Casi siete años después de la crisis financiera, el mundo vive aún inmerso en una nebulosa de políticas monetarias poco convencionales que alcanza tanto a Estados Unidos, Europa, Japón y algunos mercados emergentes. Y no se han cumplido las previsiones y shocks que los economistas de la escuela austríaca vaticinaban, como consecuencia de la gran cantidad de liquidez en el sistema: ni la inflación se ha disparado (es más, en algunos lugares se intenta evitar la deflación), ni el dólar ha colapsado, ni el oro ha subido (lo contrario), ni lo han hecho las rentabilidades de la deuda pública estadounidense, ni el bitcoin ha reemplazado a las divisas tradicionales. Y es que la economía global no ha sufrido una recesión típica tras la crisis financiera, sino una fuerte recesión debido a su exceso de endeudamiento, lo que conlleva un doloroso proceso de desapalancamiento que implica un ajuste deflacionista y una recuperación muy gradual.
“La inflación sigue a la baja en la mayoría de economías desarrolladas, lo que explica las políticas de tipos de interés cero y las rentabilidades negativas reales en algunos tipos deuda pública, lo que también tiene sus efectos alcistas en otros activos como la renta variable, las materias primas o el real estate. Éste es el mundo en el que vivimos”, recordaba el economista Nouriel Roubini, presidente de Roubini Global Economics, en su intervención en la conferencia de Renta Fija organizada por BNY Mellon recientemente en París.
En línea con sus predicciones catastrofistas, Roubini advirtió del nuevo peligro que se avecina en una era de abundante liquidez: los bancos centrales tendrán que hacer malabares para mantener la recuperación económica asegurando a la vez estabilidad financiera…. y sin crear otra crisis en el intento. “La abundante liquidez y los tipos cero no han desembocado en inflación pero sí en una reflación de los activos –no solo de deuda sino también de bolsa o real estate, en la medida en que los ahorradores buscan rentabilidad-, que puede crear una burbuja. Los expertos tratan de calmarnos explicando que tenemos una recuperación económica que sustenta esa estabilidad financiera», puesto que a la política monetaria se une la supervisión macroeconómica.
«El problema es que la macro puede fallar y así se puede alimentar la madre de todas las burbujas”, explica Roubini. Si más adelante hay que utilizar la política monetaria para arreglar esa situación de burbuja, se puede romper toda la cadena de crecimiento. “El mayor problema para los próximos años que tendrá cualquier banco central es mantener los tipos cero excusado en la macro. Para la Fed, más que subir tipos en junio o septiembre el reto será cómo mantener la recuperación económica a la vez que la estabilidad financiera… y sin crear en el intento otra crisis financiera”, apostilla.
El escenario de 2015
En su presentación, Roubini dibujó un escenario de crecimiento en EE.UU., de una recuperación cíclica en Europa aunque con dudas sobre su resistencia, de un Japón que funciona pero que ha cometido errores (como la subida de impuestos, que le impedirá lograr su target de inflación del 2%) o una China que se desacelera y crecerá entre un 5,5% y un 6% este año, entre la idea del soft landing (7%) o el hard landing (3%-4%). Y de un mundo que tiene dos razones para mejorar su actividad económica: la caída de los precios del petróleo (que se profundizará antes de recuperarse y que tiene un impacto neto positivo global) y la caída de la inflación, que implicará que “las economías que querían abandonar sus políticas de tipos de interés cero (como EE.UU. o Reino Unido), empiecen a subir tipos más tarde de lo esperado” y que aquellas que flirtean con la deflación realicen agresivos QE, como Japón o Europa –también habrá políticas acomodaticias en el mundo emergente-.
En ese entorno, reconoce que hay un riesgo de que la Fed cometa un error en sus política, aunque considera que no empezará a subir tipos hasta el mes de septiembre o incluso más tarde, debido a los datos y a la fortaleza del dólar. “La Fed empezará a subir tipos este año pero más tarde y despacio de lo esperado”, dice Roubini. Y las rentabilidades de la deuda pública a 10 años se mantendrán estables, y bajas, por dos factores: el agresivo QE del BCE hace que las rentabilidades en EE.UU. sean 10 veces mayores a las europeas, lo que mantendrá la demanda hacia el gigante americano y además, si la Fed empieza a subir tipos y se aprecia más el dólar, obligará a ralentizar estas políticas.
Core-periferia: fin de esa historia
En la eurozona, considera que ya no se puede generalizar y da por finalizada la división entre core y periferia, asociada a la parte fuerte o débil: “Algunos países han hecho muchos esfuerzos, como España o Irlanda, frente a otros en peor situación como Grecia; en la parte core, Alemania está en mejor forma que Francia. Ya no hay distinción entre core y periferia sino entre países que lo hacen mejor o peor”.
En el viejo continente, adiverte sobre los riesgos políticos: habla de Syriza en Grecia y la posible salida del euro, que descarta porque no interesa a Alemania: “Creo que políticamente no sucederá porque sería el principio de la destrucción del euro pero es un riesgo”, dice. También habla de la posible llegada de Podemos al poder en España, de la división en Italia entre la derecha y la izquierda… “A corto plazo las cosas irán bien pero hay que preocuparse a más largo plazo”.