Los bancos centrales y los analistas permanecen atentos a la evolución de la inflación. Según Lukas Daalder, director de Robeco Investment Solutions, es imposible erradicarla, “motivo por el cual los bancos centrales establecen objetivos para ella aunque bajen los precios”.
Algunos economistas sostienen que la persistente desinflación —con la consiguiente amenaza de deflación— debería hacer que los bancos centrales redujeran su actual objetivo común del 2%. Esta postura responde a la creencia, cada vez más extendida, de que la política monetaria basada en la flexibilización cuantitativa ha resultado ineficaz para generar inflación e impulsar el crecimiento económico.
Sin embargo, según Lukas Daalder, director de Inversión de Robeco Investment Solutions, esto no tiene por qué ser así necesariamente. Afirma que la inflación sigue ahí, “aunque actualmente se deja notar más en los precios de los activos financieros que en los de los bienes y servicios más tradicionales”. En su opinión, parece probable que los bancos centrales mantengan su objetivo de inflación del 2%.
“El Banco Central Europeo, la Reserva Federal estadounidense, el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra conservan este objetivo del 2%, aunque la inflación en sus respectivas jurisdicciones se ha mantenido por debajo de esta tasa durante prácticamente los últimos diez años”, advierte Daalder.
Debilitamiento de la inflación
Daalder afirma que existen varias razones por las que la amenaza de la inflación —que hace décadas se situaba en tasas de dos dígitos y era capaz de desestabilizar economías enteras— ha descendido tanto en la era moderna. La primera es la digitalización, que ha revolucionado sectores como los medios de comunicación, la fotografía o la música, haciendo posible la creación de copias adicionales de noticias, juegos o canciones prácticamente a coste cero.
Otra razón sería la pérdida de poder en el mercado laboral por parte de los trabajadores, con el declive de los sindicatos, la globalización y la continuada automatización de industrias que anteriormente requerían mucha mano de obra. El envejecimiento demográfico es también deflacionario, ya que las personas mayores tienden a ahorrar más y gastar menos. Por otra parte, el petróleo ha perdido su capacidad de incidir sobre los mercados, puesto que otras formas de energía, tales como el gas de esquisto o la energía solar, han hecho que el precio del crudo se debilite.
“Todos estos argumentos apuntan a que la inflación ha sufrido un debilitamiento de tipo estructural, teoría que se ve refrendada por los datos de inflación que se han registrado en los últimos años. Esto suscita la pregunta de qué sucederá si los bancos centrales continúan trabajando con un objetivo de inflación cercano al 2%, mientras que, debido a la dinámica de la economía actual, es probable que nunca llegue a alcanzarse ese nivel”, sostiene Daalder.
Perspectivas alternativas
Pero también hay otras lecturas sobre la evolución de la inflación. Según Daalder, existe un grupo de economistas que aceptan que la desinflación puede atribuirse a estas razones, pero prefieren centrarse en los riesgos asociados al descenso de la inflación, y de sus perspectivas futuras, y optan por trabajar desde este ángulo. Sostienen que la falta de efectividad de la política monetaria para generar inflación, empleando como herramienta principal los tipos de interés, indica la necesidad de adoptar otros métodos.
Afirman además que, tradicionalmente, los salarios tienden a mantenerse bajos, lo que hace que resulte más fácil despedir gente que incrementar su remuneración, lo que potencialmente puede dañar a la economía. Y permitir que la inflación baje paulatinamente hace que el nivel de endeudamiento se incremente a lo largo del tiempo –suponiendo que los tipos de interés no varíen–.
“A tenor de las manifestaciones de los representantes de distintos bancos centrales, parece que la mayoría de ellos pertenecen a esta segunda corriente. Esto parece propiciar el típico escenario de auge y caída: los bancos centrales introducen demasiada liquidez en el sistema, creando inflación en los lugares incorrectos”, afirma Daalder.
Sin embargo, Daalder considera que también puede existir otra posibilidad más alentadora: la perspectiva de que la inflación convencional regrese, aunque con algo de retraso. “Por nuestra parte, somos reacios a adoptar la línea de pensamiento de que la inflación ha muerto. Esto se debe, en parte, a que en el pasado ya se han alzado voces similares, pero también a que no creemos que la inflación pueda ser erradicada nunca”, explica.