Ahora es cuando empieza lo bueno: Donald Trump lleva ya un mes en el cargo y ha empezado a «reconstruir» Estados Unidos. Y aunque los expertos de Schroders continúan siendo escépticos acerca de la capacidad de la nueva Administración para generar un repunte sostenido en el crecimiento y el empleo a través de la política presupuestaria y el proteccionismo comercial, a corto plazo la economía estadounidense está respondiendo bien.
“Las encuestas están sorprendiendo al alza y apuntan a un crecimiento sólido. Lo mismo puede decirse de la economía global en términos generales: los datos de nuestros indicadores de crecimiento están mejorando y los índices macroeconómicos, sorprendentemente, registran niveles históricos en este comienzo de año”, explica la firma en uno de sus habituales informes TalkingEconomics.
Pero, ¿es sostenible la recuperación?
Para la firma, existen dos factores que están impulsando la actividad global: el aumento del gasto por parte de los consumidores (a medida que el incremento de la renta de los hogares se materializa en gasto), y una inversión del ciclo de existencias. En este contexto, dice, “probablemente nos veamos obligados a revisar al alza nuestras previsiones de crecimiento para 2017”.
Schroders estima que el impulso procedente de estas fuentes se desvanecerá y explica que el incremento en las rentas reales se debe, en gran parte, a la caída de la inflación, que se está empezando a revertir a medida que los precios de la energía comienzan a subir. A corto plazo, añaden, el aumento del precio del petróleo debería apuntalar el crecimiento a través del gasto de capital energético pero, con el tiempo, se convertirá en un lastre, ya que la inflación mermará el gasto de los consumidores. “Esto, junto con el mayor impulso del ciclo de existencias, sugiere que el crecimiento de Estados Unidos podría flaquear de nuevo a medida que avance el año antes de repuntar en 2018, cuando se materialicen los efectos de los estímulos presupuestarios”.
Incertidumbre económica, crecimiento y «crisis»
En este contexto, la recuperación de la actividad económica también ha planteado un reto a los economistas, que, en general, estaban convencidos de que el reciente incremento de la incertidumbre política afectaría al crecimiento de manera negativa.
“No nos atrevemos a decir que existe una «crisis» en las previsiones (como sugirió, por ejemplo, el gobernador adjunto del Banco de Inglaterra), pero quizás los economistas sean culpables de proyectar sus propias expectativas hacia la población general, que se muestra mucho más optimista sobre los acontecimientos”, explica el documento.
La opinión de Schroders es que el Brexit, Trump y la posible elección de otros candidatos de índole populista en 2017 se traducirán en un crecimiento global más débil que fuerte, sobre todo a medida que el comercio internacional y la inversión extranjera directa se debiliten y aumente la inflación.
“El año no ha hecho más que empezar y los efectos aún están por ver. Sin embargo, habrá vencedores y perdedores. Si el presidente Trump se agencia una cuota mayor del crecimiento económico global para EE. UU., incluso si la totalidad del pastel es menor, el país norteamericano seguirá siendo la primera potencia económica”, concluye el análisis de la gestora.