La renta variable, principalmente la europea y la española, es el activo clave para jugar un año 2018 que presenta un entorno favorable a la inversión y en el que la consigna es “disfrutar del momento”. Así lo puso de manifiesto esta mañana Ana Rivero, directora de Producto y Market Intelligence de Santander AM España, en un evento en el que se presentaron las perspectivas de mercado para el año próximo y en el que la experta ofreció dos mensajes clave: el primero, la existencia de un escenario de crecimiento sincronizado global y estable, y favorable para la inversión; y el segundo, la apuesta por la renta variable europea como “el activo con mejores perspectivas por fundamentales y valoraciones relativas”, además de considerar el atractivo de su rentabilidad por dividendo como “diferencial” frente a otras opciones de inversión.
Así, la existencia de un crecimiento sostenible, crecimiento de beneficios, la continuidad de un entorno de tipos bajos y unas buenas valoraciones relativas explican la preferencia de Santander AM España por las bolsas europeas frente a la estadounidense o las emergentes, aunque la firma también es positiva en estos dos mercados. Y es que el entorno tiene todos los mimbres para apoyar una revalorización de las bolsas.
En EE.UU., explica Rivero, ven un crecimiento por encima del 2% el próximo año, apoyado sobre todo en el consumo, y con posibilidad de aceleración en el caso de aprobarse la reforma fiscal de Trump, lo que justificará las subidas de la Fed (entre dos y tres el próximo año). En la zona euro, mientras, el escenario también es favorable con un crecimiento esperado de en torno al 2%, gracias al impulso tanto de la demanda interna como de las exportaciones. Lo más llamativo en esta zona es que la inflación subyacente sigue estancada, por debajo del 1%: “Hemos dejado la deflación atrás pero solo cuando veamos un impulso de la inflación tendremos un cambio de discurso por parte del BCE y para eso queda mucho tiempo. No esperamos subidas de tipos en 2018, sino ya para finales de 2019”, asegura Rivero.
Y ello dibuja un escenario en el que la remuneración al ahorro en la zona euro –a través de activos monetarios- seguirá siendo inexistente en 2018. De ahí que considere que, para un inversor conservador, lo mejor sería asumir un poco más de riesgo, invirtiendo una parte de su cartera en renta variable, en sectores más conservadores como los espacios más centrados en dividendos. U optar por poner en valor la gestión de carteras diversificadas a través de vehículos mixtos y mixtos conservadores, como las gamas Tándem, Select o Generación de la gestora (esta última centrada en ofrecer rentas a través de dividendos y cupones).
La renta fija: clave de diversificación
Porque, a pesar de que la renta variable es su apuesta favorita, Rivero reconoce que la renta fija sigue siendo un activo clave en las carteras desde un punto de vista de la diversificación y no tanto de rentabilidad: “En renta fija se trata de combinar las oportunidades que ofrece, pero no de sobreponderar”, indica. En este contexto, habla de gestión activa en deuda pública (donde el año próximo espera un movimiento lateral al alza de las rentabilidades, similar al de este año, con el bono alemán acercándose al 1%) y de stock picking en crédito, donde aún ve potencial de revalorización, gracias al respaldo del BCE, pero limitado, y oportunidades selectivas, por ejemplo, en deuda corporativa de entidades financieras de los países periféricos en Europa.
En general, su visión de la renta fija pública a largo plazo es muy negativa y, a corto plazo, negativa, mientras es neutral con el crédito con grado de inversión y la deuda emergente. También es neutral con el cambio euro-dólar, donde no ve demasiado recorrido: vislumbra niveles de 1,20, razonables teniendo en cuenta que la divergencia monetaria a ambos lados del Atlántico, que explicaría una teórica revalorización del dólar, se ha visto superada este año por la aceleración de las expectativas de crecimiento en Europa… algo que podría seguir pesando más hasta alcanzar esos niveles.
Rentabilidades de doble dígito
Por su parte, José Antonio Montero de Espinosa, responsable de Renta Variable Europea de la gestora, se centró en explicar por qué el activo está en buena forma y habló de retornos que pueden ser de doble dígito en 2018, apoyados en un crecimiento de beneficios que -como consecuencia del crecimiento económico y el apalancamiento operativo de las empresas-, puede situarse en el 9%-10%, mientras la rentabilidad por dividendo es sostenible en niveles del 3%-4% (y en un entorno en el que no se espera crecimiento de múltiplos). Con todo, “al estar en una fase media del ciclo, es importante la selección, no todo vale y la gestión activa tiene todo el sentido”, dijo, indicando también que “empieza a haber más valor en sectores value –como bancos o petroleras- que de crecimiento”.
El gestor hizo hincapié en que los factores positivos pesan más que las amenazas y, entre esos factores, destacó cuatro: la continuidad del apoyo a los mercados por parte del BCE (“algo que no se puede decir de todos los bancos centrales del mundo desarrollado”, pues Draghi seguirá con su programa de compras de activos y una política de tipos laxa que seguirá facilitando el crédito a las empresas y será un factor positivo para las cotizadas); un entorno de crecimiento sin inflación, “casi el mejor de los mundos para las empresas”, que les proporciona un amplio margen de mejora por apalancamiento operativo (sobre todo para las firmas con exposición más doméstica y márgenes más deprimidos); la solidez de las firmas, con balances saneados y poca deuda que favorecen políticas de inversión (capex), procesos de fusiones y adquisiciones (positivos tanto para el vendedor como para el comprador) o políticas de remuneración al accionista (vía recompra de acciones -no tan extendidas en Europa como en EE.UU.- o incrementos de dividendos). “Con la financiación en niveles atractivos, las empresas pueden plantearse la emisión de bonos para comprar otras firmas o sus propias acciones: ese arbitraje sigue estando ahí”, dice el gestor. Y, como cuarto factor a favor, los precios, que no presentan señales de sobrevaloración y están en medias históricas y, de forma relativa, son más atractivos que los de otros activos como la renta fija.
España y los riesgos
En este segmento, la renta variable española presenta un mayor potencial de revalorización… pero también incorporando un mayor riesgo, ante eventos como las elecciones catalanas de diciembre. Con todo, el gestor hizo hincapié en la equivocación y la complejidad que supone tomar decisiones ante eventos políticos y destacó la positiva inercia de la economía española, que explica su apuesta, junto a otros factores como la evolución de la banca (clave para explicar la evolución del Ibex) o la situación en Latinoamérica. Con respecto a la banca española, agregó que los fundamentales están mejorando y que la futura subida de tipos ayudará, puesto que los tipos han dejado de ser un factor negativo para pasar a ser un factor neutral, y en algún momento se convertirán en un factor positivo. “Cuando se materialicen las subidas de tipos, habrá un re-rating de los bancos que cotizan por debajo de su valor en libros”, indica.
Con respecto a las amenazas geopolíticas en forma de nacionalismos, proteccionismos o populismos, se mostró favorable a la globalización y dispuesto a vigilar aquello que la ponga en riesgo. También, a vigilar, la complacencia de los inversores en un entorno de baja volatilidad (que podría provocar fuertes caídas si hay sustos negativos), las señales de fin de ciclo y algunos eventos geopolíticos –como las negociaciones del Brexit o Nafta-, aunque el próximo año viene menos «cargado» que 2017. Para el gestor, no hay años sin hitos de riesgo, pero éstos tienen una doble faceta y también pueden tener resultados positivos, como ocurrió con las elecciones en Francia o la victoria de Trump. “Lo que me preocupa es lo que no tenemos en la agenda”, apostilló.