En general, los analistas de las gestoras coinciden en señalar que este año habrá un menor crecimiento, pero no una recesión. En cambio, los inversores siguen viendo señales que apuntan a una recesión, como la inversión de la curva de tipos o los datos de PMI, que alertan sobre una excesiva ralentización del crecimiento y una desaceleración de la economía. ¿Estamos a las puertas de una recesión de cara a los próximos doce meses y no lo estamos viendo?
“Ahora que hemos dejado atrás el primer trimestre, tenemos que hacer un gran esfuerzo para ignorar los signos de debilidad económica. Uno de estos signos es el volumen del comercio mundial. A finales de 2018 se observó una marcada desaceleración de los flujos comerciales, lo que también está en consonancia con la actual debilidad mundial del sector manufacturero. Después de todo, la guerra comercial entre China y Estados Unidos parece haber dejado huella”, apunta Volker Schmidt, gestor senior de Ethenea Independent Investors S.A.
En opinión de Schmidt, los índices de gestores de compras (PMI) también se están deteriorando perceptiblemente. Lo que resulta sorprendente es el ligero deterioro de las cifras de Reino Unido debido a los problemas causados con su Brexit, evento que ha mantenido como rehén a la política europea durante muchos meses. Además, suma dos indicadores más: el nivel de rendimiento de los bonos federales alemanes y de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años y que la Reserva Federal de Nueva York haya aumentado las probabilidades de recesión.
“En estos momentos, conviene al menos alejarse un poco del rebaño. Los indicadores mencionados anteriormente apuntan, de manera unívoca, a una recesión en Estados Unidos, que comenzará en los próximos doce meses y, por lo tanto, también en todo el mundo desarrollado. Pero esto no significa necesariamente que vaya a producirse de esta manera. Es muy posible que el llamado aterrizaje suave, es decir, una desaceleración gradual que no derive en recesión, se produzca realmente gracias a una sabia combinación de medidas monetarias y fiscales. Esta estrategia funcionó bien durante la crisis de los mercados financieros y puede volver a funcionar. Después de todo, nadie está interesado en una recesión real, ni los gobiernos ni los bancos centrales”, sostiene Schmidt.
En este sentido, el equipo de analistas de Alger Management (La Française Group) defiende que también se pueden buscar indicadores que descarten una recesión inminente. “Cuando se trata de medir la probabilidad de una recesión en EE.UU., el Conference Board Leading Economic Index ha funcionado como un indicador fiable del crecimiento económico futuro. Este índice hace un seguimiento de diez variables económicas clave y tiende a alcanzar máximos y mínimos adelantándose al ciclo económico. Actualmente, la lectura de este índice no predice que vaya a haber una recesión inminente”, argumentan desde Alger Management.
Por último, según el análisis Hans Bevers, economista jefe de Bank Degroof Petercam, estamos en lo que él llama un cambio en la fase de expansión económica más larga que haya vivido Estados Unidos en los últimos tiempos. Pese a este gran ciclo expansivo, “es difícil ignorar algunas señales de advertencia, como la pendiente de la curva de tipos, y más concretamente, la diferencia entre los tipos a corto y a largo plazo. Los tipos de los bonos a 10 años y a 3 meses son casi idénticos. A finales del mes pasado, esta diferencia era incluso negativa. Se trata de una señal que debe tomarse en serio, ya que, aunque el momento preciso es incierto, y es posible que la política de la Fed distorsione este indicador, en el pasado ha sido la señal de advertencia más fiable de una ralentización del crecimiento y de una desaceleración de la economía”, concluye.