La continuación de una política monetaria acomodaticia, el crecimiento mundial coordinado, la expansión del comercio internacional, los sólidos fundamentos de las compañías y el robusto crecimiento de los beneficios seguirán ofreciendo una coyuntura positiva para los activos de riesgo en 2018.
Sin embargo, los riesgos geopolíticos y las caras valoraciones en los mercados de crédito seguirán representando obstáculos durante el próximo año. Estos son para Columbia Threadneedle Investments los seis factores de riesgo capaces de desestabilizar los mercados en 2018.
1.- El Reino Unido y el Brexit
Los beneficios corporativos británicos han sido decepcionantes y la economía nacional está perdiendo fuelle como consecuencia de la incertidumbre generada por el Brexit, lo que no solo preocupa a las compañías locales, sino también a las que invierten en el Reino Unido.
Si las negociaciones comerciales mostraran un progreso alentador, explica Mark Burgess, director adjunto global de Inversiones de la gestora, dispondríamos de un marco menos incierto que permitiría a las compañías y a los inversores adoptar decisiones con proyección de futuro. Por ahora, la actividad en el Reino Unido se ralentiza y un “Brexit duro” podría representar una sacudida geopolítica para las economías y los mercados mundiales.
Aunque desde el punto de vista de las valoraciones la renta variable británica parece asequible, la dinámica de los beneficios hace que no resulte tan atractiva como la de otros mercados, y una desestabilización acusada derivada del Brexit podría hacer que resultara absolutamente desapacible.
2.- Inestabilidad política en Europa
El creciente apoyo que están recibiendo los partidos populistas europeos no se generalizó tanto en 2017 como anticipaba el mercado, si bien sigue existiendo la posibilidad de que el Viejo Continente se vea sometido a inestabilidad política, estima Burgess.
“La situación en España con Cataluña podría seguir poniendo trabas a la coordinación europea de cara al futuro. En Alemania todavía no se ha formado un gobierno cohesionado, y las próximas elecciones generales en Italia podrían conllevar un giro hacia la derecha populista. Por tanto, aunque los mercados actualmente se muestran optimistas en cuanto a estos acontecimientos, podrían repercutir en la cohesión observada en Europa a lo largo del último año”, apunta.
3.- Reformas y relaciones exteriores de Estados Unidos
Para el director adjunto global de Inversiones no cabe la menor duda de que las acciones del presidente Trump revestirán una gran importancia para los mercados. Hasta ahora, el presidente de Estados Unidos no ha sido capaz de adoptar ninguna de sus políticas propuestas, y algunas de ellas, como las restricciones comerciales y la construcción de un muro entre Estados Unidos y México, han quedado desterradas por completo. Las reformas fiscales siguen sobre la mesa, pero, si no se materializan, los beneficios y el crecimiento en Estados Unidos se verán afectados.
«Dicho esto, desde Columbia Threadneedle creemos que el éxito de un paquete de medidas fiscales probablemente irá acompañado de un ligero repunte de los precios a corto plazo, de una magnitud prácticamente similar a la del retroceso que se derivaría de un fracaso legislativo».
Desde una perspectiva geopolítica, la relación de Estados Unidos con Corea del Norte, China y México podría acabar repercutiendo en los mercados.
“Por tanto, como sucede con cualquier acontecimiento geopolítico, aunque resulte complicado para los inversores discernir cómo afectarán todos estos factores de riesgo a los mercados, merece la pena no perderlos de vista”, afirma.
4.- Posible turbulencia inflacionaria
Pese a los niveles de casi pleno empleo, hace ya algún tiempo que la presión inflacionaria brilla por su ausencia en prácticamente todas las economías desarrolladas principales.
“Esto ha implicado que las políticas han mantenido su sesgo acomodaticio y han favorecido a los activos de riesgo. Puesto que los tipos mundiales ya rondan el límite inferior de cero, cualquier perturbación inflacionaria dejaría a los bancos centrales con poco margen de maniobra para aplicar nuevos estímulos, lo que se traduciría en una desestabilización de los mercados”, dice Burgess.
5.- Riesgo de valoración en el segmento de crédito
Estamos más cerca del final que del principio del ciclo crediticio, y en esta fase existe un riesgo creciente de impago, puesto que las compañías se apalancan más e inician actividades de final de ciclo, como recompras de acciones y operaciones de fusiones y adquisiciones.
Columbia Threadneedle cree que, aunque este comportamiento podría resultar beneficioso para la renta variable, también podría hacer mella en las valoraciones del crédito y hacer que los mercados se tambaleen. “Las valoraciones de las emisiones de crédito parecen mucho más caras que las de sus homólogas de renta variable, y esto es particularmente cierto en el caso del crédito de alto rendimiento. De hecho, a la vista de la pronunciada caída de los rendimientos, resulta cada vez más difícil pensar en ello en estos términos”, sentencia Burgess.
6.- Ralentización en China
Dado el tamaño de su economía, muchos analistas coinciden en que China supone el mayor riesgo para los mercados mundiales y ha sido un factor determinante de la volatilidad en los últimos años.
Aunque el crecimiento económico de la región se mantiene constante (a un ritmo más lento y más sostenible), la renta disponible avanza hasta situarse en el nivel más alto de los dos últimos años (por lo que el consumo se ha convertido en el principal componente del crecimiento del PIB), los beneficios industriales chinos crecen con firmeza y las salidas de capitales de inversión se han frenado al tomar el relevo los inversores nacionales.
“China y sus inversores parecen haber aceptado la necesidad del país de reajustar su economía. No obstante, el futuro no estará exento de altibajos. Cabe destacar, por ejemplo, que, si bien las cifras generales de las exportaciones e importaciones están repuntando con fuerza, el superávit por cuenta corriente está desvaneciéndose. Además, China lleva algún tiempo lidiando con la paradoja de perseguir al mismo tiempo el control de los tipos de cambio, el libre movimiento de capitales y una política monetaria autónoma: su «trilema». Existen claros sobresaltos que podrían llevar esto a un primer plano en los cinco próximos años, pero no creemos que se trate de un riesgo a corto plazo”, concluye el gestor.