Tras la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, hay grandes esperanzas de que Brasil sea capaz de salir de las sombras de la corrupción y realizar su verdadero potencial. Alexander Gorra, de ARX Investimentos, parte de BNY Mellon, comparte su veredicto sobre los rayos de luz en la economía.
“Las personas y la política son de vital importancia en los mercados emergentes”, sostiene Alexander Gorra. El estratega de inversión senior de ARX Investimentos (BNY Mellon), añade que, tras la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, es ilustrativo examinar a los miembros clave del nuevo equipo económico del país. En su opinión, Henrique Meirelles –antiguo presidente del Banco Central de Brasil– aporta un caudal de experiencia al puesto de ministro de finanzas, e Ilan Goldfajn –antiguo director del banco central y economista jefe de Banco Itaú– da credibilidad al cargo de director del Banco Central de Brasil.
El relevo de la guardia también incluye a nuevos directivos en las compañías estatales Petrobras (Pedro Parente) y Eletrobras (Wilson Ferreira). Se espera que estas empresas estarán mejor gobernadas, y Gorra señala que los monopolios se están desmantelando; Petrobras, por ejemplo, sopesa varias desinversiones estratégicas para centrarse más en el segmento upstream (exploración y producción).
La necesidad de emprender reformas estructurales para que prosiga la recuperación económica brasileña esboza un duro camino por delante. “A este respecto, asegurar que el gasto público no supera los ingresos será clave”, observa Gorra. La administración Rousseff permitió que dicho gasto se acelerara hasta niveles insostenibles, y el senado decidió por 61 votos contra 21 destituir a la presidenta, acusándola de manipular el presupuesto federal en un intento de ocultar los crecientes problemas económicos de Brasil. Gorra afirma que el proceso de enjuiciamiento político se llevó a cabo dentro del marco de la constitución, sin provocar una ruptura importante, como ha ocurrido en otros países.
Un aspecto crucial para situar a Brasil en una trayectoria de crecimiento sostenible es la reforma de la seguridad social, y concretamente cambiar el régimen de jubilación extremadamente benigno del país, que en la actualidad permite a los hombres jubilarse normalmente a los 56 años de edad y a las mujeres a los 52. Los funcionarios públicos también gozan de prestaciones generosas, y ahora se barajan los 65 años como edad de jubilación mínima.
Bajo una nueva dirección, es posible que el banco central inicie un ciclo de recorte de tipos de interés a finales de 2016 y se espera que este ciclo de relajación monetaria dure más que en casos anteriores, explica Gorra. En el pasado, los tipos de interés han sido “estratosféricos”, apunta.
¿Apreciación de la moneda?
Es de esperar que el banco central sea más tolerante con una apreciación del real brasileño, lo cual en opinión del estratega dará más confianza a los inversores. La tasa de inflación está empezando a mejorar, y la expectativa es que bajará del 5% a finales de 2017 (la inflación se disparó durante el gobierno de Rousseff debido a las políticas expansivas en los ámbitos fiscal y monetario).
¿Un renacimiento brasileño?
El periodo 2015-2016 ha quedado marcado por una grave recesión. Se prevé que la economía se contraerá un 3,1% en 2016, y que el desempleo (un indicador retrasado) mantendrá una tendencia al alza en 2017. Gorra admite que el ciudadano medio aún sufre, debido al deterioro del mercado laboral y a los altos niveles de endeudamiento personal. No obstante, los hogares están desapalancando considerablemente sus finanzas. Desde una perspectiva de solvencia, el país goza de relativa salud, con un ratio entre deuda y PIB del 71%, señala.
Por consiguiente, es probable que el crecimiento futuro no se vea impulsado por el consumo, sino por la inversión y por unos tipos de interés más bajos. En particular, Brasil tiene un marcado déficit en infraestructuras, sobre todo en lo relacionado con las concesiones ferroviarias y portuarias, concluye Gorra.
Aunque reconoce que el ciclo de materias primas ha llegado a su fin y ha podido identificarse claramente como un ciclo definido, Gorra comenta que aún hay rayos de luz en el sector, como el papel, la pasta de celulosa y la soja. “En Brasil aún hay riesgos, pero también oportunidades claras para los inversores con enfoques activos de selección de valores, pues las ventas generalizadas y en descubierto han creado ineficiencias”, concluye.