Era una posibilidad que ya descontaban los mercados y hoy la agencia Standard & Poor’s no ha decepcionado, y ha elevado el rating de la deuda pública española, desde el aprobado (BBB+) hasta el notable bajo (A-), por primera vez desde 2012 y tras constatar el efecto limitado que sobre la economía española han tenido las tensiones políticas en Cataluña.
Además, la agencia sitúa a España en perspectiva positiva, lo que deja la puerta abierta a adicionales subidas de nota en revisiones futuras, y ha elevado su previsión de crecimiento para 2018 al 2,7 % frente al 2,6 % que calculaba en noviembre pasado. El crecimiento económico y un mayor control en el déficit son los argumentos esgrimidos.
Borja Gómez, director de análisis de Inverseguros-Dunas Capital, cree que lo más importante de esta decisión es que no sólo se basa en factores externos, como puede llegar a ser el efecto favorable de la QE del BCE, sino que se argumenta “por una mejora muy relevante de todos los aspectos macro más fundamentales, como puede ser el fuerte crecimiento y la corrección del déficit fiscal, con el impacto positivo que ello tiene sobre el endeudamiento a largo plazo del país, además del superávit por cuenta corriente”.
La decisión llega después de que en enero Fitch también elevara la calificación de la deuda española hasta A-, con perspectiva estable. Tras las dos mejoras, los expertos creen que podrían impulsarse las inversiones en deuda española, y reducirse más los diferenciales, aunque reconocen que ya los mercados venían adelantando esta situación.
“La decisión de S&P de mejorar la calificación de España hasta la zona de A- era una noticia tan positiva como manejable. De hecho, nuestro modelo de rating objetivo para las distintitas economías de la Zona Euro ya trasladaba esa posibilidad desde hace varias semanas (ver cuadro de abajo)”, explica Gómez.
Activo refugio
En realidad, dice el experto, la acción de la agencia no hace más que ratificar el posicionamiento netamente favorable que el mercado lleva tiempo poniendo en precio. “De hecho, se puede observar cómo la curva soberana española, poco a poco, empieza a actuar como activo refugio en episodios de fuerte volatilidad en los mercados, lo que no deja de ser un síntoma de confianza por parte del inversor. Creemos que esta dinámica se puede mantener en la medida que las perspectivas siguen siendo optimistas”, dice.
Además, añade, cree que también hay que tener en consideración los pasos hacia una mayor integración europea que se pueden llegar a dar a lo largo de este año, con iniciativas como la refundación del ESM o la unión bancaria. “Si todo esto llega a buen fin, es factible divisar una mayor reducción de los spreads entre la curva de gobierno española y la alemana”, apostilla.
Gregorio Oyaga, director de Renta Fija de Credit Suisse Gestión, explicaba en un reciente desayuno con periodistas que, aunque Cataluña lo impidió en el pasado, la subida de rating a España –que ya se ha producido ahora por parte de S&P- propiciaría que los inversores que han de invertir en un rango alto de calidad –en el entorno de A- puedan volver al activo. Así, vaticina que los inversores asiáticos podrían vender deuda francesa y comprar española.
Antonio Aspas, consejero secretario de Buy & Hold, también lo valora positivamente: “Sin ninguna duda la subida de recomendación es positiva y da una señal más de apoyo a la economía española, aumentando el abanico de inversores que pueden comprar la deuda española”, aunque también reconoce que era una noticia totalmente descontada, “como se puede ver por la evolución de la rentabilidad de los bonos españoles, que hoy prácticamente no han tenido variación, en línea con el resto de mercados europeos”.
¿Hay riesgos?
Pero también hay riesgos para este escenario tan optimista con la deuda española: el riesgo puede estar, dicen desde Inverseguros-Dunas Capital, en que la refundación del ESM o la unión bancaria no se vean ratificados o se produzca un muy fuerte deterioro del sentimiento de mercado que pueda llegar a afectar negativamente a la deuda pública española, ya sea por elementos externos o por las potenciales consecuencias negativas que puede llegar a tener la crisis de Cataluña.