Tanto en el Congreso como en la Casa Blanca se respiran aires de cambio esta primavera, pero una vez se termine el recuento de votos, se proclamen ganadores y cambien los inquilinos de ambas instituciones, habrá cosas en Washington que seguirán siendo tan verdad como ahora, dice Jerry Webman, economista jefe de Oppenheimer Funds.
“Paralización” no significa que no se haga nada. El volumen de leyes que puedan ser aprobadas se reducirá si el presidente no cuenta con la mayoría en la Casa de Representantes y una mayoría a prueba de bloqueos en el Senado. Pero, aun así, “paralización” no significa “inacción”, dice este experto que pone como ejemplo el avance que se hizo en la reducción el déficit de los presupuestos federales durante un periodo de paralización en Washington asociado al Budget Control Acto de 2011.
En segundo lugar, los cambios en Washington no ocurren de golpe, sino progresivamente. Con pocas excepciones –explica Webman- los cambios de política en Estados Unidos se producen poco a poco. Sería el caso de los pequeños cambios que se han ido produciendo en políticas energéticas, de transportes, fiscales o de inmigración y que, al final, han supuesto –según muchos- un cierto progreso.
Los discursos de campaña de los candidatos no siempre coinciden con lo que ocurre durante sus mandatos. Sin duda, la evolución de las fuerzas económicas durante los mandatos pueden hacer que deseos y decisiones no siempre converjan.
La cuarta verdad que defiende Webman es que consumidores y negocios tienen más impacto sobre la economía que el propio gobierno. Según datos del Bureau of Economic Analysis la participación en el producto interior bruto del consumo e inversión privados, junto con el comercio exterior es del 82,4%, mientras que las inversiones y gastos del gobierno federal, estatal y local sólo representan el 17,7% de éste. Así que “la abrumadora mayoría de la evolución de la economía estadounidense depende de ti, de mí y de las firmas para las que trabajamos”, dice.
Por otro lado, el estado de la economía impacta sobre quién es presidente y no vice versa, dice. Según él, décadas de historia prueban que la marcha de la economía es determinante en la elección del presidente y no al revés. De hecho, la ecuación sería tan simple como: si la economía es fuerte, gana el candidato del partido en el gobierno.
La última verdad del economista jefe de Oppenheimer Funds es que el mercado de valores ignora si el público está contento con el presidente y se muestra resistente e indiferente al índice de popularidad del presidente.