimeu, estratega senior de La Française AM, reconoce que ya hace varios meses que los signos de inflación han aumentado en las economías, por ejemplo se observa en el cambio de los precios de las materias, en los mercados inmobiliarios europeos o en algunos subcomponentes de la inflación. En su opinión, estos efectos están relacionados principalmente con las medidas monetarias y fiscales que han adoptado los bancos centrales.
Con estas consideraciones de fondo, lanza su reflexión: “Más allá de las ya elevadas expectativas, debemos tener en cuenta la probabilidad de que las cifras puedan ser superiores a nuestras estimaciones actuales. Este aumento de la inflación, unido a unos tipos reales extremadamente bajos en la actualidad, debería conducir a un aumento de los tipos nominales estadounidenses en los próximos meses. Podríamos ver el tipo de interés americano a 10 años en el 2% dentro de unos meses”.
Son muchas las gestoras que consideran que este dato de inflación es puntual y que no algo estructural, una de estas voces es la de Keith Wade, economista jefe de Schroders: “De cara al futuro, seguimos viendo que las presiones inflacionistas irán disminuyendo a medida que la capacidad de producción se recupera y la demanda se reduce después de que, en una primera fase, la población reprimiera su gasto. Como hemos recalcado a menudo, la inflación avanza con mucho retraso y uno de nuestros indicadores clave, el crecimiento de los costes laborales unitarios, está señalando un giro en los precios. Es poco probable que las cifras de inflación asusten a la Reserva Federal (Fed), aunque sí supondrán una revisión al alza de sus previsiones. Y lo que es más importante, si se combinan con un fuerte crecimiento del PIB, tendrán que empezar a pensar en ralentizar sus compras de activos”.
Respecto a las caídas que hemos visto en el mercado, James Athey, director de inversiones de Aberdeen Standard Investments, explica que, históricamente, el impacto de los cambios en la inflación sobre las valoraciones del mercado de valores ha variado. “Las recientes caídas del mercado de valores que se atribuyen a las expectativas de una mayor inflación no encajan necesariamente con estas observaciones históricas. En cambio, lo que probablemente estamos observando es el impacto indirecto del aumento de la inflación a través de los mayores rendimientos de los bonos en segmentos muy caros del mercado de valores”, añade y pone como ejemplo el sector tecnológico.
Según su valoración, los mercados de renta variable de todo el mundo se han revalorizado considerablemente en los últimos 12 meses y, al hacerlo, están valorando una increíble cantidad de buenas noticias con muy poca prima de riesgo sobre la mesa, a pesar de que la incertidumbre macroeconómica persiste. “Por esta razón, no debería sorprendernos ver futuros episodios de debilidad de los activos de riesgo como resultado inevitable de los niveles casi eufóricos de confianza de los inversores, en marcado contraste con las perspectivas a medio plazo de las economías y las posturas políticas en todas partes”, añade Athey.
¿Obsesionados con la inflación?
En opinión de Bruno Cavalier, economista jefe de ODDO BHF, la “obsesión inflacionistas” sigue siendo importante y “no desaparecerá de la noche a la mañana”, ya que la mayor parte de la subida de los precios relacionados con el consumo está aún por llegar. Según explica, la inflación sin crecimiento es estanflación y la inflación con crecimiento es reflación.
“En la memoria de los vigilantes de los bonos, la aceleración de la inflación refleja siempre la irresponsabilidad de las políticas económicas. El mercado está ahí para restablecer la disciplina, obligando a los bancos centrales a subir sus tipos de interés y a los gobiernos a sanear sus finanzas. La historia ofrece algunos ejemplos de ello. No cabe duda de que las políticas de estabilización son generosas hoy en día, especialmente en EE.UU. con sus bajos tipos de interés y sus enormes déficits; pero esto es, en gran parte, para revertir la crisis de la pandemia lo más rápido y eficazmente posible. La esperada normalización de las condiciones económicas se aplica más a la actividad real que a los precios. Es razonable apostar por la segunda opción. Esta es la posición de la Fed. Para el BCE, una subida de los rendimientos a largo plazo por simpatía con los Estados Unidos es problemática, ya que se traduce en un endurecimiento de las condiciones financieras en un momento en que la zona euro se retrasa en muchos ámbitos (vacunaciones, reaperturas y estímulos)”, explica Cavalier.
Gran parte del debate durante los últimos meses estaba en si el aumento de la inflación sería algo puntual o una tendencia a largo plazo, y cuál será la respuesta de los bancos centrales a estas subidas. Por ahora, tanto la Fed como el BCE mantienen su postura de espera y mantienen los niveles de compra de activos. “El cambio más interesante tras el último Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) fue el enfoque en la inflación. Aun así, el banco dijo que la subida de los precios había sido alimentada por factores temporales. En la conferencia de prensa posterior, Jerome Powell dijo que consideraba improbable un aumento sostenido de la inflación dada la persistente debilidad del panorama laboral. Recordó a los inversores que la Reserva Federal no sólo se centraba en las cifras globales de desempleo, sino también en un conjunto de indicadores. El objetivo sólo se alcanzará cuando se produzcan avances amplios e inclusivos, especialmente entre las minorías y los trabajadores más precarios”, apuntan desde Edmond de Rothschild Asset Management.
Según apuntan desde Mutuactivos, la cuestión más relevante respecto a los bancos centrales es qué pasará con los tipos de interés. “Hasta ahora han conseguido, con métodos diferentes, mantener los tipos a largo plazo a niveles que, si bien son más altos que en diciembre, siguen siendo extraordinariamente bajos. Pero aún tenemos que ver cómo pueden reaccionar los inversores a datos de inflación que hace lustros que no vemos, por lo que no podemos descartar un repunte temporal de los tipos de interés. Como ejemplo, el bono a 10 años americano ha pasado de pagar un 1,6% a un 1,7% en un día y el alemán del -0,2% hasta un -0,10% por contagio. Sin embargo, no creemos que este suceso sea algo estructural, si los tipos siguen subiendo, los bancos centrales tienen herramientas para, probablemente, conseguir doblegarlos. Pero un repunte rápido o contundente podría provocar una corrección en los mercados que nos gustaría poder aprovechar”, explica Mutuactivos en su último análisis.
Con este telón de fondo, Álvaro Cabeza, Country Head de UBS AM Iberia, sostiene que los inversores deben preparar las carteras para un aumento de la inflación. “Por primera vez en, al menos una década, la balanza de riesgo de presiones inflacionistas a medio plazo se inclina más al alza que a la baja. Es posible que los inversores tengan que seguir ajustando su posicionamiento para tener en cuenta este cambio de percepción del riesgo de inflación. Esto debería favorecer los flujos desde los activos que se benefician de la desinflación -los valores growth, los bonos soberanos y el dólar estadounidense- hacia los activos que se benefician de un repunte de las presiones sobre los precios: los valores cíclicos/value y las divisas de los mercados emergentes”, afirma.
En opinión de Olivier de Berranger, director General y CIO de La Financiére de L´Echiquier, para los inversores que se exponen a clases de activos sensibles a un aumento en la tendencia de los precios, el “regreso” de la inflación podría ser un gran éxito. “Acciones de empresas que se benefician de un fuerte pricing power o vinculadas al precio de las materias primas, bonos vinculados a la inflación, bienes raíces… no faltan clases de activos para vacunarse contra la inflación”.