Rusia no ha afrontado el pago de su deuda soberana en moneda extranjera por primera vez en 100 años, en concreto desde la Revolución Rusa. “La última vez que Rusia cayó en impago frente a sus acreedores extranjeros fue cuando los bolcheviques, bajo el mando de Vladimir Lenin, repudiaron la asombrosa carga de deuda de la era zarista en 1918”, recuerdan los analistas de Bloomberg.
El domingo, es decir ayer, finalizó el periodo de gracia para abonar cerca de 100 millones de dólares en concepto de intereses de su deuda soberana, que vencían el pasado 27 de mayo. Según explican desde Bloomberg esta situación es “la culminación de las sanciones occidentales cada vez más duras que han cerrado las vías de pago a los acreedores extranjeros”. Ahora la atención se centra en qué harán los inversores.
Además, la agencia destaca que de momento, tomando en consideración el daño que ya ha sufrido la economía y el mercado de Rusia, la suspensión de pagos tiene de momento un «carácter más bien simbólico y no es gran cosa para los rusos». Por su parte, el Ministerio de Finanzas de Rusia declaró el jueves de la semana pasada que cumplió en su totalidad con las obligaciones de servicio de la deuda estatal de la Federación Rusa. Según indican desde EFE, la cartera informó de que ingresó 12.510 millones de rublos, equivalente a 234,9 millones de dólares, a la depositaria nacional que actúa como agente de pago de los eurobonos
«El impago de la deuda rusa se quedaría en un acto formal ya que el país está inhabilitado para solicitar financiación internacional en los principales mercados aunque posiblemente este evento afecte a su credibilidad crediticia en el futuro. La situación legal de los dos bonos afectados, uno en dólares y otro en euros, es compleja y según varias interpretaciones legales a Rusia le quedaría el día de hoy para realizar los pagos», añaden los analistas de Banca March.
Según explica Levon Kameryan, analista senior del sector público y soberano de Scope Ratings, este impago de la deuda externa de Rusia tiene limitadas implicaciones financieras a corto plazo y no debería comprometer por ahora la capacidad del país para financiarse. En este sentido, matiza que Rusia sigue beneficiándose de importantes ganancias extraordinarias por sus exportaciones de petróleo y gas debido a los altos precios de la energía, lo que reduce la necesidad de pedir dinero en los mercados de deuda extranjera. De todos modos, el acceso de Rusia a los mercados extranjeros está cerrado en su mayor parte, por el momento.
«A más largo plazo, el impago restringe la flexibilidad de financiación de Rusia y supone otro golpe a la confianza de los inversores, lo que probablemente desalentará aún más la inversión extranjera. Rusia necesita urgentemente la inversión extranjera para mejorar sus malas perspectivas de crecimiento a medio plazo. Estimamos que las repercusiones de la guerra en Ucrania han reducido el crecimiento potencial del PIB a un 1-1,5% anual. El default también complica el pago de la deuda y el endeudamiento del sector privado, cuya deuda externa es aproximadamente cuatro veces superior a la del Estado ruso», afirma Kameryan.
El oro a debate
Mientras Rusia lidia con su deuda, los países occidentales siguen presionando con sanciones como represalia por su acción militar en Ucrania. Durante el fin de semana, en la cumbre del G-7 celebrada en Alemania, se habló de una posible prohibición de las exportaciones de oro de Rusia. Algunos países, entre ellos Estados Unidos y el Reino Unido, se están adelantando y quieren anunciarlo durante la cumbre, mientras que otros, y sobre todo la Unión Europea, todavía tienen que evaluar su impacto.
“Los precios del oro reaccionaron positivamente a la noticia esta mañana, subiendo alrededor de un 0,5% respecto al cierre del viernes. Esta reacción moderada muestra que las implicaciones de una prohibición en el mercado del oro son probablemente muy limitadas, reflejando más bien una mejora del sentimiento que de los fundamentos, a pesar de que Rusia es el segundo productor mundial de oro después de China”, señala Carsten Menke, Director de Next Generation Research de Julius Baer.
En este sentido Menke explica que, en primer lugar, esto se debe al hecho de que el Banco de Rusia reanudó su programa de compra de oro al comienzo de la guerra, lo que hace que haya menos material disponible para los mercados internacionales. Y, en segundo lugar, a que las exportaciones de oro restantes ya se han desviado desde el comienzo de la guerra, fluyendo hacia el este en lugar de hacia el oeste, lo que refleja el autosancionamiento de los participantes en el mercado mundial del oro.
“En tercer lugar, y lo más importante, esto se debe a la escasa relevancia de la oferta a la hora de formar los precios del oro. A diferencia de otras materias primas en las que la interacción entre la oferta y la demanda define el nivel de los inventarios disponibles y los precios, la sensibilidad del mercado del oro a los cambios en la oferta es muy baja debido a la enorme cantidad de inventarios sobre el suelo, estimados en más de 180 mil toneladas o más de 50 años de suministro de las minas. Independientemente de cualquier prohibición de las exportaciones rusas, creemos que la cuestión de si Estados Unidos entra en recesión sigue siendo mucho más relevante para el oro en este momento. Una recesión es el mayor riesgo al alza de nuestra previsión, ya que muy probablemente provocaría un repunte de la demanda de refugio y haría subir los precios”, concluye Menke.